Los Ángeles, Estados Unidos. Liberar al color por completo, desligarlo de la forma o el soporte. Ese era el sueño, casi una quimera, del gran artista venezolano Carlos Cruz-Diez, la estrella del documental «Free Color» en el que el director Alberto Arvelo quiso mostrar «la obsesión» y absoluta pasión de su compatriota.

«Me pareció fascinante esa obsesión casi filosófica de liberar al color, de liberarlo de esa hegemonía de la forma, que es el gran tema de Cruz-Díez: esa exploración del color, de ir a lo más profundo», reflexionó Arvelo en una entrevista telefónica con Efe.

«El color ha estado en la historia del arte en lugares muy álgidos. Los expresionistas, por ejemplo, tenían una especial atención por el color (…). Pero Cruz-Diez va más allá todavía: es el color liberándolo de toda forma y, algo muy bello que él dice, de toda anécdota, de sus historias. No solo libre de forma sino también de las tradiciones culturales. Creo que eso es único», agregó.

Arvelo (Caracas, 1966), conocido sobre todo por la cinta «Liberador» (2013), estrenará mañana «Free Color» en el Festival Internacional de Cine de Palm Springs (California, EE.UU.).

El compromiso de estas estrellas con el filme da una primera idea de la enorme importancia de Cruz-Diez (1923-2019) no solo como referencia ineludible de la cultura venezolana sino, además, por su imprescindible legado en el arte contemporáneo.

La influyente obra de esta figura adscrita al llamado arte cinético u óptico cautivó a públicos y teóricos por su profunda y muy sugestiva exploración del color.

Pero «Free Color» retrata el último desafío del venezolano: crear una obra en la que el color no estuviera limitado por la forma o la materia.

Arvelo subrayó la extraña paradoja de que Cruz-Díez sea «una figura inmensa y gigantesca» en «los círculos de arte», pero que fuera de ahí sea relativamente poco conocido.

Así, «Free Color» camina de la mano del artista en su trabajo, entre artístico y visionario, con científicos como la española Ana Asenjo García para hacer realidad ese sueño que él quería plasmar en el cielo de París empleando recursos como campos magnéticos.

«Teníamos una gran cantidad de información que, si la dejábamos dentro del documental, se iba a poner absolutamente intransitable», admitió el director sobre la enrevesada dificultad que subyace en el arte de Cruz-Diez.

«Entonces, lo que hicimos fue tratar de dejar lo mínimo, la esencia comprimida de eso, apoyándolo en experiencias visuales. Es decir, los momentos de mayor densidad están acompañados de imágenes muy bellas que permiten que haya una apertura a lo sensorial. Queríamos transmitir todo el mensaje de Cruz-Diez, pero que fuera divertido», defendió.

Ahí es donde «Free Color» alcanza los momentos de mayor expresividad enseñando las obras más destacadas del venezolano, que incluyen explosiones de color, instalaciones de cromática sensualidad y ambientes irreales con efectos casi caleidoscópicos.

Y también bucea en el gran poder estético del color de Cruz-Díez, que suscita reacciones primitivas pero siempre con un innegable tono de modernidad; y que puede resultar muy instantáneo y accesible, pese a que haya un complejo entramado conceptual detrás.

«Él siempre decía que los niños entendían perfectamente su obra. Los adultos tratamos de buscar una explicación racional a las cosas, pero él decía: ‘No piensen: sientan. Dejen que el ojo se libere. Dejen que el ojo haga el ejercicio de liberar al color formalmente'», explicó Arvelo.

«Free Color» también traza un retrato muy íntimo de un artista afable, cariñoso, con mucho humor y «profundamente familiar».

«Convirtió a su familia en su propio taller y a su taller en su familia (…). A veces, los artistas necesitan la tragedia, el caos o la soledad para generar arte. Es casi una convención. En el caso de Cruz-Diez es completamente inverso: necesitaba la seguridad de la familia, la paz de la familia, la serenidad de la familia para crear», opinó.

La producción del documental pasó por momentos muy duros ya que Jorge Cruz, hijo del artista y uno de los promotores de la película, murió al poco de empezar el rodaje.

Y el propio Carlos Cruz-Diez falleció el pasado julio en París a pocos meses de que se estrenara «Free Color».

«Si la persona con la que estás trabajando tiene 95 años, uno sabe que eso está ahí, que está esa posibilidad (…). Pero era un hombre enérgico hasta el último instante y siempre nos hizo pensar que era un poco eterno», finalizó Arvelo con tristeza.

EFE

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