Washington, Estados Unidos. El presidente de EE.UU., Donald Trump, reforzó este jueves su desafío del proceso electoral en el país al cuestionar sin pruebas la legitimidad de millones de votos emitidos por correo, mientras se estrechaban sus opciones de reelección y su campaña libraba litigios en varios estados clave.

En su primera comparecencia ante la prensa desde la noche de las elecciones, y mientras se reducía su ventaja en territorios que necesita imperiosamente para lograr la reelección, Trump repitió sus acusaciones no corroboradas de fraude electoral y disputó la legitimidad de todo el sistema de voto por correo.

«Lo predije hace mucho tiempo: la votación por correo realmente ha destruido nuestro sistema, es un sistema corrupto. Y hace que las personas (…) se vuelven corruptas», sentenció Trump.

UN DESAFÍO FRONTAL AL VOTO POR CORREO

El presidente, que votó por correo durante las primarias de este año en Florida, arremetía así contra un método que han empleado en estas elecciones presidenciales un récord de más de 65 millones de estadounidenses, la mayoría de ellos demócratas.

Ese escrutinio del voto por correo es el que ha retrasado el resultado de las elecciones, y Trump ha allanado el terreno desde hace meses para desacreditarlo, al insistir sin pruebas en que puede dar lugar a fraude.

La retórica incendiaria del presidente ha elevado la tensión en el país, donde ya se han registrado pequeñas protestas al menos en Filadelfia (Pensilvania), Detroit (Michigan), Phoenix (Arizona) y Atlanta (Georgia), donde algunos seguidores de Trump se apostaron a las puertas de lugares de escrutinio para pedir que pare el conteo.

Con su rival demócrata, Joe Biden, a un paso de hacerse con los 270 delegados del Colegio Electoral necesarios para ganar la Presidencia, Trump necesita ganar en cada uno de los cuatro estados clave que quedan por adjudicar -Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte y Nevada- si quiere seguir en la Casa Blanca.

Esa perspectiva parecía cada vez más lejana este jueves, y Trump compareció en la Casa Blanca al mismo tiempo que se estrechaba su ventaja en Pensilvania y Georgia, dos estados que ganó en 2016.

AFERRADO A LA VÍA LEGAL

Ante ese complicado mapa electoral, el presidente se ha aferrado a su estrategia de cuestionar el escrutinio en los estados donde se decidirán las elecciones, una táctica que por ahora no ha tenido un gran impacto.

«Vamos a ganar muy fácilmente, pero va a haber muchos litigios (…) y quizá acabemos en la corte más alta del país», el Tribunal Supremo, afirmó el mandatario durante su comparecencia en la Casa Blanca.

Su campaña presentó este jueves nuevas querellas en los estados clave de Nevada y Pensilvania, que se sumaron a las que había interpuesto este miércoles en ese último estado, en Michigan y en Georgia; además del recuento de votos que solicitó en Wisconsin.

«¡PAREN EL CONTEO!», escribió en Twitter por la mañana Trump, cuyo estado de ánimo parecía reflejarse en las mayúsculas con las que escribía los tuits.

NO CONSIGUE PARAR EL CONTEO

Pero el deseo del presidente estaba lejos de cumplirse: el escrutinio continuó sin impedimentos en todos los estados donde presentó demandas, y su campaña apenas consiguió imponerse en dos de ellas, ambas en Pensilvania.

Solo una de ellas tenía potencial de afectar al escrutinio, aunque no se espera que lo haga de forma significativa: una jueza estatal ordenó a los condados de Pensilvania que mantengan separadas algunas papeletas de aquellos ciudadanos que votan por primera vez y que aún no han presentado la identificación necesaria.

No está claro a cuántos votos afecta esa orden, pero las papeletas que cumplan esas condiciones deben mantenerse apartadas hasta que se decida el caso, en un momento en el que el resultado en Pensilvania está muy ajustado.

Además, otra corte de Pensilvania ordenó que se permitiera a los observadores de la campaña de Trump supervisar más de cerca el conteo de votos.

No obstante, la campaña de Trump no tardó en denunciar que no les estaban garantizando ese acceso, y finalmente presentó otra demanda, esta vez ante un tribunal federal, al que pidió detener el cómputo de todos los votos en Pensilvania.

Fue su segunda querella del día, tras la anunciada en Nevada, donde solicitó frenar el conteo de sufragios al asegurar que se estaban contando «votos ilegales», sin aportar pruebas.

El mandatario perdió además dos de los litigios que había iniciado, el primero de ellos en Georgia, donde pedía localizar e invalidar cualquier posible papeleta emitida después de las 19:00 del pasado martes, la hora límite para votar en ese estado.

También fracasó su intento de detener el escrutinio en Michigan, donde otra jueza desestimó por falta de pruebas su denuncia de que el estado estaba permitiendo contar ciertas papeletas sin la supervisión de observadores de ambos partidos.

EFE noticias

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