Ciudad Guayana.- Son las 4:00 am cuando Rosa Navarro ya está despierta para dejar todo listo en casa antes de ir trabajar. Primero se encarga de recoger alguna prenda de ropa u objeto que no esté en su lugar del día anterior para luego dirigirse a la cocina y preparar el desayuno para toda su familia.

Tiene dos trabajos, por lo tanto a veces levantarse a esa hora no le es suficiente para cumplir con todas las tareas en su hogar. Uno de sus trabajos es en el Banco Nacional de Crédito (BNC) y el otro es limpiando dos veces por semana en las oficinas de un medio de comunicación.

En la casa viven siete personas, entre ellas se encuentra su esposo, sus dos hijas, Berlín Zorrilla de 31 años de edad, Andrea Zorrilla de 29 años de edad y sus nietos (hijos de Berlín). Cada uno la ayuda cuando está afuera de casa, pero mientras tanto ella se encarga de mantener todo listo antes de que se despierten.

Una vez tiene la comida lista, va al cuarto de su hija menor Andrea, quien desde sus primeros cuatro meses de vida le diagnosticaron Meningitis. A partir de ese momento sus habilidades motoras empezaron a verse gravemente afectadas, lo que la ha mantenido en silla de ruedas durante prácticamente toda su vida.

Rosa se acerca callada para asegurarse de que su hija duerme en un posición cómodo, suspira un poco sonriendo mientras la observa dormir tranquila, la arropa un poco más y se termina de retirar de la habitación.

Suspira un poco lamentándose por no poder seguir llevándola a terapia, ya que desde que comenzó la pandemia por covid-19 se hizo imposible ir por falta de transporte.

“Hace 12 años la operaron de las caderas para tratar de que caminara, desde entonces ha ido a terapia y la he acompañado a todas ellas, pero cuando empezó la cuarentena todo se complicó e ir a terapia se volvió imposible”, dijo Navarro.

Con decepción agregó que la operación por la cual habían luchado para conseguir el dinero se había perdido debido a la falta de sus entrenamientos semanales para mejorar la motricidad.

“Ella nunca ha dejado la silla de ruedas y ahora parece que tendremos que empezar todo desde cero. No es fácil mantener a una persona así en esta situación”.

Acotó que ella era la principal encargada de acompañar a Andrea a sus terapias y aunque estaba avanzando bastante de forma positiva en su tratamiento, la falta de transporte provocó que se paralizaran las terapias y sus huesos “quedaran atrofiados”.

“Ella ahora vive de la cama a la silla y de la silla a la cama pero siempre estamos pendientes de darle cariño, para que ella no se sienta apartada ni abandonada, la tratamos como una persona normal, como si fuera una persona que no está enferma”.

Una vez Rosa se va a trabajar deja a cargo a su hija mayor para cuidar la casa y a su hermana. Su esposo actualmente solo se dedica a “matar tigritos” para ayudar en el hogar, mientras que ella es la única con un trabajo estable en su familia y como su esposo toma cualquier pequeño trabajo que encuentra los fines de semana para traer un poco más de comida a la casa.

“Antes de irme, me encargo de que Andrea también esté lista, es decir, bañarla, prepararla, dejarla cómoda y es entonces cuando me enfrento a lo más complicado y estresante para mí; el transporte, eso es lo que me lleva a pararme tan temprano, saber si va a pasar o no, si hay o no hay” expresó Navarro.

La odisea del transporte se ha convertido en una de las principales preocupaciones para Rosa, pero un día sin trabajar para ella es sinónimo de un día sin comer. Por lo tanto, se ha esforzado hasta de buscar “debajo de las piedras” para sobrellevar cada momento de la semana como puede para movilizarse por la ciudad.

Y cuando culmina su día de trabajo regresa a casa para continuar atendiendo a su hija menor.

“Para este día de la madre espero es un descanso” añadió entre risas.

Navarro mencionó que en años anteriores ha recibido notas y gestos de reconocimiento de parte de su familia y aunque las cosas a veces puedan verse complicadas para ellos, no hay ningún momento del día en que no agradezca las bendiciones que recibe.

“Cualquier detalle que me den es bien recibido, como dicen por ahí no es el detalle sino la intención”.

Acotó que el mayor regalo para ella es que su familia tenga salud en medio de la pandemia por covid-19. Agradece a Dios en todo momento por la protección que han tenido en contra del virus y espera que puedan sobrellevar estas circunstancias cuando termine la pandemia”.

“Espero volver hacer todo por mi hija Andrea, como madre solo queda seguir esforzándonos por el bienestar de nuestros hijos”.

Ruth Meyerowitz

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