Madrid, España.  Su huella deportiva ya está en los estadios. Pero entre las más de 5.000 mujeres que participarán este año en los Juegos Olímpicos de Tokio hay nombres que trascienden la competición y adquieren el papel de referentes.

La gimnasta estadounidense Simone Biles, la boxeadora keniana Christine Ongare, las atletas Yulimar Rojas, de Venezuela, Maria Lasistskene, de Rusia, y Allyson Felix, de Estados Unidos, y la jugadora española de bádminton Carolina Marín serán este 2020 deportistas olímpicas. Pasado un tiempo, cuando pongan punto final a sus carreras, permanecerán en la memoria colectiva como un ejemplo para las que vengan.

YULIMAR ROJAS, RÉCORDS Y COMPROMISO

Es la atleta del momento. La campeona mundial de triple salto batió hace dos semanas en Madrid el récord universal bajo techo (15,43) y parece probable que durante la temporada al aire libre, quizá en Tokio, haga lo propio con la plusmarca absoluta en poder de la ucraniana Inessa Kravets desde 1995 (15,50 m).

La saltadora venezolana es la primera deportista de su país que desveló su lesbianismo en sus redes sociales, en las que apareció con su pareja. La lucha por los derechos del colectivo LGTBI es la lucha de esta atleta valiente, que ya fue subcampeona olímpica en 2016 y que no tiene rival para proclamarse campeona en Japón.

SIMONE BILES, UNA VOZ CONTRA LOS ABUSOS

Considerada la mejor gimnasta de todos los tiempos, Simone Biles fue la absoluta triunfadora de los Juegos de Río 2016 con sus cinco medallas. Poco después, la adolescente de la eterna sonrisa confesó su triste realidad al declararse víctima de los abusos del médico del equipo estadounidense, Larry Nassar, actualmente en prisión.

Desde entonces, Biles se ha mostrado incansable en su petición de que las responsabilidades se extiendan a quienes conocieron aquellos abusos y no los impidieron: la Federación de Gimnasia y el Comité Olímpico Estadounidense.

Concentrada esta semana con la selección de su país, antes de viajar escribió en sus redes sociales: «Todavía espero respuestas de la USAG y el USOPC. Ojalá ambos quisieran tanto como yo y el resto de supervivientes la apertura de una investigación independiente. La ansiedad es grande. Es difícil no pensar en todo lo que no quiero pensar (…) No debería haber responsables? A quién pregunto? Estoy desgarrada».

Mientras tanto, hace acopio de títulos mundiales e incorpora a sus ejercicios dificultades desconocidas, camino de una nueva cosecha de medallas en Tokio 2020.

CHRISTINE ONGARE, EL BOXEO COMO SALVAVIDAS

El comienzo de los torneos de clasificación olímpica en boxeo ha sacado a la luz la historia de esta púgil keniana, una «niña del gueto» que fue madre con 12 años. Con la ayuda de su madre crió al bebé e intentó volver al colegio, pero no podía pagarlo. Encontró en el boxeo una motivación para vivir. Ahora sabe que es el ejemplo «para otras niñas del barrio que son madres jóvenes» y que desean dar a sus hijos un sustento y una educación.

«El boxeo es todo lo que tengo», afirmó en unas declaraciones muy emotivas al Canal Olímpico en Dakar, donde se disputó el preolímpico africano.

A sus 27 años acaba de clasificarse para los Juegos de Tokio, edición en la que los pesos femeninos aumentarán de tres a cinco, aún tres menos que los masculinos. Ongare es peso mosca sobre el ring, pero un peso pesado entre las 12 cuerdas de la vida.

MARIA LASITSKENE, SALTOS CONTRA EL DOPAJE

La lucha contra la mayor lacra del deporte de élite, el dopaje, lleva el nombre propio de la rusa Maria Lasitskene. La triple campeona mundial de salto de altura ha tenido que competir en las últimas temporadas sin bandera, como atleta neutral, por las sanciones a su país precisamente por violación de las reglas antidopaje.

«Se me hace muy duro y cada competición que disputo es más duro todavía. Cada vez quiero marcharme antes del estadio. No acabo de acostumbrarme. Es desagradable. Quiero ver la bandera de mi país. Tengo una reputación intachable», declaró la atleta.

«Hay que crear una nueva generación de deportistas que se sometan a 10-20 pruebas antidopaje al año, tanto cuando entrenan como cuando descansan», pidió.

La presencia de Lasitskene en la alta competición es una invitación diaria a los deportistas a competir de forma limpia y a denunciar las irregularidades, caiga quien caiga.

CAROLINA MARÍN, POR ENCIMA DEL DOLOR

Rotura del ligamento cruzado anterior. La lesión más temida. Pero no hay contratiempo que pueda con la voluntad de hierro de la campeona olímpica de bádminton.

Carolina Marín se operó de la rodilla derecha un 29 de enero y el 5 de febrero ya estaba entrenando, sentada en una silla y apoyada en una muleta. Reapareció en septiembre y ese mismo mes volvió a ganar un torneo. En octubre regresó al top-10 mundial.

Enfocada en la consecución de un nuevo oro olímpico en Tokio, la jugadora española es un ejemplo para todos los deportistas que ven rota su carrera en el instante en que se rompe su cuerpo. El deporte siempre da una nueva oportunidad a los que, como Marín, trabajan para aprovecharla. «En ningún momento he tenido miedo», aseguró la volantista de Huelva.

ALLYSON FELIX, MADRE Y CON CONTRATO

La injusticia la han padecido muchas deportistas, pero las doce medallas mundiales de oro de Allyson Felix amplificaron su voz y el problema salió a la luz con toda su crudeza: la todopoderosa firma Nike reducía los pagos a sus deportistas patrocinadas cuando estaban embarazadas.

Felix encabezó la protesta y logró que la empresa cambiase de política. Desde ocho meses antes del parto y durante año y medio se comprometió a no negociar a la baja el contrato con la deportista con la excusa de un menor rendimiento. Gracias al empeño de Felix, nueve veces medallista olímpica, las trabajadoras del deporte no tendrán que volver a elegir entre sus ingresos o su maternidad.

EFE noticias

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