Madrid.- La expansión del coronavirus que congeló la música en vivo hace aproximadamente un mes ha dividido el aún semiactivo sector discográfico entre los que aplazan sus álbumes y los que apelan a su «responsabilidad» como artistas. Solo una cosa es segura: tras la pandemia, esta industria no será igual.
«Con el cierre de las tiendas, hemos tenido que parar fábricas porque no había forma de servir producto. Por ello, se han aplazado lanzamientos que pudieran ser relevantes en cuanto a venta de unidades físicas y otros en proceso de fabricación», explica José María Barbat, presidente de Sony Music Iberia.
Entre los discos retrasados por la COVID-19 se cuentan los de Alicia Keys (saldrá el 15 de mayo), The 1975 (22 de mayo), Alanis Morissette (22 de mayo), Rufus Wainwright (10 de julio), The Pretenders (17 de julio), así como los de Sam Smith, Haim, CNCO o, sobre todo, Lady Gaga, cuyo «Chromatica» debería haberse editado este viernes.
«Si hay una ocasión para ser útiles como artistas es esta, acompañando a la gente en la angustia y el aburrimiento», argumentaba Juan Alberto Martínez, de Niños Mutantes, ante la reciente publicación de su álbum.
La de la ética artística fue la razón que esgrimió también la británica Dua Lipa para anticipar una semana la salida de «Future Nostalgia», un gesto entre lágrimas que unos interpretaron por la emoción del momento y otros por la filtración horas antes del álbum íntegro, lo que hacía inoperativo su aplazamiento.
En las últimas semanas han salido más álbumes importantes que actualmente reinan en listas, como los de J Balvin, The Weeknd o Childish Gambino, amén de un torrente de canciones inspiradas por el confinamiento. El caso más extremo será el de la británica Charli XCX, que el 15 de mayo lanzará «How i’m feeling now», álbum compuesto y grabado durante este periodo.
¿Por qué unos sí y otros no? Algunos artistas son más dependientes de las rutinas y formatos tradicionales de la industria. Lo ejemplifican a la perfección las listas de éxitos españolas, con muy pocas coincidencias entre el «top 10» de discos más vendidos en formato físico (las descargas digitales son anecdóticas) y el de álbumes más escuchados en «streaming».
Para los primeros, la semana de lanzamiento es especialmente estratégica por la novedad y eventos paralelos como «showcases» o firmas de discos que estimulan las ventas. Después, ese efecto se diluye por lo general en un contexto de fuerte competencia.
El coronavirus, sin embargo, ha dejado «k.o.» ese mercado y, aunque algunas de las distribuidoras fuertes siguen enviando pedidos a través de sus webs, en casos como Amazon no compran sus fondos en el país de referencia, por lo que no computan ni en sus listas ni en sus cuentas.
El «streaming», la opción que levantó las cifras mundiales tras la debacle de la piratería, se ha convertido igualmente en el refugio frente al coronavirus, sobre todo para trabajos que atraen al público más joven, véase la propia Dua Lipa o la música urbana.
«Es inevitable que nos centremos en artistas y géneros que tienen éxito en lo digital, pero hay que ser cuidadosos, porque eso puede cambiar tan rápido como lo hacen los contratos con esas plataformas. Ahora mismo se fomenta el consumo masivo basado en las reproducciones, pero la música urbana tiene un recorrido más corto, más de actualidad. Es nuestra responsabildad no abandonar la diversidad», previene Barbat.
En este sentido, llama la atención sobre el hecho de que uno de los catálogos que más se está moviendo en estas fechas sea el de El Canto del Loco, banda de pop español que desapareció mucho antes de que el «streaming» fuese una realidad.
«Nada será como antes de las crisis», reflexiona Barbat, quien vaticina «un cambio profundo en hábitos que elimine las reticencias que pudieran quedar al consumo digital, de forma que se convierta en una realidad transversal que no solo se concentre en los más jóvenes».
Aunque el dato terminó por estabilizarse y repuntar ligeramente, se cifró entre un 8 y un 11 % la reducción del tráfico mundial de escuchas en herramientas como Spotify en las primeras semanas del confinamiento en favor de otras ofertas de ocio en el hogar y por la supresión de los viajes a trabajos y clases.
Un informe reciente de Promusicae señalaba asimismo que el mercado discográfico español podría perder al menos 100 millones de euros en 2020, Italia estima pérdidas similares y en Reino Unido un estudio ha revelado que la pandemia podría haberle costado ya cerca de 23 millones de euros a los músicos.
Bien es cierto que la bajada del consumo no ha afectado a las plataformas de vídeo en «streaming» como Youtube, muy favorecido por su consumo más familiar, con un crecimiento global de un 12-15 %. «Pero hablamos del negocio sustentado por publicidad; esos ingresos están ahora por los suelos, así que se espera una brecha mayor entre el consumo y la retribución», previene Barbat.
«Esta situación nos ha pegado a todos una patada en el culo y nos ha mandado a 100 km de nuestra zona de confort, por lo que tendremos que explorar los nuevos parajes si queremos sobrevivir», apostilla Carlos Galán sobre el panorama que dejará esta crisis.
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