Sofia.- El papa Francisco pidió este domingo a las autoridades búlgaras «que no cierren los ojos, el corazón, y la mano» a los migrantes, en su discurso a las autoridades en el primer día de visita a Bulgaria, a cuya capital llegó este domingo.
En su discurso en el patio del palacio presidencial en Sofia y después de entrevistarse con el presidente búlgaro, Rumen Radev, Francisco lanzó este llamamiento en un país que ha aplicado una política dura contra la migración.
En Bulgaria ha sido construida una valla metálica de más de 270 kilómetros en su frontera con Turquía para evitar la entrada de los sirios, afganos e iraquíes que huían de la guerra.
Esfuerzos
Francisco recordó que pasados 30 años del final del régimen soviético «que limitaba la libertad y las iniciativas» ahora Bulgaria debe afrontar las consecuencias de la emigración, con más de dos millones de búlgaros que han dejado el país.
Reconoció que Bulgaria está haciendo esfuerzos para que los jóvenes del país no se vean obligados a emigrar, y además pidió mayores esfuerzos para que puedan encontrar «las condiciones que les permitan llevar una vida digna».
También hizo hincapié que Bulgaria tiene que hacer frente «al fenómeno de aquellos que buscan entrar dentro de sus fronteras, para huir de la guerra y los conflictos o la miseria».
«Los migrantes intentan alcanzar de cualquier forma las zonas más ricas del continente europeo, para encontrar nuevas oportunidades de existencia o simplemente un refugio seguro».
No cerrar los ojos
Ante un país que conoce bien el «drama de la emigración», el pontífice instó a las autoridades y al pueblo búlgaro a que no cierren «los ojos, ni el corazón, ni la mano a quien llama a vuestra puerta».
Según Cáritas, en 2018 aproximadamente 2.500 personas buscaron asilo en Bulgaria, de los que solo 712 recibieron protección internacional.
El Gobierno búlgaro rechazó el pasado año firmar el Pacto Migratorio de Naciones Unidas, que Francisco siempre ha promovido.
Ortodoxia
En otro momento de su discurso, saludó a los líderes ortodoxos y de otras confesiones y a ellos indicó su «fuerte convicción» de que cada religión está «llamada a promover la armonía y la concordia».
También deben abogar por instaurar «conexiones vitales entre civilizaciones, sensibilidades y tradiciones diferentes, y rechazando toda violencia y coerción»
«De este modo, serán derrotados todos aquellos que buscan por todos los medios manipularla e instrumentalizarla», apuntó.
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