El líder de los tártaros de Crimea, Refat Chubarov, denuncia que el presidente ruso, Vladímir Putin, busca cumplir el objetivo del dictador soviético Josef Stalin (1878-1953) de erradicar a este histórico pueblo de la península ucraniana, anexionada de forma ilegal por Rusia en 2014.
«En términos de represión contra los tártaros de Crimea, Putin está concluyendo la política de Stalin. Pero el lema de Crimea sin tártaros ya lo anunció la emperatriz Catalina II (1762-1796)», explica Chubarov en una entrevista concedida a EFE en Viena.
Chubarov asegura que el mandatario ruso incluso ha ampliado esa política, porque ya no sólo se dirige contra los tártaros sino contra todos los ucranianos étnicos.
Advierte de que a los tártaros «se les acaba el tiempo» y que no puede saber cuánto más podrán aguantar el actual nivel de represión, ya que «no se sabe lo que Putin tiene en mente».
El líder tártaro visitó la capital austríaca esta semana para reunirse con diplomáticos occidentales de la Organización para Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).
Poder absoluto de Putin
«Si Stalin tenía un poder ilimitado, Putin tiene poder absoluto», alerta Chubarov, presidente en el exilio del Mejlis, el Congreso del Pueblo Tártaro de Crimea.
La mayoría de los 300.000 tártaros, alrededor del 12 % de la población, boicoteó el referéndum con el que Rusia justificó entonces la anexión de la península.
Nacido en 1957 en Samarcanda, actual Uzbekistán, porque su familia había sido deportada allí por Stalin, el líder tártaro vive ahora en Kiev, a donde huyó tras protestar contra la anexión rusa de Crimea en 2014.
«Surgun» es el término tártaro que define la deportación de cientos de miles de tártaros en 1944, después de que Stalin les acusase de colaborar con las fuerzas nazis.
Al respecto, el dirigente tártaro asegura que si entonces los tártaros fueron deportados en tres días, en la actualidad todo podría ir incluso más rápido.
Según Chubarov, Putin continúa las políticas represivas de la antigua Rusia zarista y de la Unión Soviética para diluir la población tártara y suprimir su identidad colectiva.
Para conseguir ese objetivo, Moscú ha recrudecido la represión de los tártaros, con el objetivo de hacerles emigrar y, según asegura, desde 2014 trasladó población rusa al territorio para cambiar la composición étnica en la península.
«Desde la anexión ilegal de Crimea en 2014, Rusia ha trasladado a alrededor de un millón de sus ciudadanos a la península», afirma.
Según el líder tártaro, dos tercios de los 190 prisioneros políticos en Crimea son tártaros y la represión se ha exacerbado desde la invasión rusa de Ucrania que comenzó en febrero de 2022.
Putin, que recurre a la historia para justificar sus conquistas y considera Crimea «tierra rusa», pasa por alto que los tártaros, mayoría en la península durante siglos, fundaron en el siglo XV un Estado propio, el Kanato de Crimea, ligado al Imperio Otomano hasta la anexión rusa impulsada por Catalina II en 1783.
La resistencia interna, reconoce Chubarov, se ve limitada por la ocupación rusa, y la comunidad internacional tiene pocas opciones para intervenir, con la excepción, quizás, de Turquía, que ha mediado para lograr intercambios de prisioneros.
«No» a negociar con Putin
Pese a todo, el líder tártaro está en contra de una negociación de paz con Rusia porque, cree, sólo ayudaría a asentar el poder de Moscú y la represión en las zonas ocupadas.
«No hay políticos ni ciudadanos ucranianos que quieran negociaciones con Rusia y un acuerdo de paz con Rusia», dice.
El líder tártaro plantea que el «mundo civilizado» debe decidir si quiere algún tipo de paz con Putin, incluso tras su comportamiento durante la guerra, o si opta por «seguir fiel a los valores que se implantaron en Europa tras la II Guerra Mundial».
«La cuestión es si estamos hablando del derecho a la fuerza o la fuerza del derecho, de la ley», se pregunta Chubarov.
La guerra que desencadenó Putin contra Ucrania también castiga a las minorías dentro de Rusia, como los buriatos, que afrontan una mortalidad desproporcionada, ya que el reclutamiento para la guerra es más intenso en las zonas más pobres de Rusia, donde se concentran numerosos grupos étnicos.
En ese sentido, Chubarov afirma que muchos miembros de minorías que luchan contra Ucrania no lo hacen por convicción, sino porque es la única forma de ganar dinero.
Chubarov considera que Moscú usa el conflicto para debilitar a las minorías nacionales de Rusia, «matando en la guerra a la generación más joven de algunos territorios».
«Esta guerra es una herramienta específica para resolver problemas internos rusos y fortalecer la autoridad y el chovinismo étnico ruso», concluye el dirigente tártaro.
Luis Lidón y Antonio Sánchez Solís
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