El joven Ricardo Fuentes se planta en el corazón de Alta Vista, justo debajo de la pasarela que une los centros comerciales Ciudad Alta Vista I y II. No hay galería con paredes blancas ni luces dirigidas. Solo pinceles, pintura, lienzos pequeños en 2x$2 y una invitación abierta a pintar sobre un lienzo gigante.
Personas de todas las edades se animan a dejar trazos, palabras y colores sobre el boceto de Ricardo. Él los observa detenidamente, sonríe, y al final, da los toques finales. Así cobra vida una obra colectiva. Así comienza otro evento de La Galería Foránea.
Un artista sin pausa
“Muchos piensan que solo pinto, pero en realidad hago casi todo”, cuenta Ricardo en una entrevista exclusiva para Nueva Prensa Digital. Además de artista visual, elabora sus propios lienzos, diseña, trabaja por encargo y gestiona toda la imagen y comunicación de su proyecto.
“Cuando salgo de aquí a las 11, llego a la casa a seguir trabajando. Atiendo mis cosas, y próximamente espero estudiar también”, dice con la certeza de quien sabe que aún le queda mucho por construir.
Herencia y vocación
Desde niño, el arte lo ha acompañado. Su familia materna está marcada por lo creativo: una hermana diseñadora, una tía pintora, y una infancia repleta de clases de música y dibujo.
“Mi relación con el arte nació antes de que yo naciera”, asegura. Aunque se burla de su primera obra —“una basura de obra”—, reconoce que fue necesaria. “Si no hubiese hecho esa, no habría llegado al nivel que tengo ahora”.
Durante años dejó de pintar. Fue gracias a una de las actividades de su propia galería, que reconectó con la pintura. “Empecé a pintar de nuevo con la gente y sentí que, como por arte de magia, había mejorado un montón”.
Puerto Ordaz lo vio nacer, Caracas lo hizo crecer
Por otro lado, su identidad artística está marcada por dos ciudades. “Puerto Ordaz es donde nací, donde di mis primeros pasos. Caracas fue donde me hice adulto”, afirma.
A los 17 se mudó para estudiar en la Universidad Central de Venezuela, y se enfrentó solo al proceso de inscripción y adaptación. “Caracas me enseñó a moverme, a trabajar más duro. Me atrapó, me dio ese lugar que yo estaba buscando”.
De ahí nace también su nombre artístico: Outside. “Me sentía foráneo, visitante. Grababa todo, lo documentaba. Así empezó esta idea de una galería que se mueve, que se adapta”, explica.
Arte al alcance de todos
La Galería Foránea nació con cero presupuesto y mucho ingenio. Solía ser un estudio con otro nombre, el cual bautizaron «The Outside Field», pero la confusión con el nombre lo llevó a reformularlo y a conectar más directamente con su identidad como “foráneo”.
“Hice actividades por un dólar, por dos. Un amigo llamado Samir me apoyó al principio y después todo fue creciendo”. Hoy, el proyecto no solo vende obras, sino que crea experiencias artísticas en vivo, abiertas y compartidas.
“Cada vez que alguien me dice: ‘Esto es lo que necesitamos’, siento que estoy aportando algo. Colores, ideas frescas, formas de expresarse. Eso es lo que hace falta”.
Hoy, La Galería Foránea recorre espacios llevando arte a cualquier persona, creando momentos compartidos y coloridos.
Seguir creando, seguir conectando
El sueño inmediato de Ricardo es abrir un espacio físico para mostrar y crear arte en comunidad. “Un sitio donde la gente pueda ver obras, participar, aprender. Y a futuro, hacer eventos más grandes, apoyar a otros artistas, traer cosas nuevas a la ciudad”, dice.
Mientras tanto, continúa llevando color y sentido a los espacios públicos con La Galería Foránea. Su próxima actividad, Artedeser, será una jornada de pintura al atardecer para vivir el arte de ser uno mismo en compañía.
Finalmente, invita a quienes deseen participar o seguir de cerca sus actividades a conectarse con sus redes sociales como Ricardo Fuentes, La Galería Foránea y La Tienda Foránea.
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