“Cuando Jesús oyó que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea. No se quedó en Nazaret, sino que fue a vivir a Cafarnaún, a orillas del lago, en la frontera entre Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, en el camino hacia el mar, a la otra orilla del Jordán, Galilea, tierra de paganos, escuchen: La gente que vivía en la oscuridad ha visto una luz muy grande; una luz ha brillado para los que viven en lugares de sombras de muerte.
Desde entonces Jesús empezó a proclamar este mensaje: «Renuncien a su mal camino, porque el Reino de los Cielos está ahora cerca.» Jesús empezó a recorrer toda la Galilea; enseñaba en las sinagogas de los judíos, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba en el pueblo todas las dolencias y enfermedades.
Su fama se extendió por toda Siria. La gente le traía todos sus enfermos y cuantos estaban aquejados por algún mal: endemoniados, lunáticos y paralíticos, y él los sanaba a todos. Empezaron a seguir a Jesús muchedumbres: gente de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos en honor a San Raymundo de Peñafort, jurista de la orden de los Dominicos, nació en el castillo de Peñafort, cerca de Barcelona, hacia el año 1775, se dedicó al estudio de las letras y de las artes liberales, escribe un tratado sobre el Sacramento de la Penitencia; otro visitas pastorales. Murió en Barcelona, casi centenario, el 6 de enero de 1275. Fue el primer santo canonizado en la actual Basílica Vaticana, por Clemente VIII, el 29 de abril de 1601. Es el Patrón de los juristas católicos.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Jesucristo según San Mateo, capítulo 4, del verso 12 al 25. En el que se nos presenta el fin de la Misión de Juan y el comienzo de la predicación de JESÚS. Él ya no está en Nazaret, donde se había criado, sino que se instala en Cafarnaún, ciudad de Galilea. Se inicia de esta manera, una nueva etapa, presidida por el Anuncio de la llegada del Reino de los Cielos o Reino de DIOS, que se va haciendo Presente en las Palabras y en las Obras de JESÚS.
Por lo que podemos decir que la Misión de JESÚS se resume, a lo largo de este Evangelio, en tres acciones bien significativas: Proclamar el Reino, Enseñar y Curar. Es decir, JESÚS va a Transmitirnos la Buena Noticia de que el Reino o Reinado de DIOS se Está haciendo Realidad con Sus Acciones, nos va a Enseñar a vivir de acuerdo con esa perspectiva y va a Sanar muchas de nuestras enfermedades físicas y espirituales.
También es importante señalar que alrededor del Maestro, se juntan gente de todos los estratos sociales y de distintas nacionalidades, ya que JESÚS, no quiere reunir en torno a Sí, solo a los puros, ni a quienes se consideran perfectos cumplidores de la Ley. Él quiere que Su Mensaje de Conversión alcance a todo el mundo, por eso se hace Misionero Itinerante, para asegurarse el alcance de Su Misión, que le permita encontrar a todos los hombres y mujeres del mundo, en el propio contexto donde se desarrollan, y a partir de allí generar Su Acción Regeneradora y Transformadora de la humanidad.
Al confrontarnos con el texto vemos que no podemos convertirnos en propagadores del Reino de DIOS, si actuamos de espalda a la vida de la gente con quienes compartimos el desarrollo de nuestras vidas comunitarias. Y que tal como nos lo recuerda la teología de la liberación, no podemos seguir proclamando un Reino sin DIOS, tampoco un DIOS sin Reino.
Esto significa que la experiencia de DIOS, ha de reflejarse en nuestra manera de vivir y en el cómo estamos trabajando para transformar la historia cotidiana de nuestra sociedad. Ya que toda transformación de la historia de la humanidad, se inicia con la experiencia vital y profunda del DIOS liberador que nos Reveló a JESÚS, y que nos invita a vivir la verdadera dimensión del ser humano, que siente y padece no solo sus limitaciones y amenazas, sino también las de sus semejantes, y por eso formamos comunidad, para juntos fortalecer nuestras debilidades y superar las amenazas físicas y espirituales.
De tal manera, que en este año que recién está comenzando, estamos llamados a hacer un compromiso de Fe, que se manifieste en cada una de nuestras acciones hacia nuestros semejantes, que puedan ser reflejo del Rostro Misericordioso del Padre, hacia todos los seres humanos y que nos permita tener una configuración con nuestro Señor JESUCRISTO, y así el mundo pueda experimentar en los hechos cotidianos de la vida, las Buenas Nueva del Reino, desde la Solidaridad y la Inclusión que impulsen los que nos llamamos seguidores de JESÚS.
Señor JESÚS, ayúdanos a ser proclamadores de Tú Buena Noticia con nuestras palabras y con gestos solidarios, de tal manera que todos nuestros semejantes puedan vivirlo como un Acontecimiento real y no como una promesa que nunca se cumple. Amén.
Luis Perdomo
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