Por Luis Ramón Perdomo Torres ([email protected])
En estos tiempos de aflicción en los que pareciera que estamos viviendo el paso de un cataclismo, que nos mantiene como adormecidos, sin reaccionar ante las injusticias y los abusos de poder y si algunos lo hacen la mayoría nos hacemos “los locos”, esperando que unos pocos se inmolen por la mayoría. Porque pareciera que hemos confundido el concepto de paz, con sumisión y dependencia. Sin tener en cuenta que tal como lo han expresado muchos versados en el tema, “la paz no es ausencia de guerras, ni de conflictos, sino que es producto de la implementación de la justicia”.
Pero ¿qué es la justicia?, para el gran jurista romano Ulpiano: justicia es la constante y perpetua voluntad de darle a cada quien lo que le corresponde. Y el filósofo estadounidense, John Rawls: define la justicia como equidad, que consiste básicamente en el principio de igual libertad, el principio de justa igualdad de oportunidades y el principio de diferencia. Si confrontamos estos enunciados de justicia con la realidad que vivimos los venezolanos, tenemos que concluir que estamos en una negación total de lo que sería una sociedad de iguales regida por normas ontológicas y jurídicas, para poder saborear la anhelada paz para todos.
Porque es claro que la mayoría las personas añoramos la paz. Y hay quienes la anhelan desde su ámbito espiritual, económico, social y político, pero lo lamentable de este anhelo, es que, un buen número de esa mayoría parece creer que esa paz vendrá desde afuera, gracias a un cambio exterior, sin mucho esfuerzo personal. Sin embargo, esa no es orientación que DIOS no da a través de la Sagrada Escritura, ya que, para la visión bíblica, el concepto de paz va unido conjuntamente con la justicia, y donde la justicia es vista como una prerrogativa de la paz, tal como lo expresa el Salmo 10.
En la Historia de la Salvación la PAZ viene a significar la realización de las esperanzas mesiánicas y la conquista de la comunión definitiva entre DIOS y la humanidad, donde exista conglomerados humanos disfrutando de manera equitativa de las bondades creadas por DIOS. Por eso es que, el papa Francisco en la Exhortación Apostólica Alegría del Evangelio, dice: “La paz se construye, día a día, en la búsqueda de un orden querido por Dios, que trae consigo una justicia más perfecta entre los hombres. “Una paz que no surja como fruto de un desarrollo integral de todos, no tendrá futuro y será siempre semilla de nuevos conflictos” (EG n. 219).
Por es que, si queremos darle un sentido pleno a: “bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de DIOS” (Mt 5,9), No es trabajando por la paz y el silencio de los sepulcros, donde podemos hacer realidad este mandato, sino más bien luchando por el restablecimiento de la justicia en el día a día de nuestras vidas. Y si queremos darle vida a la expresión litúrgicas de “la paz esté contigo”, debemos saber que, no es un mero cumplimiento, sino un compromiso en la construcción de un mundo humano y fraterno.

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