Los guayaneses realizaron una movilización, organizada por la Fundación por la Dignidad Sagrada de la Persona, para denunciar el incremento de la violencia y exigir el cese de la misma contra la juventud de la ciudad.
Bajo el lema «No podemos callar», la marcha partió desde la Plaza Alí Primera hasta la redoma El Dorado.
Esta jornada, que se lleva realizando desde hace 15 años, tuvo un carácter solemne y reivindicativo.
Los asistentes elevaron sus oraciones y exigieron celeridad en las investigaciones de los casos de Alexander Alvarado (15), Ashleikert Ríos (17), Josué Mata (16) y Angelys Benavides (17), cuyos muertes han conmocionado a la comunidad.
«Nos motiva el dolor por la muerte de estos jóvenes y de otros que han ocurrido en estos meses, al igual que las desapariciones», dijo Carlos Ruíz, párroco de la parroquia San Martín de Porres de San Félix.
Ante la pregunta sobre cómo prevenir estos hechos, la Iglesia propone una ruta basada en la colectividad.
Ruíz advirtió que la violencia es un «monstruo que no selecciona víctimas» y que afecta tanto a hogares desestructurados como a familias bien constituidas.
«El gran problema de nuestro pueblo es la desorganización, lo cual nos lleva al aislamiento. Cada quien intenta solucionar su problema de manera individualista y esto es imposible en la sociedad en la que vivimos», explicó el párroco.
La institución eclesiástica hizo un llamado urgente a la unión de las familias y de los sectores más vulnerables.
«Solo desde la asociación y la unión de los pobres nos podemos liberar de este problema», concluyó, instando a la ciudadanía a transformar el dolor por las pérdidas en una fuerza organizativa que exija derechos y protección para la juventud.
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