El director de cine venezolano, Miguel Ferrari, supera su primera semana en los cines españoles con su nueva película La noche de las dos lunas, que ha entrado en las competiciones preliminares para lograr un segundo Premio Goya. Ferrari cuenta a un diario iberoamericano cómo logró superar todos los obstáculos inimaginables para rodar en una Venezuela en caos y entrar de nuevo en la carrera por los Goya.

Cuando comenzó a hacer el primer presupuesto para rodar su nueva película La noche de las dos lunas, el cineasta venezolano Miguel Ferrari se dio cuenta de que ese presupuesto no servía para nada. Las cuentas elaboradas por el equipo se duplicaban o triplicaban en pocos días. No se podía hacer previsión porque el dinero reservado para unas partidas se convertía en cenizas.

Al ver que las cuentas en bolívares no servían ni como referencia, decidieron que no tenían otra opción que hacer el presupuesto en dólares. A fin de cuentas, habían logrado la entrada de algunos inversionistas para la película, residentes fuera de Venezuela que podían inyectar dinero en moneda extranjera.

Pero, a los pocos días, también se dieron cuenta de que la inflación de Venezuela no solo aumentaba en bolívares sino también en dólares. “Cuando comenzamos a trabajar en la película, en 2015, todavía el país no había caído en el completo desastre, pero cuando llegamos al rodaje, nos encontramos con una realidad inexplicable, que es difícil de entender, aunque te esfuerces muchísimo por entenderlo”, explica al diario, Miguel Ferrari, director de cine venezolano que se encuentra de promoción con su nueva película, que se emite en los cines de las grandes ciudades de España.

Ferrari, que reside en Madrid, donde ganó su primer premio Goya con la película Azul y no tan rosa por la mejor película latinoamericana, en 2014, encontró esta vez otro país. Tenía dificultades hasta para conseguir el material más básico de una película. “¿Tú te imaginas hacer una película sin tirro? Eso es imposible. En una película se necesita tirro para todo y en Venezuela no lo conseguíamos”, cuenta el director.

El equipo tuvo que pagar por adelantado toda la comida para las ocho semanas de rodaje para tener garantizado un precio fijo. Se compraron todos los alimentos y se congelaron. También tuvieron que contratar a vigilantes de seguridad vestidos de civiles para los rodajes en exteriores. No es la primera vez que delincuentes armados asaltan al equipo cinematográfico para robarse las cámaras de cine, valoradas en unos 50.000 dólares. Las cámaras de las películas eran alquiladas y Ferrari y su equipo no se podían permitir una pérdida de esa magnitud.

Ferrari recibió una pequeña ayuda del CNAC, el Centro Autónomo de Cinematografía en Venezuela, para la creación de su película premiada Azul y no tan rosa. Se trata de una ayuda otorgada con impuestos de la propia industria cinematográfica que cualquier productor debe devolver, pero la obtención del Goya hizo que el gobierno quisiera apropiarse del triunfo. “Eso es algo que nunca permití”, dice Ferrari, que no oculta su oposición al régimen de Nicolás Maduro.

La noche de las dos lunas es una propuesta muy distinta a la habitual en el cine venezolano, llena de policías y ladrones. Las parejas que se someten a un tratamiento en una clínica de reproducción asistida son víctimas de un error. Los embriones se intercambian. Una de las parejas pierde al niño y pide que se le entregue el hijo que está gestando la otra madre. Es un melodrama, pero Ferrari reivindica el género melodramático, tras triunfar con Azul y no tan rosa, que trataba sobre la homosexualidad en Venezuela.

Para sacar adelante su nueva historia, el director tuvo que recurrir a actores venezolanos, pero casi todos vivían en el exterior. Tuvieron que pagar sus pasajes de avión y aceptar los papeles por una pequeña cantidad de dinero. Mariaca Semprún, Prakriti Maduro, Albi De Abreu y Luis Gerónimo Abreu protagonizan la historia que también cuenta con la actriz española María Barranco, que ganó otro Goya por su participación en la célebre película Mujeres al borde de un ataque de nervios de Pedro Almodóvar en 1988.

La película se presentó en el festival de cine de Málaga este año, donde Ferrari pudo cerrar los contratos para su distribución en las salas de cine de España, Estados Unidos y Canadá. Los propios actores se han implicado en una campaña para pedir a los venezolanos que acudan masivamente a los cines españoles. El resultado de los primeros días de exhibición es vital para cualquier película en un mercado con una enorme competencia. Las salas de cine no se permiten ni un traspié y cualquier película es sustituida de la noche a la mañana con una pequeña caída de taquilla.

Los actores y actrices escriben en grupos de Facebook para pedir a los venezolanos en España que acudan a apoyar al cine nacional. “Su trabajo nunca ha sido bien pagado. Históricamente ha sido así. Los actores y actrices en Venezuela han dado mucho más al cine de lo que el cine les ha dado a ellos”, explica el director.

Miguel Ferrari, que inició su carrera en las telenovelas venezolanas, ha vuelto a ser reconocido por los profesionales del cine de su país. La noche de las dos lunas ha sido seleccionada como la candidata de Venezuela a los premios Goya, en la categoría de mejor película latinoamericana tras la votación secreta de los 150 miembros: directores, guionistas, actores y profesionales independientes.

Mientras avanza en la carrera para obtener su segundo Goya, Ferrari ya piensa en nuevos proyectos y formatos. Ahora tiene en mente producciones para Netflix o Amazon, que están cambiando por completo el consumo de productos audiovisuales. “Es una nueva forma de hacer cine, de hacer lo que te gusta y buscar rentabilidad”, comenta. Y ya ha comenzado a buscar nuevas historias.

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