Por la vía rápida, exhibiendo superioridad y determinación, aunque con susto final, el noruego Casper Ruud se impuso este sábado al ruso Andrey Rublev, por 6-2 y 6-4, y se citó con el serbio Novak Djokovic en la final de la Copa de Maestros que se celebra en Turín.
Será la cuarta final del año para el noruego, que sucumbió en las del Masters 1.000 de Miami, Roland Garros -ante Rafael Nadal- y Abierto de Estados Unidos -ante Carlos Alcaraz-, e intentará que sea la redención personal de un gran año al que le falta el broche de oro.
Llega a la final de finales, además, con la posibilidad de arrebatar el puesto número dos del ránking a un Nadal al que superó en fase de grupos -solo si levanta el título- y con las buenas sensaciones que da el atropellar en las semifinales a tu rival, un Rublev que se clasificó en el grupo de la muerte tumbando al griego Stefanos Tsitsipas y a su compatriota Daniil Medvedev, pero al que la presión de disputar la semifinal de este prestigioso torneo le superó.
Seguro no pensó Ruud que las semifinales empezarían como un trámite para él. Y es que con la inercia del primer set, en el que quebró dos veces el servicio de su rival, desesperó a Rublev, que se vio envuelto en una especie de lucha interna de la que no consiguió escapar en todo el partido, cediéndole el dominio a un Ruud que no desaprovechó la oportunidad.
Miró Rublev a su entrenador, el español Fernando Vicente, en busca de explicaciones cuando terminó el primer set, en el que se vio muy superado, con errores de bulto, precipitado a la hora de tomar decisiones y muy endeble defendiendo desde el fondo. No le debió servir mucho lo que fuera que le dijese su técnico, porque acabó descargando su rabia contra el sofá en el que esperaba a que se reanudara el encuentro.
La grada del Pala Alpitour, ávida de espectáculo, se agarró a que Rublev ya se fue perdiendo ante Tsitsipas y acabó ganando el choque, y le dedicó varias ovaciones. Ruud trató por todos los medios no cometer el mismo error que el heleno y salió con todo en el segundo set, exhibiendo, de nuevo, el gran tenis que le ha llevado a colarse entre las ocho mejores raquetas del circuito, con una mentalidad de hierro, y quebrando otras dos veces el saque de Rublev para colocarse 4-0 arriba y encarrilar la victoria.
Pero cuando parecía desahuciado, Rublev resurgió para sembrar las dudas en Ruud, para hacer una última llamada a la épica, esa que estuvo a punto de conseguir. Y es que quebró el saque de un Ruud que se vio aturdido y que no encajó bien el golpe. Del 4-0 al 5-4. Rublev soñaba, pero Ruud respondió con su saque para cerrar el partido. Su cara de preocupación se convirtió en una radiante sonrisa.
No dejó opción a una nueva sorpresa del moscovita, que se había clasificado por primera vez a las semifinales. Fueron las segundas de Ruud, que ahora encara su primera final de la Copa de Maestros.
Enfrente tendrá a todo un cinco veces campeón, un Djokovic que pugna por dos objetivos claros. El primero, deportivo, igualar los seis entorchados del suizo Roger Federer y colocarse junto a él en lo más alto; el segundo, económico, ya que optaría al premio más alto de la historia del tenis, casi cinco millones de euros.
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