Un equipo de investigadores ha revolucionado la comprensión humana de la historia temprana de la Tierra al proponer una teoría intrigante: nuestro planeta pudo haber estado rodeado por un anillo de escombros similar al de Saturno hace más de 400 millones de años. Esta hipótesis, publicada en la revista Earth and Planetary Science Letters, busca explicar una serie de impactos de meteoritos y un evento de glaciación global que ocurrieron durante el período Ordovícico.
La clave de esta teoría reside en el descubrimiento de casi dos docenas de cráteres de impacto ubicados en una estrecha banda alrededor del ecuador terrestre. Esta distribución inusual sugiere que los meteoritos que formaron estos cráteres no cayeron al azar, sino que provenían de un anillo de escombros que orbitaba nuestro planeta.
«Es estadísticamente improbable que tantos cráteres estén concentrados cerca del ecuador», afirma Andrew Tomkins, geólogo de la Universidad Monash y autor principal del estudio. «Deberían estar dispersos por todo el planeta».
Un anillo que oscureció el planeta
Los científicos creen que este anillo de escombros pudo haber causado una glaciación global al bloquear parte de la luz solar que llegaba a la Tierra. Esta sombra cósmica habría enfriado significativamente el planeta, desencadenando un período de intenso frío.
Según los investigadores, un gran asteroide, con un diámetro de aproximadamente 12 kilómetros, se habría acercado demasiado a la Tierra y se habría desintegrado debido a las fuertes fuerzas gravitacionales de nuestro planeta. Los fragmentos resultantes habrían formado un anillo alrededor del ecuador.
Esta nueva teoría tiene importantes implicaciones para nuestra comprensión de la evolución de la vida en la Tierra. El período Ordovícico fue una época de grandes cambios, y el impacto de un anillo de escombros y una glaciación global podrían haber desempeñado un papel crucial en la extinción de muchas especies y en la diversificación de otras.
Un rompecabezas cósmico
Los científicos esperan que futuras investigaciones ayuden a confirmar o refutar esta teoría. Al estudiar los cráteres de impacto y los registros geológicos de la época, los investigadores podrán obtener una imagen más clara de cómo se formó el anillo y qué impacto tuvo en la Tierra.
Este descubrimiento nos recuerda que la historia de nuestro planeta está llena de sorpresas y que aún queda mucho por aprender sobre nuestro lugar en el universo.
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