“En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Yo me voy y ustedes me buscarán. Pero ustedes no pueden ir a donde yo voy y morirán en su pecado.» Los judíos se preguntaban: «¿Por qué dice que a donde él va nosotros no podemos ir? ¿Pensará tal vez en suicidarse?» Pero Jesús les dijo: «Ustedes son de abajo, yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho que morirán en sus pecados. Yo les digo que, si ustedes no creen que Yo soy, morirán en sus pecados.» Le preguntaron: «Pero ¿quién eres tú?» Jesús les contestó: «Exactamente lo que acabo de decirles. Tengo mucho que decir sobre ustedes y mucho que condenar, pero lo que digo al mundo lo aprendí del que me ha enviado: él es veraz.» Ellos no comprendieron que Jesús les hablaba del Padre. Y añadió: «Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo soy y que no hago nada por mi cuenta, sino que sólo digo lo que el Padre me ha enseñado. El que me ha enviado está conmigo y no me deja nunca solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.» Esto es lo que decía Jesús, y muchos creyeron en él”.   

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Castor, quien fue un sacerdote y ermitaño del siglo IV. Fue ordenado sacerdote por el Obispo Maximino. Después de su ordenación, se asentó en Karden sobre el río Mosela como ermitaño con varios compañeros, donde se dedicaron a la vida contemplativa y establecieron una pequeña comunidad religiosa.

Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Juan, capítulo 8, del verso 21 al 30. en el que se narra una conversación entre JESÚS y los fariseos. El Maestro les dice que Él pronto retornara al Padre, pero ellos piensan que JESÚS les está queriendo decir que Él se va a suicidar. Ellos no lo entienden, porque tal como lo expresa el Maestro, están escudriñando las cosas de DIOS, con criterios humanos. Y por eso no logran ver la Grandeza de JESÚS, que es el enviado del Padre, que se Revela con el mismo nombre de DIOS en el Éxodo: YO SOY.

Estando cerca de Su Hora final, crece en JESÚS la conciencia de Su destino junto al Padre, que lo distancia definitivamente de sus detractores. “Ustedes son de abajo, yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo” (Jn 8,23). No se trata solo de una mera oposición de términos, sino que también se contraponen los intereses y opciones que polarizan la Vida de JESÚS y por ende los intereses de los que ansían matarlo, que son contrarios a los Valores del Reino.

Es claro que JESÚS tiene plena conciencia de que Su Misión consiste en hacer la Voluntad del Padre. Ya que la Voluntad de DIOS, es que todos los seres humanos crean, es decir, que acepten la propuesta de Salvación como camino de humanización, hasta alcanzar la plenitud de la Vida en Cristo JESÚS. Pero sus oyentes no lo comprenden porque se están moviendo en una dimensión distinta a la de JESÚS. Les cuesta aceptar Su Mensaje, porque es contrario a sus intereses religiosos, políticos, económicos y sociales.

Cuando JESÚS es levantado en la CRUZ, queda certificado la Veracidad de Sus Palabras y la Autenticidad de Su Programa de Vida, comprobándose plenamente que El Padre está con ÉL y Él con El Padre. Y así entendemos que la Propuesta de JESÚS es absolutamente novedosa y que el Reinado de DIOS acontece en el corazón del ser humano y desde allí transforma toda la realidad, ya que abrir el corazón a la novedad del Reino es entrar en la dinámica de la Conversión, que es paulatina y constante.

Al confrontarnos con el texto, en este momento de profunda crisis de valores de todo tipo que vive la humanidad, por la amenaza de una tercera guerra mundial, crisis que se acrecientan junto a la indiferencia de muchos y a la que podemos enfrentar solo si tenemos la Fe y la confianza puesta en JESÚS, que, levantado en lo alto, en el árbol de la CRUZ, le ha dado vuelta a la página de la historia, para decirnos: “ánimo, no tengas miedo, YO SOY, tú tabla de Salvación, en esta hora menguada”. Ya que la CRUZ de JESÚS, nos recuerda que la muerte y los males que amenazan a la humanidad han sido vencidos.

Por eso es que en medio de esta tribulación mundial, bien oportuno sería hacer nuestro un extracto de esa extraordinaria oración de intersección hecha por el Papa Francisco, en los tiempos de la pandemia: “El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza… Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza”.

Señor JESÚS, gracias por enseñarnos que el pecado no está solamente en hacer algo malo; también pecamos cuando nos encerramos en nuestros pequeños problemas, con criterios de sabiduría humana, sin abrirnos a los horizontes de DIOS, que nos quiere justos y serviciales.

Amén

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