Asunción.- El ministro del Interior de Paraguay, Euclides Acevedo, descartó este lunes, tras la reunión del Consejo de Seguridad del Gobierno, que la tensión entre EE.UU. e Irán, a causa de la muerte en un ataque estadounidense del comandante iraní de la Fuerza Quds, Qasem Soleimaní, «pueda afectar» a su país.
Ese acontecimiento, seguido de las reacciones por parte de ambos países, fue «el tema central» de la primera reunión del año del Consejo de Seguridad paraguayo, en la que también participó el ministro de Defensa, Bernardino Soto.
Tanto Acevedo como Soto señalaron que el presidente Mario Abdo Benítez había dado instrucciones para reforzar la seguridad y trabajar de forma coordinada con el resto de países de la región.
No obstante, el ministro del Interior insistió en que si bien «no hay que subestimar nada», tampoco existen motivos para elevar las alertas.
«No hay nada que pueda alarmarnos, lo que no quiere decir que no se tomen precauciones», apuntó Acevedo.
El ministro recordó que Paraguay está comprometido en «una lucha frontal contra el crimen organizado y el terrorismo», y no dudó en calificar a Soleimaní, que murió el pasado viernes en un bombardeo selectivo estadounidense en Bagdad, como terrorista.
A pesar de que en esta reunión se habló de reforzar la seguridad, ninguno de los dos ministros dio indicaciones claras sobre cómo se procedería.
«Hemos considerado que debemos establecer el mecanismo necesario que pueda asegurar, también, nuestros intereses. Lo que afecta en el mundo, en la región, afecta en Paraguay», zanjó el ministro de Defensa.
Además, Soto recordó que Paraguay había asumido «una posición clara y contundente» al reconocer al grupo chií libanés Hizbulá y al movimiento islamista palestino Hamás como organizaciones terroristas internacionales, así como organizaciones terroristas globales al grupo yihadista ISIS y la organización Al Qaeda.
«Lógicamente, al encarar de esa manera, tenemos que tener las previsiones que corresponde», agregó.
Soleimaní era el encargado de las operaciones de los Guardianes de la Revolución fuera de Irán, por lo que era habitual su presencia en Irak y en Siria para supervisar a las milicias respaldadas por Teherán en ambos países árabes.
Tras su muerte, las autoridades iraníes prometieron vengarla y consideraron que la actuación de Estados Unidos marcó un punto de inflexión en sus relaciones y apelaron a la retirada de las tropas estadounidenses de la región.
Sin embargo, la respuesta del presidente estadounidense, Donald Trump, fue el envío de 3.500 soldados a Oriente Medio y el aumento de los niveles de ciberseguridad de sus sistemas informáticos ante las amenazas de Irán.
EFE
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