Preocupante la situación que está en pleno desarrollo como lo es la propagación del coronavirus, que amenaza con convertirse en pandemia de grandes proporciones, y que como complicación puede producir una neumonía fulminante, a Dios gracias aún no tenemos casos reportados en nuestro país, pero si un caso reportado en nuestro vecino país Brasil.
Al igual que como se comporta este virus hemos tenido en nuestro país fallecimientos de personas por una enfermedad fulminante de origen bacteriano que por sus características de aparición y comportamiento, no debemos olvidar, como lo es la meningitis producida por un agente bacteriano con afinidad con esta estructura anatómica de nuestro sistema nervioso central o su presentación más grave a nivel sistémico: La Meningococcemia.
¿Qué es la meningococcemia?, que germen la produce?, qué estamos obligados a saber sobre esta patología tan agresiva y letal?. Las Neisserias son diplococos (bacterias) gran negativo, los cuales se encuentran habitualmente en la mucosa nasal, laringe, vagina y parte inferior del intestino. Las enfermedades humanas más frecuentes se deben a la Neisseria meningitidis y Neisseria gonorrhoeae.
La Neisseriae meningitidis coloniza la nasofaringe en condiciones normales pero también puede hacerse agresiva e invadir el torrente sanguíneo alojándose en diferentes órganos, produciendo la meningococcemia.
Inicia manifestándose inicialmente como una enfermedad gripal, pero se convierte en fulminante en pocas horas o días, apareciendo una erupción morbiliforme, parecida a la del sarampión, petequial o purpurina con baja de la tensión arterial, sangramiento masivo, insuficiencia renal, coma y muerte.
El diagnóstico se establece gracias a las tinciones y cultivos de sangre, líquido cefalorraquídeo, lesiones cutáneas. La lesión petequial es similar a las de enfermedades como el sarampión atípico, infecciones por virus entéricos, dengue, rubeola, mononucleosis infecciosa (enfermedad del beso) y otros, por lo tanto, hasta no estar seguro de estas enfermedades virales, la meningococcemia debe tenerse en cuenta y descartarse siempre.
La transmisión de la bacteria se hace a través de las gotitas de saliva de los infectados (vía respiratoria). Un 80 % de enfermedades meningococcicas ocurre en niños menores de 10 años. La probabilidad de que desarrollen la enfermedad los contactos familiares, después de la primera semana de ocurrido el primer caso es del 1 %, lo que supone un riesgo mil veces mayor que el de la población general.
La penicilina vía endovenosa es el antibiótico de elección en los casos de enfermedades agresivas. Para los alérgicos a la penicilina se usa el cloramfenicol o la ceftriaxona.
Las medidas generales consisten en cuidados intensivos para el tratamiento del shock, las complicaciones cardíacas, el síndrome de distres respiratorio del adulto, la coagulación intravascular diseminada y las lesiones cutáneas necróticas. En la prevención las vacunas disponibles (dos), si bien no ofrecen el 100% de cobertura, son, por el momento, la única protección con la que se cuenta.
Millones de personas de todas las edades han sido vacunadas con una eficacia del 90%, las reacciones secundarias son mínimas en comparación con otras vacunas. La enfermedad menigococcica tiene una letalidad entre el 10 al 25 % , dejando secuelas en un gran porcentaje de los que sobreviven, por lo tanto el balance de los beneficios es infinitamente superior y se justifica la vacunación. La incidencia de la meningococcemia se relaciona con las condiciones socioeconómicas, como ocurre con tantas enfermedades infectocontagiosas, siendo el mayor número de casos en las áreas de menores recursos.
En la profilaxis deben considerarse contactos en riesgo de contagio a todas las personas que viven en el mismo domicilio y los compañeros de clases que se sientan al lado del niño afectado. No es contacto si no se ha estado cerca del niño enfermo recientemente, tampoco serán los vecinos de la casa, ni del barrio, ni los familiares que no han estado con él en los últimos días.
Los contactos familiares, de guarderías, escuelas y los contactos médicos estrechamente expuestos deben ser tratados profilácticamente con rifampicina lo antes posible tras el diagnóstico. El aspecto más importante en la profilaxis es la vigilancia clínica de las personas que estuvieron en contacto con el enfermo por si llegan a presentar fiebre o malestar general.
Hasta la próxima.
Dr. Hugo Lezama Hernández.
Egresado de la Universidad de Oriente (UDO)
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