Riga – Letonia, que perteneció a la antigua Unión Soviética, espera el 9 de mayo, en que se conmemora la victoria sobre la Alemania nazi, en un clima de crispación hacia su minoría étnica rusa con motivo de la guerra en Ucrania y con fragmentación en el seno de esta comunidad.

Aproximadamente un cuarto de la población del país es de origen ruso, muchos de ellos descendientes de personas reubicadas durante la ocupación soviética como trabajadores de la industria o como parte del ejército.

Muchos ciudadanos de origen letón ven el 9 de mayo más bien como una glorificación del totalitarismo soviético y el terror que trajo al país báltico en lugar de como celebración de la derrota de la odiada ocupación nazi.

Una encuesta de la compañía de investigación social SKDS mostró a principios de marzo, días después del inicio de la invasión de Ucrania, que el 90 % de los hablantes de letón apoyaba a Kiev, mientras que entre los hablantes de ruso sólo lo hacía el 22 %.

El 46 % no respaldaba a ninguna de las partes y el 21 % favorecía a Rusia.

A principios de mayo, el director de SKDS, Arnis Kaktins, informó en Twitter de que entre los rusófonos el apoyo a Ucrania había subido al 30 %, mientras que ya sólo el 13 % respaldaba la política del Kremlin.

Sin embargo, la primera encuesta, muy comentada en los medios, contribuyó a consolidar la idea de que los letones rusófonos son indiferentes a la guerra o apoyan a Rusia, una actitud que contrasta en gran medida con la de los hablantes de letón.

Una minoría de la comunidad rusa apoya al Kremlin hasta el punto de haber protagonizado incidentes contra refugiados ucranianos o personas que expresaban su respaldo a Kiev con banderas o pegatinas, un hecho que ha encontrado amplio eco en redes sociales, que se han llenado de comentarios enfurecidos.

Incluso una protesta contra la guerra en Riga a la que asistieron cientos de rusófonos el pasado 23 de abril fue recibida con escepticismo y dudas sobre la sinceridad de sus participantes.

Elizabete Krivcova, una abogada activa a favor de los «derechos de los rusos» -como un acceso más fácil a la ciudadanía o la preservación de las escuelas rusas-, explicó a EFE que con la guerra de Ucrania la posición en que se encuentra la minoría es «de mayor debilidad».

«Como muchos políticos dicen abiertamente, es una oportunidad de resolver las contradicciones acumuladas por la fuerza, prohibiendo, derribando monumentos y excluyendo,» denunció.

Igors Vatolins, un periodista que ha fundado el grupo de Facebook «Eurorrusos», opina por el contrario que es un error pensar que los hablantes de letón y de ruso adoptan automáticamente posturas enfrentadas en cuanto a la invasión de Ucrania.

En este contexto, «el cliché de las antiguas diferencias entre rusos y letones parece particularmente contraproducente», destacó en conversación con EFE y subrayó que la diferencia no la marca la lengua materna, sino «la actitud con respecto a la libertad y la democracia».

Hay más «putinistas» -en referencia al presidente ruso, Vladímir Putin- entre los rusófonos, concede, pero en esta comunidad existen también «unos cuantos anti-putinistas radicales que creen en un futuro con una Rusia democrática».

El 9 de mayo constituirá otra prueba para las relaciones entre ambos grupos étnicos y, a pesar de las prohibiciones oficiales, se espera que nutridos grupos de rusos intenten depositar flores en el Monumento de la Victoria de Riga.

Las autoridades locales han autorizado la instalación cerca del monumento de una exposición de gran formato de fotografías de víctimas de la guerra de Ucrania, lo que los partidarios del Kremlin a su vez podrían interpretar como una provocación.

Aunque no hay indicios de posibles disturbios la Policía ha anunciado que se mantendrá en máxima alerta tanto en Riga como en el resto del país.

 

Juris KazaEFE

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