Bebés
Un enfermero atiende a recién nacidos en una sala de neonatología en un hospital materno, el 10 de diciembre de 2022, en la ciudad de Matanzas (La Habana). EFE/ Ernesto Mastrascusa

La muerte en los últimos días en un hospital de La Habana de ocho bebés prematuros y con bajo peso —cuatro de ellos presuntamente con sepsis— ha puesto el foco en el estado de la sanidad pública cubana, uno de los pilares de la revolución socialista de 1959.

Dolores y su esposo Germán —nombres ficticios— no se imaginaron lo que el Ministerio de Salud Pública informaría sobre lo que pasó en el hospital en el que nació su hijo hace apenas unos días. Hasta antes del comunicado, solo les quedaba la mala experiencia que vivieron en el centro conocido como «Hijas de Galicia».

«Solo al tercer día de estar ahí pasaron a limpiar su cuarto, que compartía con otra persona. Ya a las 10 de la noche no había ningún médico por si te daba algún dolor», cuenta Germán.

Un día antes de que dieran de alta a Dolores, la pareja se enteró de qué cuatro recién nacidos habían muerto ahí. «Se podrá imaginar que, a raíz de eso, todas las mamás se estaban yendo de alta por su propia cuenta» lamenta.

El Minsap, que ha reconocido un aumento de las complicaciones en neonatos desde «la segunda quincena de diciembre», asegura que tras las ocho muertes de recién nacidos «se han adoptado medidas para hacer frente” a la situación.

Deterioro de hospitales

El caso del «Hijas de Galicia» no es una anécdota. Los expertos coinciden en advertir del deterioro del sistema sanitario de un país visto durante décadas como una potencia sanitaria.

Según un análisis del economista cubano Carmelo Mesa-Lago, publicado en el medio independiente El Toque y que toma cifras de los anuarios estadísticos oficiales, el Gobierno ha recortado desde 2007 el gasto social para ajustarlo a su capacidad económica.

Esto, afirma Mesa-Lago, redujo de forma importante los recursos para la financiación en asistencia social y la sanidad pública.

De acuerdo con el anuario estadístico de 2020 del Minsap —el último disponible—, Cuba cuenta con más de 90 médicos por cada 10.000 habitantes, prácticamente el triple de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sin embargo, Mesa-Lago explica, en conversación telefónica, que alrededor de la mitad de los médicos de familia está en el extranjero. La exportación de servicios profesionales, sobre todo sanitarios, es la principal fuente de divisas de Cuba, por encima del turismo y las remesas.

El profesor emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh (Pensilvania, EEUU), también subrayó que el número de hospitales decreció entre 2008 y 2021 un 32 %, según las cifras oficiales.

«Es claro que ha habido un deterioro considerable en el sistema de salud», concluye.

Este descenso contrasta con las inversiones que ha desembolsado el Estado en otras ramas, como la construcción de hoteles.

De hecho, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei), Cuba invirtió entre enero y septiembre de 2022 quince veces más en construcción de hoteles y otras actividades inmobiliarias que en servicios sociales y salud.

Falta de medicamentos

El deterioro del que habla Mesa-Lago no son solo cifras. Muchos cubanos han tenido o conocen alguien con una mala experiencia. Y el estado de los hospitales es, en muchos casos, evidente a simple vista.

A esto se suma las carencias propias de un país en una profunda crisis económica desde hace más de dos años y que se extiende a cuestiones vitales como la falta de material sanitario básico y medicamentos.

El Gobierno insular achaca este y otros problemas a las sanciones de EE.UU. Para Mesa-Lago, el embargo es un factor, pero no el único. Cita también la pandemia y el sistema económico del país.

«La derecha todo lo atribuye al comunismo y la izquierda todo lo atribuye al embargo (…) Son posiciones simplistas», remacha.

El economista agrega que en el caso de la falta de medicinas, el origen podría estar en China y no en Estados Unidos.

«China exportaba (a la isla) insumos para la producción de medicinas y eso lo paró porque Cuba tenía un déficit comercial enorme con ese país. Se estima que reponer los fármacos no disponibles del cuadro básico costaría 500 millones de dólares e importar los insumos otros 500», agrega.

El grupo estatal de la industria biofarmacéutica (BioCubaFarma) aseguró en mayo pasado que el 94 % del desabastecimiento se explica por la «no disponibilidad de materias primas».

En una reciente entrevista en el diario regional oficial Escambray, Ángel Luis Chacón, director general de la Empresa Comercializadora y Distribuidora de Medicamentos (Emcomed), señaló que más del 50 % del cuadro básico de medicinas “ha estado afectado”.

EFE intentó contactar a algún responsable del Minsap para incluir su posición, pero por el momento no ha obtenido respuesta.

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