Puerto Príncipe, Haití. Niños de todas las edades, con cascos y botas, aprenden a montar a caballo en un centro ecuestre en Haití, una actividad con la que se persigue alejar a los pequeños de la delincuencia de las bandas que asolan los barrios marginales de Puerto Príncipe.

Las clases tienen lugar en el Athletic Club, un centro ecuestre ubicado en el barrio marginal de Cité Militaire, cerca del aeropuerto internacional, donde los tradicionales socios del club prácticamente han desaparecido a consecuencia de la creciente ola de violencia.

Ahora, cada mañana de sábado el club ofrece clases para introducir en la hípica a los niños de esta zona y de otros barrios marginales cercanos, como Cité Soleil o Village Solidarité, donde los grupos armados imponen su ley.

«La práctica de este deporte permite al niño salir de una atmósfera rodeada de armamento», dijo a Efe Normandy Chéry, instructor jefe del Athletic Club.

En estos momentos, la escuela cuenta con 23 alumnos, aunque los responsables del proyecto esperan poder aumentar la cifra de participantes a medida de que logren recaudar los fondos necesarios para costear los caballos y su mantenimiento.

De momento, los alumnos usan los caballos adiestrados que fueron abandonados por los antiguos socios del club, algunos de ellos importados de la República Checa, la República Dominicana y los Estados Unidos.

 

FORMAR A PERSONAS ÚTILES

 

Más allá de conocer la posición correcta del jinete y aprender a cabalgar, los niños también se implican en la preparación y en el cuidado de los caballos.

«Participamos en su formación ciudadana. Les ayudamos en la cuestión del liderazgo que les permitirá, aunque estén en un barrio obrero, tener un futuro para convertirse en ciudadanos en el futuro», dijo Chéry.

Otro punto importante, subrayó el instructor, es que esta actividad les incentiva a «cultivar el amor al prójimo» y además ocupa el tiempo libre de los niños, para evitar que caigan en las redes de las pandillas.

 

LA VIOLENCIA CRECE EN LAS BARRIADAS

 

El propio Chéry explica que la equitación, deporte al que él está ligado desde niño porque su padre lo practicaba, fue la razón que lo alejó de las bandas.

«Este deporte es el que ha evitado que me convierta en un bandido. Este deporte me salvó de la criminalidad», dijo el instructor.

Ahora trata de aplicar su ejemplo a otros niños que viven en los alrededores del centro de equitación, un sector considerado como una «zona prohibida», una región adonde no es seguro adentrarse por los frecuentes enfrentamientos que se registran entre los grupos armados que se disputan el control de la zona.

La violencia de las bandas ha crecido aprovechando la inestabilidad política de los últimos meses, agravada tras el asesinato del presidente Jovenel Moise.

Las pandillas fueron responsables de más de 900 secuestros a cambio de rescate, así como de centenares de asesinatos en 2021, según cálculos de grupos derechos humanos.

 

UN DEPORTE DESCONOCIDO EN HAITÍ

 

La hípica es un deporte prácticamente desconocido en Haití, al margen de una muy minoritaria elite que sí podía practicarlo en lugares como el Athletic Club, pero que ahora se ha visto ahuyentada por la criminalidad.

En muchas comunidades agrícolas, el caballo sí sigue siendo un medio de transporte para ir al huerto, o para buscar agua, o para hacer cualquier actividad cotidiana.

Sin embargo, el instructor sueña con la expansión del deporte, para lo que hace un llamamiento a posibles donantes, para apoyar la construcción de centros ecuestres y también, de polideportivos.

«El deporte, sumado a la educación, puede ayudarnos mucho a salir de la situación en la que estamos», concluyó Chéry en alusión a la crisis que atenaza el país.

EFE noticias

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