Bruselas.- El ministro de Justicia de Bélgica, Vincent Van Quickenborne, pasará la Nochebuena y el fin de año en un lugar secreto y seguro acompañado por su mujer y sus hijos tras haber recibido amenazas de muerte por parte de la mafia de la droga.
«Para mi familia no es fácil porque no eligieron esta vida», explica el ministro en una entrevista por videoconferencia difundida este lunes por el grupo radiotelevisivo francófono RTL.
El político belga cuenta que es la segunda vez que le ocurre algo parecido, después del pasado septiembre, cuando recibió una amenaza de secuestro «directa y muy concreta» que permitió poco después encontrar rápidamente a las personas que estaban detrás.
«La situación que vivimos ahora podría durar aún semanas, no sabemos en qué momento va a terminar. Así que es complicado para mi mujer y mis hijos, que ya no van a la escuela, que no tienen derecho a recibir visitas. Mi mujer no puede ir a trabajar (…) No van a poder pasar las fiestas con la familia», lamenta el ministro.
Van Quickenborne señala que las amenazas proceden de «la mafia de la droga» y que responden al hecho de que la Justicia belga está «mostrando sus dientes» contra las redes de tráfico.
El ministro explica que 800 agentes de la Policía federal belga trabajan en casos de tráfico de drogas, que hay más de 1.300 detenidos y que cada semana toneladas de droga son incautadas y se producen numerosas detenciones.
Van Quickenborne precisa asimismo que las amenazas que ha recibido no se dirigen contra él personalmente, sino contra la «función» que ocupa y que el objetivo es atacar «un símbolo del Estado de derecho».
«Soy la cara más visible de esta lucha», señala.
Añade que últimamente está en contacto con la ministra de Justicia de Países Bajos, que se encuentra «en la misma situación», y con ministros italianos, por su experiencia en la lucha contra las mafias de narcotraficantes durante la década de los 80.
Pese a las dificultades, el político belga asegura que si le preguntan «si todo esto ha valido la pena», el responderá que «sí».
«Personalmente, en todo caso, no me rendiré jamás», añade.
«Quizá sea el primer ministro que está en esta situación, pero me temo que no seré el último», comenta.
En Países Bajos, la guerra contra el crimen organizado se ha cobrado la vida de decenas de personas en la última década.
El pasado octubre se hizo público que la princesa heredera Amalia se encontraba encerrada y el primer ministro Mark Rutte rodeado de seguridad por culpa de la delincuencia organizada en ese país.
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