Los Ángeles.-La primera escena de Generation de HBO muestra a una chica en edad de ir al instituto esperando a su amiga en el lavabo de un centro comercial. No sale ni a la de tres. De dentro del cubículo salen alaridos de dolor. Supuestamente es la menstruación. Pero no. En realidad la adolescente está de parto y no quiere llamar a una ambulancia porque no quiere que sus padres se enteren. Nadie conocía su embarazo y quiere parir allí mismo.

Es una presentación directa para una serie de adolescentes. Tiene un punto sórdido y turbador: que alguien decida libremente parir en un lavabo público sin ninguna clase de medida sanitaria y sin conocimientos de medicina es una imprudencia salvaje. Però la escena también transmite caos y sentido del humor con la chica de fuera buscando información sobre partos naturales en google, con la batalla de gritos de las dos, ambas sobrepasadas por la situación. Es en ese punto que la trama retrocede tres meses. Toca conocer mejor esos dos personajes y el resto de adolescentes de su alrededor.

El maestro de ceremonias, por ejemplo, es Chester (Justice Smith), que recibe amonestaciones en el instituto por desafiar las convenciones sociales a la hora de vestir. Está Nathan (Uly Schlesinger), que es bisexual y se siente atraído por Chester, y también su hermana Naomi (Chloe East), que está interesada en perder la virginidad con su novio. También está Greta (Haley Sanchez), con una situación difícil en casa y enamorada de Riley (Chase Sui Wonders), una estudiante muy segura de si misma; y está Delilah (Lukita Maxwell) y Arianna (Nathanya Alexander), que cree que tener dos padres homosexuales le da derecho a soltar los comentarios más homófobos del instituto.

Es coherente el equipo que está detrás de las cámaras. Por un lado, los creadores son el guionista Daniel Barnz (Cake) y su hija Zelda de 19 años. Hay, por lo tanto, una voz muy joven en la sala de guionistas. Por el otro, Lena Dunham es la productora ejecutiva, una persona que sabe muy bien lo que significa hablar de una generación y desde el presente tras escribir, dirigir, producir y protagonizar Girls, pieza clave en el imaginario millenial.

Y es que Generation tiene elementos de las series adolescentes de siempre pero se ejecutan desde una mentalidad presente y en el marco de los Estados Unidos (que, por la globalización 2.0, se siente cercano). Están los conflictos de siempre como los embarazos no-deseados, lo complicado de vivir en una familia desestructurada, el descubrimiento de la propia sexualidad o los instintos suicidas encubiertos pero todos ellos adaptados desde el presente.

Los adolescentes de Generation llevan vidas transmedia: está la versión que viven en persona y después su comportamiento complementario en el smartphone. Son adolescentes motivados política y socialmente. Entienden la sociedad desde la diferencia, desde la necesidad o la inevitabilidad de colocarse una etiqueta sobre su propia identidad (porque la sociedad lo hará igualmente), como demuestra el soliloquio de Chester en el segundo episodio, donde describe todos los clubes sociales del centro escolar. Y también son personas que reflexionan sobre el vocabulario que utilizan, sobre lo que es ofensivo y lo que no (y quien lo puede decir y quien no), y cero idealistas a la hora de contemplar su futuro.

En los tres primeros episodios emitidos, Generation se adentra en este tapiz de diversidad teen desde el respeto pero también desde el relativismo. Hay conflictos latentes pero también hay humor y hay desfachatez. Los personajes no viven su día a día como una batalla sino como su día a día, la realidad que les ha tocado vivir. A diferencia de la magistral Euphoria, también de HBO y de mirada mucho más pesimista, no se los trata como personas rotas.

Esto se agradece. La semana pasada veía Ginny y Georgia de Netflix y no pude evitar preguntarme si los adolescentes de hoy en día no tenían el derecho de tener ficciones que no les retratasen desde el desasosiego. Incluso en una especie de versión actualizada de Las chicas Gilmore uno tenía que despedir los episodios desde la ansiedad de ver a la protagonista adolescente quemándose la pierna con un mechero para canalizar su frustración.

Con información de La Vanguardia.com

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