La mayoría de las personas que habitan las zonas de bajos recursos, aunque en otros estratos medios y altos puede ocurrir lo mismo, donde impera el conocimiento del folklorismo médico, el cual ha pasado de generación en generación, tienen la costumbre de interpretar los procesos patológicos enterales y no enterales, que ocurren en el niño, primeramente como un “ataque de lombriz”, o sea una parasitosis intestinal que sobrepasa los límites de lo interpretado como normal por parte de ellos.
A toda patología tales como diarreas, hepatitis, neumonías, amibiasis, asma, vómitos, inapetencia, entre otros, que comprometa la estabilidad de la salud del niño y que no puedan hallarle otra explicación, lo califican como un “ataque de lombriz”, y esquivan la consulta al médico, siguiendo los preceptos que son del dominio del común de ellos, echando mano a las siguientes expresiones: “médico no cura ataque de lombriz”, “no se te ocurra llevarlo al médico mira que los que sufren de lombrices no deben ser hidratados”, “no lo lleves al médico sino al señor fulanito o a la señora sutanita que esos si saben de lombrices”.
Estos mitos se han resistido a morir, tan es así que muchas veces nos enfrentamos a estas creencias en nuestro ejercicio profesional, y por más que les expliquemos que lo más conveniente es la terapéutica que vamos a instaurar en nuestro paciente, para estabilizarlo y luego investigar la causa que motivo la consulta, en no pocas ocasiones, y en vista de las condiciones críticas del mismo, lo aceptan a regañadientes.
Muchos de estos niños, catalogados con “ataque de lombriz”, son automedicados, principalmente con infusiones de plantas medicinales, corriendo el riesgo de intoxicarlos o envenenarlos. Ha habido casos de pacientes muy graves por estas prácticas medicinales e incluso fallecimientos, ya que muchas de estas plantas utilizadas tienen componentes tóxicos que en vez de producir beneficios comprometen aún más la salud del niño.
Además estas creencias retardan en forma importante la consulta al Pediatra, y su consecuente manejo medico oportuno y adecuado. Una poliparasitosis intestinal puede producir un cuadro clínico catastrófico en un niño, pero para concluir que es una parasitosis lo que afecta la salud del niño, debe hacerse un buen interrogatorio, un buen examen físico y apoyarse en estudios de laboratorio.
Para que ocurra una parasitosis de gran magnitud(“ataque de lombriz”) va a depender de múltiples factores entre los que podemos citar: edad, estado nutricional, salubridad ambiental, hábitos higiénicos, tipo y número de parásitos involucrados, niños que nunca hayan recibido desparasitantes, ya sea por descuido de los padres (que no es raro en nuestro medio),o por falta de una buena política de salubridad y educación sanitaria a la población, o falta de atención de salud que llegue a todos los estratos de la sociedad, o falta de inversión para hacer llegar la mayor cantidad posible de medicamentos desparasitantes a la población.
Es importante saber que las parasitosis intestinales, muy frecuentes en los humanos, afectan más a la población pediátrica que a la adulta y que aunque en la mayoría de los casos suele ser una patología leve, algunos parásitos pueden causar gran afectación en la persona que los padece e incluso llevarla a la muerte. Los parásitos taxonómicamente están ordenados en grupos tales como: los nematodos(gusanos como el Áscaris lumbricoides,Enterobius vermiculares(oxiuros(gusarapos)),Strongyloides stercoralis),Tricocéfalos(Trichuris trichuria),Uncinarias(Ancylostoma duodenales)),protozoarios(amibas (Entamoeba histolytica,Entamoeba coli,Giardia intestinalis).
Pueden infectarnos por la vía fecal-oral, a través de la ingestión de quiste de protozoos, huevos o larvas de gusanos, o por penetración por vía transcutanea de larvas de Uncinarias, Strongyloides, desde el suelo. Cada parásito va a realizar un recorrido específico en la persona que lo padece y afectara uno o varios órganos, según sea este recorrido. Algunas especies que son considerados no patógenos para el humano, no requieren tratamiento específico.
Cada parasitosis tiene su tratamiento específico, y en muchos casos se utilizan desparasitantes de amplio espectro, que abarcaran una mayor cantidad de parásitos. Un buen control pediátrico evitara la aparición de una parasitosis que produzca una clínica importante que pueda poner en riesgo la vida de nuestros niños.-
En conclusión, antes de cualquier sintomatología que comprometa la salud de un niño, debe abandonarse la mala costumbre de catalogarlo como un “ataque de lombriz”, ya que esta interpretación tan simplista de un cuadro patológico, sea del origen que sea, puede desviar a los padres hacia prácticas que muchas veces lo que hacen es comprometer más la salud del niño, quien debe ser llevado hacia el médico, en este caso un Pediatra, que sí sabrá cómo resolver dicha patología, porque nosotros sí sabemos tratar estos casos, apoyados en nuestro conocimiento científico y experiencia, obtenida a través del ejercicio clínico de nuestra noble profesión.
Hasta la próxima.
Dr. Hugo Lezama Hernández. Pediatra y Puericultor
Egresado de la Universidad de Oriente (UDO)
Miembro de La Sociedad Venezolana de Pediatría y Puericultura. Filial Bolívar.
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