Ciudad Guayana.- Nuestros abuelos son los testigos del cambio, que se ha producido en nuestra región.
Una zona que prometía la alternativa no petrolera del país, por ser una tierra rica en recursos naturales.
Con el nacimiento de las empresas básicas, Guayana fue el destino más anhelado para muchos profesionales, es que la entidad demandaba personal calificado para impulsar la creación de la ciudad más poblada de Venezuela, por ende la mejor planificada.
Ciudad Guayana, se divide en dos localidades: San Félix y Puerto Ordaz, ambas dieron oportunidades a sus pobladores y foráneos de construir el sueño de la más grande urbe de Latinoamérica.
Pablo Calzadilla es un ciudadano, que puede dar fe de la industrialización de la ciudad, y al tiempo el debacle de las empresas básicas, cuyas fábricas abrieron las puertas a la economía e inversión extranjera que posteriormente contribuyó al desarrollo de esta gran ciudad.
Fundo Paradero Arena
Calzadilla ha vivido 63 años en el Fundo Paradero Arena, un terreno que ha pertenecido a su familia por generaciones.
Para dirigirse a esta propiedad hay que pasar por el vertedero de basura Cañaveral, ubicado en Las Margaritas, carretera vieja que conduce a Ciudad Bolívar.
Por habitar en esta zona industrial, la familia Calzadilla puede declarar cómo ha cambiado la vida de los que han fundado esta tierra.
El fundo Paradero Arena data desde el año 56 y, la familia Calzadilla son las personas que siempre han habitado el lugar.
Actualmente se dedican a la cría de algunos animales como: gallinas y ganado.
Además de alimentarse de la pesca, también viven de la venta de queso, leche y lo poco que cosechan.
Calzadilla comenta que ya tienen clientes que se acercan al fundo para comprar sus productos o los ofrecen al mercado de Unare.
Par algunas familias les ofrecen la venta a domicilio.
El pensionado aunque no se queja mucho de la manera en la que están tratando de subsistir dice, que para seguir trabajando la tierra les hace falta maquinarias, así que hace lo que pueden para sustentarse.
Señala que la tierra no está apta para la siembra por ser muy ácida, si tuviera crédito para acondicionarla podría variar la siembra como frijol, patilla, melón entre otros.
Época de Pérez Jiménez
El abuelo tiene 72 años, recuerda la época de Pérez Jiménez y afirma que no se veían situaciones, que se ven ahora.
“Cuando comenzó el movimiento de tierra para lo que sería la hoy Sidor, yo tenía 8 años. En la época del presidente Pérez Jiménez no se veía ese malandraje y el que hacia una falta lo castigaban. Tampoco faltaba nada”, manifiesta.
También asevera que él fue una de las personas que dejó de trabajar las tierras para formar parte de la mano de obra, que hiciera realidad el proyecto de la Siderúrgica del Orinoco.
Reconoce que en esos años había mucho trabajo duro, pero alcanzaba para alimentarse y vestirse.
Con 13 años trabajados en Sidor desde el año 65, comenzó como obrero a devengar Bs. 14 y luego 50 semanales.
“El sueldo se veía menos, pero se vivía mejor que ahorita, las cosas no eran tan caras. Hoy la cosa se ha puesto dura”, compara Calzadilla.
Es que debido a la crisis económica que atraviesa el país, ya no es rentable permanecer en una empresa, que en sus inicios ofrecía a sus trabajadores todos los beneficios, que les permitían cubrir todas las necesidades de su familia.
En algunos casos cabezas de familia deben tener varios empleos o cada miembro de la familia debe aportar al hogar para poder sobrellevar la situación.
Para algunos aunque con pocos recursos han regresado a la siembra, pesca o cacería, para mantener en la mesa la proteína y para adquirir otros productos recurren a la venta de lo que logran cosechar o producir de manera artesanal.
A pesar de los años que tiene este abuelo, no pierde la esperanza que se produzca un cambio positivo para todos los guayacitanos.
Por Yessika Muñoz
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