“Por su parte, los Once discípulos partieron para Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Cuando vieron a Jesús, se postraron ante él, aunque algunos todavía dudaban. Jesús se acercó y les habló así: «Me ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.»
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.
En este séptimo Domingo de Pascua la Iglesia Universal celebra el día de la Ascensión del Señor, con el cual se quiere exaltar la figura de Cristo Resucitado como Verdadero Señor del Universo y horizonte Único de la Comunidad Cristiana. Por eso es que las lecturas de este día tienen como intención común la de servir de fundamento pedagógico a los creyentes de todos los tiempos, para orientar nuestro compromiso Misionero ahora que Jesús se hace Presente de una manera distinta cuando recibamos al Espíritu Santo.
En la liturgia del día meditamos los textos: Hch 1,1-11; Sal 46; Ef 1,17-23 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Mateo capítulo 28, del verso 16 al verso 20, en el que, el Colegio Apostólico, es decir los once que habían permanecido fieles, para recibir la instrucción final de su Misión. Se junta en Galilea, tal como el Maestro les había mandado por intermedio de Su Mensajero, porque allí comenzó la Misión de JESÚS, y de donde eran la mayoría de ellos.
Hay que tener claro que Galilea a pesar de ser parte del territorio de Israel era una región donde habitaban muchas personas que no profesaban la religión judía. Por eso es que allí también los discípulos comenzarán su Misión, teniendo como destino los confines del mundo. Se destaca así, el carácter Universal de la Misión, donde se deja a un lado el ritualismo y la cerrazón de la religión judía, para abrirse a la Novedad del AMOR, que es el sello característico del Nuevo Pueblo de DIOS, que es la Iglesia de Nuestro Señor JESUCRISTO.
Por eso es que los misioneros no deben convertirse en maestros de muchos discípulos, sino en hacer muchos discípulos para el Maestro de Maestro, que es Cristo JESÚS. Y por esto es que la consagración de los nuevos discípulos no se hace en el nombre del misionero, sino en el nombre del PADRE, del HIJO y del ESPÍRITU SANTO, lo que nos configura y nos sumerge en una comunidad de relaciones, que es familia Trinitaria, Espejo de la comunidad de hermanos.
En la seguridad de que DIOS Estará con los misioneros en todos los lugares a donde vayan y en todos los tiempos de la historia de la humanidad, porque Él es el EMMANUEL el DIOS CON NOSOTROS, tal como lo destaca el Evangelio según San MATEO, en el inicio Mt 1,23 y en el final Mt 28,20b.
Al confrontarnos con el texto, podemos ver que la mejor manera de celebrar la Ascensión de nuestro Señor JESUCRISTO, será la de un repensar de nuestro compromiso Misionero que adquirimos al momento de nuestro BAUTISMO. Repensarlo, porque indudablemente que después de haber pasado la pandemia del Covi 19, ya nada será igual, porque ese momento develó la fragilidad del hombre y de todas aquellas cosas pasajeras en la que hemos puesto nuestra confianza y permitió que el mundo paralizara sus afanes egoístas y volteara su mirada hacia El Ser que lo Trasciende, porque no tenía otra alternativa.
Pero eso no es garantía de que en este momento cuando ya se han levantado las restricciones de bioseguridad tengamos un mundo más comprometido con los valores cristiano. Por lo que se requiere de cristianos con un gran Testimonio de Vida. Ya que el mundo no necesita tantas doctrinas, ni dogmas, ni catecismo, el mundo lo que necesita experiencias del AMOR de DIOS, Transmitidas por personas que hayan tenido un encuentro existencial con DIOS, y que estén dispuestos a compartir esa experiencia con sus semejantes.
Por lo que es necesario trabajar por el encuentro y el diálogo, aunque no sea comprendido, Servir, aunque sea despreciado, Amar, aunque sea rechazado u odiado. Es decir, configurarse plenamente con la Palabra y con el modo de Obrar de JESÚS. Y esa será la mejor manera de llevar a cabo nuestra MISIÓN de CRISTIANOS “hasta los confines del mundo” (Mt 28,19).
Señor JESÚS, danos Tu Gracia para celebrar la Fiesta de Tu Ascensión, renovando nuestro compromiso Misionero de tal manera que todos nuestros semejantes pueden sentirse amados y servidos por Ti, al momento de compartir con ellos lo poco o mucho que tengamos. Amén.
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