La industria tabacalera ve cómo el negocio del humo es cada vez menos rentable en los países occidentales, y busca alternativas para mantener sus beneficios. En España sus apuestas son el tabaco calentado y los vapeadores, pero hay otra incipiente: las bolsitas de nicotina, también conocidas por su nomenclatura en inglés, nicotine pouches.

Pese a que su consumo es por el momento muy marginal, la Comisión Europea acaba de mostrar su preocupación por este nuevo producto adictivo.

En una respuesta al europarlamentario socialista Nicolás González Casares, la comisaria de salud, Stella Kyriakides, expresaba la semana pasada que “la creciente popularidad de las bolsitas de nicotina plantea graves problemas de salud pública y representa un reto cada vez mayor para el mercado interior”.

Pero reconoce que, hoy por hoy, es un sector que vive en un vacío legal, ya que quedan fuera del ámbito de aplicación de la Directiva 2014/40/UE sobre los productos del tabaco.

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