Sao Paulo.-El Pantanal, el mayor humedal del planeta, situado en el corazón de Suramérica, sufre los peores incendios de las últimas décadas, una tragedia ambiental en la que convergen varios factores, pero que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, intenta minimizar ante la comunidad internacional.
Según los últimos datos del Instituto Brasileño de Medioambiente (Ibama), el fuego ya ha calcinado este año un 22 % de este ecosistema declarado Patrimonio de la Humanidad por la ONU y que cuenta con una superficie total equivalente a la suma de Bélgica, Suiza, Portugal y Países Bajos.
Los focos de incendios en el Pantanal, que Brasil comparte con Paraguay y Bolivia, ya llegan hasta los 5.966 en lo que va de septiembre, lo que representa ya la peor cifra para ese mes desde que se empezaron a registrar estadísticas, en 1998.
En estos casi nueve meses de 2020 se han notificado 16.119 fuegos en el bioma, superando ya las cifras de los últimos 22 años -el récord hasta ahora databa de 2005, con 12.536 incendios- cuando aún faltan tres meses para terminar el año.
Una destrucción sin precedentes en la que se combinan diferentes factores:
1. LA ACCIÓN HUMANA
Diversas fuentes oficiales consultadas por Efe coinciden en afirmar que entre el 95 % y el 98 % de los incendios que avanzan en el Pantanal tienen origen humano.
«Existe alguien usando el fuego para diversos fines y, con las condiciones climáticas que tenemos, la propagación de ese incendio es extremadamente grande, rápida y de difícil control», señala a Efe Alexandre Pereira, analista ambiental de Ibama Prevfogo.
Entre las hipótesis sobre el origen humano de los incendios está cuando se usan de forma intencionada para limpiar un área a gran velocidad y transformarla en nuevas zonas para la agropecuaria.
La Policía Federal de Brasil investiga a al menos cuatro hacendados, después de que encontraran indicios de que algunos focos surgieran dentro de sus propiedades, causando la destrucción de cerca de 33.000 hectáreas en el Pantanal.
Según datos del Gobierno, aproximadamente el 95 % de la superficie del Pantanal brasileño son propiedades privadas que tienen la pecuaria extensiva como su principal actividad económica, y apenas un 4,6 % unidades de conservación.
En esas propiedades privadas existe la cultura del uso del fuego para la quema de rastrojos, el cual está regulado por las autoridades ambientales y debe producirse bajo una serie de criterios previa autorización.
«Eso simplemente ha sido ignorado y abandonado en los últimos años. En el pasado, los ganaderos adoptaban mucho más esas prácticas de control y eso reducía mucho la cantidad de incendios forestales», puntualiza Carlos Roberto Padovani, investigador del Pantanal en la Empresa Brasileña de Pesquisa Agropecuaria (Embrapa).
2. CAMBIO CLIMÁTICO: LA PEOR SEQUÍA EN CASI MEDIO SIGLO
Este año se están registrando temperaturas por encima de la media, un régimen de lluvias inferior y un menor nivel de inundaciones del río Paraguay en el ecosistema. ¿Resultado? La peor sequía en 47 años.
El río Paraguay es un elemento clave en el funcionamiento del Pantanal al inundar, en el periodo de crecida, vastas áreas del Pantanal, pero se encuentra en una situación crítica con la altura de su cauce en mínimos históricos.
Las proyecciones de los especialistas advertían que una de las consecuencias del cambio climático sería precisamente la aparición de periodos secos más prolongados y lluvias más concentradas en el bioma.
«Y eso es lo que estamos percibiendo en los dos últimos años en el Pantanal. Ya está ocurriendo, como la ciencia había previsto varios años atrás», expresa a Efe Julio César Sampaio, líder de la iniciativa Pantanal de WWF.
3. GRAN CANTIDAD DE MATERIAL ORGÁNICO SECO Y EXPUESTO
La sequía ha provocado que muchas de las zonas del Pantanal que históricamente eran inundadas no hayan recibido agua suficiente, dejando al descubierto la flora que crecía en su interior.
«Esas regiones han ido acumulando material orgánico y vegetación acuática a lo largo de décadas, y la exposición de todo ese material ha dejado una cantidad muy grande de biomasa» en el territorio, explica a Efe Padovani.
Esa biomasa se ha secado y se ha transformado en un peligroso combustible para la propagación de los incendios.
4. EXPANSIÓN DE LA DEFORESTACIÓN Y SU RELACIÓN CON LA AMAZONÍA
El Pantanal, al igual que la Amazonía, también viene sufriendo con la deforestación en las últimas décadas.
Según datos del proyecto MapBiomas, el ecosistema perdió un 12 % de su vegetación nativa entre 1985 y 2019.
De acuerdo con esa plataforma, entre enero y julio de este año un total de 14.093 hectáreas fueron deforestadas, prácticamente el doble que el área destruida en el mismo periodo de 2019.
Diversos estudios vinculan también la sequía en el Pantanal al alza de la deforestación en la Amazonía, que el año pasado se disparó un 85 % y este 2020 continúa en niveles alarmantes.
Ello debido a que una parte de la humedad que recibe el Pantanal proviene del mayor bosque tropical del planeta a través de un fenómeno denominado «ríos voladores».
Se trata de masas de aire cargadas de vapor de agua que vienen del océano Atlántico traídas por los vientos alisios y llegan a la Amazonía para después ir en dirección sur, pasando por el Pantanal.
«Existe una asociación entre el aumento de la deforestación y la disminución de lluvias. Necesitamos la Amazonía para generar lluvias en Suramérica», indica Sampaio.
5. LA RETÓRICA ANTIECOLOGISTA DE BOLSONARO
Por su parte, Bolsonaro, líder de la extrema derecha brasileña, minimizó la gravedad de la catástrofe y la atribuyó a las condiciones meteorológicas adversas durante su intervención en los debates de la Asamblea General de la ONU.
«Son consecuencias inevitables de la alta temperatura local, sumado al cúmulo de masa orgánica en descomposición», dijo.
El mandatario hizo un discurso en pro de la actividad agropecuaria y denunció que Brasil es víctima de una «campaña brutal de desinformación» sobre su política ambiental.
Las oenegés y algunos gobiernos europeos responsabilizan de ese incremento de la destrucción en la Amazonía y el Pantanal a las políticas del Gobierno de Bolsonaro, que han llevado a una reducción en el presupuesto de los órganos medioambientales, entre otras medidas.
Las Fuerzas Armadas actúan desde el pasado 25 julio para combatir las llamas en el Pantanal. En la operación participan un total de 936 personas de diversas instituciones, según informaron a Efe fuentes castrenses. En los incendios de California, en Estados Unidos, han estado trabajando unos 16.000 bomberos.
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