“En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Pobres de ustedes, que construyen monumentos a los profetas! a quienes sus padres asesinaron. Así, pues, ustedes reconocen lo que hicieron sus padres, pero siguen en lo mismo: ellos se deshicieron de los profetas, y ustedes ahora pueden construir. La Sabiduría de Dios dice también: Yo les voy a enviar profetas y apóstoles, pero esta gente matará o perseguirá a varios de ellos. Por eso, a esta generación se le pedirá cuentas de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel, hasta la de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el Santuario. Sí, yo se lo aseguro: la generación presente es la que tendrá que responder. ¡Pobres de ustedes, maestros de la Ley, que se adueñaron de la llave del saber! Ustedes mismos no entraron, y cerraron el paso a los que estaban entrando. Cuando salió de allí, los maestros de la Ley y los fariseos comenzaron a hostigarlo muy duramente. Le pedían su parecer sobre un montón de cosas y le ponían trampas para sorprenderlo en alguna de sus respuestas”.

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Serafín de Montegranaro, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que destacó admirablemente por su gran humildad, pobreza y piedad. Nació en 1540 en Montegranaro, en la soledad de los campos supo aprender a leer, siendo analfabeto, en el gran libro de la naturaleza y elevar su alma a Dios. A los 18 años tocó a la puerta del convento de Tolentino. Después de algunas dificultades, fue aceptado como religioso no clérigo en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, Tenía 64 años y ya la fama de su santidad se difundía por Ascoli, cuando él mismo pidió con insistencia el viático, pero nadie creía en su próximo fin. La muerte le sobrevino el 12 de octubre de 1604. Después que expiró, simple también en la muerte, la voz del pueblo que lo llamaba santo, llegó hasta los oídos del Papa Pablo V, el cual autorizó que se encendiera una lámpara sobre su tumba. Fue canonizado por Clemente XIII el 16 de julio de 1767.

Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 11, del verso 47 al 54. En el que JESÚS, expresa dos condenaciones, o reproches, contra sus adversarios: la primera reprende a la persecución hecha a los profetas y les señala a sus progenitores como los responsables de estas muertes violentas. La segunda crítica es contra el legalismo y el autoritarismo de los escribas, que no entran en la verdadera comprensión de la Ley y no son luz para aquellos que quieren entrar. Y es que, los escribas y fariseos, queriendo ser ejemplos de religiosidad, terminaron por alejar a las personas de fe, y, aún más, echaron de allí a sus coterráneos, que andaban en la búsqueda del verdadero querer de DIOS.

En sintonía con esta denuncia de JESÚS, el Papa Francisco en la encíclica La Alegría del Evangelio habla de la necesidad de preservar nuestro espacio de autonomía que nos hace huir de cualquier tarea evangelizadora y obstaculiza nuestro dinamismo misionero (EG n*81) También podemos ver en ese documento: «Es sorprendente cómo incluso los que aparentemente tienen creencias doctrinales y espirituales sólidas, terminan cayendo en un estilo de vida que les lleva a aferrarse a la seguridad económica o los espacios de poder y la gloria humana, en lugar de dar la vida por los demás en la misión «(EG, n* 80).

Al confrontarnos con el texto, vemos un mensaje bien claro para todos aquellos que tenemos una responsabilidad en la formación de nuestros hermanos, ya que debemos de estar atentos para no manipular los designios de DIOS y mucho menos, en la de ser intolerantes con la interpretación de la Sagrada Escritura, o en la aplicación de las normas litúrgicas.

Y es que, tal como está escrito el camino que conduce a DIOS no es el rigorismo legal, sino la práctica del AMOR y la Misericordia. Porque no hay que olvidar que es por Su infinita Misericordia, por la cual DIOS viene a nosotros y es esa misma actitud que Él quiere que tengamos con nuestros semejantes. Ya que, cuando impedimos la entrada de nuestro hermano en nuestras vidas, también dejamos a DIOS del lado de afuera. Por eso es que el servicio y la solidaridad, sustentada en la fuerza que emana de DIOS, debe de ser el signo que impregne nuestras vidas, a toda hora y en todos los lugares donde nos desenvolvemos.

Señor JESÚS, danos la sabiduría de los humildes y enséñanos a vivir nuestra Fe con simplicidad y coherencia, Teniendo claro que Tú, que nos llama a la misión, nos darás el valor y la fidelidad para lograrlo.

Amén

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