Caracas.- Al venezolano Pedro Marrero una hernia le causa dolor cada vez que levanta peso, y la reciente cuarentena que decretó el Gobierno venezolano para frenar los contagios de COVID-19 le impide, en el papel, salir de casa a menos que sea un trabajador sanitario o de sectores prioritarios para la economía.

Pero este jueves, el obrero -de 53 años- desafío los dolores y las prohibiciones y dejó su sector de la deprimida favela caraqueña de Petare, una de las más grandes de América Latina, en una desesperada búsqueda de agua, un elemento que no sale por los grifos de su casa desde hace mucho.

«El Gobierno está diciendo que hay que lavarse las manos constantemente, pero cómo nos bañamos, cómo nos lavamos las manos si no tenemos agua», dijo Marrero a Efe desde una calle de Petare, donde la cuarentena no se cumple con rigurosidad.

El hombre trasladaba dos grandes bidones en un vehículo y esperaba tener suerte, lo que se traduce en hallar agua en alguna veta o cisterna sin tener que abandonar la favela.

«Tengo que estar cargando agua, caleteando agua todos los días porque no tengo agua ni siquiera para cocinar», insiste.

CONTAGIOS SIN MUERTES

El Gobierno de Nicolás Maduro decreto a inicios de semana una «cuarentena social» para hacer frente al nuevo coronavirus que ya padecen 42 personas en el país, de acuerdo con el último reporte oficial.

El número es elevado para el maltrecho sistema sanitario de Venezuela, que atraviesa su propia crisis desde hace décadas.

Pero palidece en comparación con los de naciones como Italia o España, donde hay miles de contagiados y cientos de muertos por el nuevo coronavirus.

El Ejecutivo venezolano, además, suspendió las jornadas laborales y escolares, e hizo obligatorio el uso de mascarillas para ingresar a farmacias y supermercados, los únicos comercios con permisos para operar.

«NO PODEMOS ESTAR EN CUARENTENA»

A varios kilómetros de Petare, en el barrio Los Mecedores, en el oeste de Caracas, una veintena de personas hacía fila hoy frente a una veta de agua conocida como «la filtración».

El agua mana sin descanso, pero también sin la certeza de que sea apta para el consumo humano. Nadie sabe porque brota aquí y no sale por los grifos de las humildes viviendas de Los Mecedores.

Solo se conoce que la veta se hizo pública cuando se paralizaron las obras de un túnel que conectará esta región del oeste capitalino con el estado de La Guaira, donde están los balnearios favoritos de los caraqueños.

«No podemos estar en cuarentena en la casa si tenemos que abastecernos con el agua, la comida. Es difícil», dijo a Efe en «la filtración» un joven que prefirió no identificarse.

COMPARTIENDO LA BUENA SUERTE

Cerca de él, Piedad Pérez prestaba una manguera para ayudar a sus vecinos a obtener agua.

Ella tampoco sabe de dónde sale el agua que fluye por las tuberías de su casa cada jueves -único día de la semana que esto ocurre-, ni por qué ella sí disfruta del servicio mientras sus vecinos no.

Pero la mujer de 56 años comparte su buena suerte y surte a sus secos vecinos, que llevan años sin ver caer agua por los grifos de sus viviendas.

«Trato de ayudar, yo saco un chorro de mi casa y se lo coloco a ellos. Y ellos vienen todos los jueves», dijo Pérez a Efe desde el mismo sitio donde, con el aporte del agua que sale casi de forma mágica por sus tuberías, regenta un lavadero de autos.

Al igual que Marrero en Petare, cientos de residentes del acomodado barrio de Chacao, en el este de Caracas, desafiaron la cuarentena el jueves para abastecerse de agua.

La alcaldía local dispuso de cisternas y los residentes, que hace años enfrentan severas limitaciones en el suministro de agua pese al renombre del barrio, hicieron largas filas para llenar bidones.

Una comisión del Parlamento de Venezuela dijo este mismo jueves, citando datos de la encuesta nacional de servicios públicos, que cerca del 80 % de los hogares en Venezuela no cuenta con agua potable de forma regular.

«Hay zonas en Venezuela que pasan dos meses sin agua», dijo a periodistas la legisladora Nora Bracho. «Además, el agua que llega es cruda, es decir, sin potabilizar», añadió.

El suministro del recurso hídrico ha sido por años uno de los principales problemas de la capital venezolana, que necesita de 21 metros cúbicos por segundo para cubrir su demanda, de acuerdo a estudios de la ONG Ciudadanía en Acción, pero solo recibe 9.

«La falta de higiene potencia el contagio (de COVID-19)», dijo a Efe el director de esta ONG, Edison Arciniega, al resaltar la necesidad de surtir de agua a la población para atacar de forma efectiva al nuevo coronavirus.

 

EFE

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