“En aquel tiempo, como algunos estaban hablando del Templo, con sus hermosas piedras y los adornos que le habían sido regalados, Jesús les dijo: «Mírenlo bien, porque llegarán días en que todo eso será arrasado y no quedará piedra sobre piedra.» Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso, y qué señales habrá antes de que ocurran esas cosas?» Jesús contestó: «Estén sobre aviso y no se dejen engañar; porque muchos usurparán mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías, el tiempo está cerca. No los sigan. No se asusten si oyen hablar de guerras y disturbios, porque estas cosas tienen que ocurrir primero, pero el fin no llegará tan de inmediato.» Entonces Jesús les dijo: «Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. Habrá grandes terremotos, pestes y hambre en diversos lugares. Se verán también cosas espantosas y señales terribles en el cielo. Pero antes que sucedan estas cosas a ustedes, los perseguirán, los entregarán a los tribunales judíos y los meterán en sus cárceles. Los harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre, y ésa será para ustedes la oportunidad de dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preocuparse entonces por su defensa. Pues yo mismo les daré palabras y sabiduría, y ninguno de sus opositores podrá resistir ni contradecirles. Ustedes serán entregados por sus padres, hermanos, parientes y amigos, y algunos de ustedes serán ajusticiados. Serán odiados por todos a causa de mi nombre. Con todo, ni un cabello de su cabeza se perderá. Manténganse firmes y se salvarán”.
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela
En este Trigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a la Beata María Teresa de Jesús. Fundadora del Instituto de Nuestra Señora del Monte Carmelo, gran contemplativa, mística de la Pasión. En ella, se cumple maravillosamente el dicho de san Juan de la Cruz: «Donde no hay amor, pon amor, recibirás amor». Nació el 15 de mayo de 1825 en Montevarchi, Toscana, Italia, y murió el 14 de noviembre de 1889. Fue beatificada el 8 de octubre de 2006 por el cardenal Saraiva, como delegado del Papa Benedicto XVI. Hoy también celebramos el Día Mundial del Abrazo en Familia, bajo el lema; “Familia, vive con alegría y santidad la vocación al AMOR”.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO según San Lucas, capítulo 21, versos del 5 al 19. En el que relata parte del discurso apocalíptico presente en este Evangelio, estructurado en dos vertientes. La primera es una respuesta a la apreciación que algunos hacían de la magnificencia del Templo, JESÚS anuncia que todo ese esplendor desaparecerá. Y luego surge la pregunta sobre el cuándo, hecha con un ribete de curiosidad, esperando una respuesta al estilo de una crónica, con sus etapas cronológicas. Pero los horizontes se amplían con las respuestas magistrales que el Maestro da a sus interlocutores y que Lucas las sabe actualizar utilizando ese género literario tan misterioso como es la escatología.
En la segunda vertiente del discurso de esta narrativa, JESÚS trata de animar a sus seguidores, frente a las acciones que vendrán sobre Él y sobre ellos por haber asumido una actitud crítica en contra de las autoridades judías que, en connivencia con los romanos, explotaban al pueblo y le quitaban su dignidad de ser Hijos de DIOS.
EL Maestro dirige estas palabras de aliento porque sabe que la Misión de los cristianos de luchar en contra del mal y de quienes lo ejecutan, es sumamente riesgosa. Pero si se asume esta opción hay que resistir, porque no se trata de abandonarse pasivamente a la persecución que puede venir hasta de los familiares y allegados más íntimos. Por lo que, les tocará aguantar e ir contra corriente, y con tal actitud de constancia cada uno configurará su personalidad con el Maestro. El consuelo está en que recibirán para defenderse un lenguaje y una sabiduría irrefutable y tendrán la garantía de DIOS.
Ya que, antes del triunfo final los discípulos deberán de superar la prueba de la persecución, de la exclusión y de las injurias. JESÚS, se lo había dicho repetidas veces: “No es el siervo más que su Señor; si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán” (Mt 10,24-26). Por eso las primeras comunidades cristianas, vivieron duramente esta experiencia, pero a vez pudieron experimentar con mucho gozo la asistencia del prometido Paráclito, tal como lo expresó San Pablo: “ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20).
Al confrontarnos con el texto, podemos ver que no se puede pretender enfrentar las injusticias presentes en el mundo, sin que al mismo tiempo ese mundo se vuelva en contra de quienes denuncian las injusticias. Por lo que hay que recordar que, el mérito del cristianismo en sus primeros tiempos de existencia es el de haber servido de levadura para transformar la situación de opresión de millones de personas marginadas. Pero lamentablemente tal como nos sucede ahora, sufrió la tentación de asimilarse a la cultura dominante y terminar siendo parte de lo que quería cambiar.
Quizás terminamos sufriendo la metamorfosis que, evoca un refrán popular: “que hasta el hacha más afilada termina domesticada por el bosque que pretende cortar”, es decir que el filo inicial con el que comienza a cortar, a medida que pasa el tiempo no se puede conservar. Pasa igual con los cristianos que al inicio, quizás por la emoción de ese primer encuentro con JESÚS, le ponemos mucho empeño a cada una de nuestras actividades y entendemos perfectamente cuales son las cosas malas que nos separan de DIOS, pero poco a poco nos vamos enfriando y terminamos haciendo las cosas tan igual o peor que antes.
Por eso es que una buena alternativa para cada uno de los que nos llamamos seguidores de JESÚS, es la de mantenernos en una constante oración y dejar que JESÚS nos dé nuevamente la prudencia y la elocuencia de Su Palabra, para volver una y otra vez a su Fuente Original. Y poder tener los argumentos y las acciones necesarias para evaluar y corregir nuestras desviaciones y de esta manera dar Testimonio de un verdadero compromiso cristiano, en un mundo que se empeña en caminar de espalda a los Designios de DIOS.
Señor JESÚS, Tú te has entregado por nosotros y nos pides estar dispuestos y a dar testimonios de Ti, haciéndole frente a las injusticias, a las avaricias y a las exclusiones. Danos la fuerza necesaria para poder resistir, ya que no es fácil hacerlo sin Ti.
Amén
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