Las metodologías activas representan ese giro necesario en las estrategias aplicadas en el aula, esas que ponen al estudiante en el centro y lo conducen a participar activamente como protagonista de su propio aprendizaje. Es reconocer que cada estudiante tiene un estilo y un ritmo de aprendizaje único y potenciar su curiosidad logrando la conexión necesaria para que se alcancen las metas. El aula se enriquece cuando esa diversidad se respeta y se potencia, y es allí cuando se vive la innovación en la práctica pedagógica.

Se trata de una forma distinta de concebir el aprendizaje, incorporando a cada clase dinámicas y retos que fomenten el pensamiento crítico, la creatividad y la autonomía. Las metodologías activas permiten transformar la clase en una experiencia significativa. A continuación, se explican algunas de las más recomendadas, de manera que den luces para que el docente active su creatividad y le sirva de inspiración al momento de planificar su próxima clase.

Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP)

Esta metodología hace que el aprendizaje parta de una pregunta desafiante ¿qué problema podemos resolver? A partir de ella, los estudiantes investigan, exploran, proponen, cuestionan, aportan ideas, debaten, socializan y plantean soluciones reales conectadas con el contexto. Con el ABP se fomenta el pensamiento crítico, el trabajo en equipo y la creación de ideas innovadoras. El docente actúa como mediador, conduciendo a los estudiantes a formularse preguntas complejas y amplias, sin ofrecer respuestas, incentivando la investigación. Los estudiantes aprenden resolviendo situaciones problemáticas reales.

Aula Invertida o Flipped Classroom

En esta metodología, el estudiante accede al tema a desarrollar antes de llegar a la clase. En este caso el docente comparte material previamente, puede usar un video, un audio, lecturas, simuladores, casos para analizar u otros similares que permitan que el estudiante tenga contacto con el tema a desarrollar en clase. Esto permite que el aula sea un espacio para socializar, debatir, aplicar y resolver dudas. Para aplicarlo se requiere dar instrucciones precisas y tomar en cuenta que es un proceso en el que se debe orientar a crear el hábito de revisar previamente el material.  

Un ejemplo práctico para su aplicación: Compartir previo a la clase un video tutorial seleccionado de la web o grabado por el docente, pedir a los estudiantes que tomen nota de un paso a paso del procedimiento identificado, para luego socializar en clase y contrastar con las ideas desarrolladas por los demás compañeros.

Gamificación

Esta metodología va más allá del juego, se trata de tomar los elementos como: puntos, niveles, desafíos, misiones y recompensas simbólicas, e incorporarlos a la clase para incentivar la motivación, mejorar la participación y el compromiso. Un ejemplo práctico sería que el docente convierta cada tema a trabajar en una misión en la que por grupos los estudiantes tengan que completar una incógnita o desafío para avanzar.

Con estas experiencias los estudiantes crean, se equivocan y lo vuelven a intentar, en resumen, aprenden.

El desafío es grande y cada docente es del tamaño del reto que se le presenta, lo importante es que, al atreverse, la recompensa es trascendental. Se logran aulas más activas, docentes más conectados con sus estudiantes y se logra despertar la motivación, lo cual inhibe muchas de las dificultades de atención y comportamiento que se puedan presentar en el aula. Cuando los estudiantes se sienten partícipes se transforma la escuela. La invitación es acompañar a los estudiantes a descubrir nuevas posibilidades de aprendizaje con cada experiencia.

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