Ocurrió el 23 de agosto de 1964 en el Parque Nacional La Llovizna, ubicado en el corazón de Santo Tomé de Guayana, como era llamada en ese entonces la ciudad. Más de 40 docentes de todo el país perdieron la vida, luego de caer a las turbulentas aguas del río Caroní, tras el colapso de uno de los puentes suspendidos en medio del parque.

Dos días antes se había llevado a cabo la XIX Convención Nacional de la Federación Venezolana de Maestros, que se realizó en el salón Cuyuní de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), en Puerto Ordaz. Contó con la asistencia de 500 delegados efectivos y 300 fraternales, algunos adscritos a la Confederación de Maestros de América Latina.

Para el domingo 23 de agosto, los maestros fueron invitados por el Concejo Municipal a una fiesta familiar en una isla del Parque Nacional La Llovizna que, para llegar, era necesario cruzar un puente colgante de 17 metros de largo y metro y medio de ancho, formado por tablones de madera gruesa, con un espacio vacío entre cada uno, y cables de acero.

La firmeza del puente dependía de una armadura de tubos soldados, que no resistió la cantidad de personas que ignoraron las señalizaciones y advertencias del vigilante, e intentaron cruzar simultáneamente.

Las cifras oficiales apuntan que fueron 50 los docentes muertos ese día. Sin embargo, algunos aseguran que fueron 32, otros 37 y otros más de 40.

Independientemente de la cifra, la tragedia causó gran impacto en todo el territorio nacional. A causa de este hecho, el presidente en ese entonces, Raúl Leoni, decretó tres días de duelo nacional.

Un año después, se colgó una placa en el lugar del accidente que citaba la frase: «Los maestros caídos en el Caroní son cuota de vida pagada al progreso de Venezuela», en honor a los educadores que perdieron la vida en ese trágico suceso. Al día de hoy, la placa ya no se encuentra en el lugar.

 

 

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