En mis recuerdos y nostalgia por los años que he transcurrido (80 y dele) hice un recorrido mental, desde el año 1945 (tenía tres años de nacido) pero siempre con el disco duro funcionando; cuando había algún enfermo en la casita y había que recurrir a alguien para colocar una inyección, había una persona que desde muy temprano recorría las calles con un maletín en sus manos (haciendo el papel de médico a domicilio) donde guardaba jeringas reusables, alcohol, algodón y agujas las cuales volvía a usar después de bañarlas en alcohol o agua caliente) y cobraba bolívares uno por cada “puyada”: a ese señor se le llamaba “El Practicante”.

“El Panadero” nos visitaba muy temprano, en una carretilla o un burrito y nos dejaba 10 bollos de pan por un bolívar, habían otros que no solo el pan, sino también el litro de leche en unos recipientes y un enorme cucharon con el cual servían el “líquido perlino de la consorte del toro” en una jarra que se mantenía en casita para tal efecto.

“La Arepera” señora  que se dedicaba desde muy temprano a moler el maíz, amasar y luego en un fogón asarlas, las había normales, de maíz pilado y maíz pelado, cada una de ellas costaba una “locha” con mantequilla y queso eran insustituibles.

El kerosene (en Maracaibo lo llaman el Gas) existía un camión cisterna en los barrios, el cual recorría las calles y en la parte trasera iba un ayudante tocando una campana anunciando su presencia y se oía el grito que decía: ¡!ahí viene el gas, apuráte!!. El litro costaba una locha (12 céntimos y medio) ahora, un litro nos cuesta 5 dólares, este producto extraído del petróleo era de mucha importancia,  ya que no existían cocinas eléctricas, ni de gas, en caso extremo se cocinaba con leña.

“El peluquero”, también utilizaba un maletín y la maquinita manual, tijera, peine, más la hojilla para sacar el corte y su debido trapito para colocar en el cuello, esto costaba un bolívar y era el amigo de todos en el barrio, pero el corte siempre era de hombres.

“El Perfumero” visitaba casa por casa, ofreciendo fragancias “francesas”, polvos “sonrisa”, alcoholado tropical marca El Pingüino, brillantina para el cabello, Glostora, Bay Rum, Tricófero de Barry y algunas otras cosas, estos productos los dejaba “fiao” para pagarlos en cómodas cuotas semanales.

“Los Marchantes” estos, generalmente eran ciudadanos libaneses a quienes le decíamos “los turcos”. Venían con maletas llenas de cortes de telas, cobijas, toallas, de la misma  manera la dejaban para cancelar “poco a poco” luego la señora de la casa buscaba los servicios de las Costureras o Modistas para hacer los trajes necesarios.

“El Vendedor de Prendas”, ese traía pulseras, cadenas, sortijas, relojes etc compitiendo así con las joyerías de la ciudad.

“El Fotógrafo”, aunque no se lo pidieran, él tomaba fotos a los niños y grupos familiares, de estas tomas después de reveladas se hacían ampliaciones, las coloreaban, montaban en un marco de madera y era muy difícil que fuera rechazada por la señora de la casa.

“El Chichero”, “el Raspaero” o “Cepillaero”, “Bola de Nieve”, el vendedor de “melcocha” y en cada cuadra donde se vivía había, no menos de dos o tres bodegas, donde se lograba conseguir desde agujas para coser, agujas para tejer y agujas para bordar, incluso tenía los productos que hoy solo tienen  las farmacias autorizadas, como Linimentos de Sloan, Píldoras del Doctor Ros, Enteriobioformo, diversidad de purgantes, sulfatiazol, Aceite de Hígado de Bacalao (emulsión de Scott) curitas de mercurocromo o de sulfa para heridas leves y superficiales, cremas para quemaduras leves, alcohol, yodo,etc- etc. Y la famosa caja azul que se llamaba “Kotex” a la cual le sacábamos el cuerpo cuando nuestra madre nos mandaba a comprar, pero por otro lado, en las bodegas, pulperías, tiendas, gaticos, (diferentes nombres dados a este tipo de establecimiento) encontrábamos la famosas Colitas, el Green Spot, el Orange Cruz, la Crema Soda, y las espumosas de diferentes marcas, Zulia, Regional, Caracas, La Llanera, Los Andes y algunas importadas, en ½ jarra, el botellón, el tercio y la botellita normal o la negrita.

Pero… para todo esto teníamos a disposición, las monedas “El fuerte” la moneda de dos, o de un bolívar, la de 0,50, la de 0,25, la recordada “locha” o “cuartillo” 12  céntimos y medio, “la pulla, cobre, o centavo 5 céntimos, y todas eran aceptadas por que con ellas podíamos adquirir algo para nuestros alimentos o “chucherías”; no puedo dejar de recordar que: las señoras de la casa cocinaban con manteca, era más económico, no se veía salsa de tomate, ni mayonesa, ni mostaza, el pasaje urbano costaba “medio” la “carrerita solo bolívares tres, el pasaje aéreo a Maiquetía costaba bolívares 80,oo, en autobuses de lujo costaba bolívares 25,oo, las fiestas caseras se animaban con un tocadiscos (pick out) discos de 78, 45 y 33 r.p.m, con cornetas y agujas alquiladas.

La televisión era educativa, y, en blanco y negro (no todo el mundo tenía acceso a ese nuevo aparato, que parecía que tenía gente adentro), cuando en la escuela faltaba el maestro del salón, mandaban a un “bachiller” a cubrir la clase, persona a quien con mucho respeto se trataba, tenía autoridad absoluta.

Otros oficios: El Amolador con su sonora armónica, El Cartero, El Masajista, El Curandero, Los Sanes o Su-Su, Las Dupletas  y cuadros de Caballo, Las Loterías del Zulia, de Caracas, del Táchira, Las Ñapas o granos en las botellitas, la prensa para informarnos a muy tempranas horas, la batuta la mantuvo El Nacional, costaba 0,25, El Universal, Últimas Noticias, El Mundo, La Esfera, El Heraldo, La Religión, Tribuna Popular, en Maracaibo, Panorama, Diario de Occidente, Informaciones, Critica y muchísimos otros más, pero quiero cerrar con un oficio muy delicado, del cual mi querida y adorada madre se sirvió: siete hijos, seis fuimos nacidos en la casa en manos de LA PARTERA O COMADRONA, el mayor nació en la Maternidad Concepción Palacios en la Avenida San Martin, Parroquia   San Juan Caracas, esta señora partera era una experta, cobraban desde 10 a 20 bolívares, la exigencia era mantener agua caliente, toallas, algodón, gasa, alcohol y un buen “sancocho de gallina” no podía faltar y el padre de la criatura con sus amigos los famosos “Miaos” para celebrar el advenimiento del nuevo miembro del hogar.

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