Guatemala.- El presidente de Guatemala, Jimmy Morales, cargó este jueves contra la Corte de Constitucionalidad -el máximo tribunal del país- y la llamó «Corte Celestial» tras señalarla de retrasar algunas resoluciones y resolver de forma exprés otras, además de «legislar» y «romper los órdenes constitucionales».

Durante su discurso en el Encuentro Nacional de Empresarios 2019, Morales aseguró que el éxito de un Estado depende en buena medida de contar con «reglas claras», por lo que dijo que un país no puede «tener dos cortes constitucionales que nos digan cosas diferentes sobre un mismo tema; no podemos».

Enfatizó que no es posible tener un tribunal «que emita resoluciones gallo-gallina, ¿qué es eso?», preguntó y aseguró que tampoco se puede contar con una Corte «que emita amparos exprés y que en otros casos se demore una eternidad para resolverlos», pues «se puede desconfiar de un posible retardo malicioso de la justicia».

En esta misma línea, lamentó que haya un Constitucional «que legisle», pues «para eso está el Congreso», al igual que un alto tribunal «que dirija la política exterior, pues para eso está la Presidencia».

Dijo que el Constitucional no debe «romper con los períodos constitucionales de las cortes del Estado, para eso existe un texto constitucional que se debe respetar al pie de la letra», en referencia a la ampliación del mandato del Supremo ante la anulación de la pasada elección.

Morales expresó que no es posible «tener una Corte de Constitucionalidad que haga política, para eso están los partidos», y pidió al público plantear si la entidad es una Corte «Celestial o Cooptada» y sugirió comparar los términos «de acuerdo a lo que hemos estado viviendo, ¿cuál será el nombre pertinente?».

El mandatario, que concluye su período de Gobierno el 14 de enero próximo, dijo que las naciones fracasan también porque «la calidad de los funcionarios va en detrimento de la ley» y sostuvo que la figura del amparo «ha sido mal utilizada» y responde «a intereses perversos o ideológicos que al final de cuentas son lo mismo».

Como lo había hecho anteriormente, reiteró que el apodo de «Amparito Rodas» hecho al procurador de los Derechos Humanos, Jordán Rodas Andrade, no lo puso él, pero lo felicitó «porque se lo ganó a pulso».

Y advirtió sobre la posibilidad de que el anterior superintendente de Administración Tributaria, Juan Solórzano Foppa, «creó una bendita oficinita» cuyo fin «se dice que fue para dañar a contribuyentes estratégicos y si esto es cierto: qué mal, muy mal».

Por ello dijo que «la ética de los funcionarios es vital para el fortalecimiento institucional. Y Ojo con nombrar a personas con rencores y resentimientos. Una vez se cometen los errores, no más».

El presidente también cargó contra la prensa, a la que primero definió como una «institución democrática», pero luego preguntó si en el país es una «institución sólida» y si «los chismes pueden fortalecer la institucionalidad de la prensa».

Sin decir nombres, pronunció que «a diferencia de varios medios que mediatizaron la justicia selectiva que tanto daño le ha hecho a la democracia» hay otros que «mantienen esa integridad y son instituciones que fortalecen la institucionalidad que necesita el país».

Sugirió que muchas investigaciones periodísticas «respondían a una estrategia de comunicación política electoral de quien hoy es prófuga de la justicia (sic)», en referencia a la exfiscal Thelma Aldana, y sostuvo que «un periodismo serio no difunde noticias falsas ni pierde objetividad e independencia».

Así como en Guatemala «una Corte le dice a otras cortes, al Congreso o al Ejecutivo que no pueden ejercer sus funciones», mencionó que América Latina «comparte muchas similitudes respecto del estancamiento de las instituciones democráticas que poco a poco se asfixian y sobrepasan a las capacidades de las instituciones que no evolucionan a la velocidad que crecen las demandas ciudadanas».

Ejemplo de ello es la «pérdida de la institucionalidad en Perú», apuntó el presidente guatemalteco, quien relató cómo el expresidente Pedro Kuczynski «pregonó la lucha contra la corrupción y al poco tiempo se vio involucrado en el escándalo de corrupción de la empresa (brasileña) Odebrecht».

Al renunciar Kuczynski «lo sucedió el vicepresidente Martín Vizcarra, quien recientemente desconoció al Congreso, que luego lo intentó remover para colocar a la vicepresidenta Mercedes Aráoz, que renunció al cargo».

Esa situación generó «una crisis institucional sumamente delicada», que «afecta su gobernabilidad y así podemos seguir enumerando países de América Latina que presentan crisis como Venezuela, Ecuador y muchos más», enumeró.

Por eso, concluyó, «les digo a los que quieren y siguen interesados en forzar un rompimiento constitucional en Guatemala, les digo cuidado, cuidado. Todos podemos ver cómo comienza, pero nadie sabe cómo puede terminar un rompimiento de esa naturaleza».

EFE

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