Nueva York.- El vicedirector del Centro Nacional para la Preparación ante los Desastres de la Universidad de Columbia, Jeff Schlegelmilch, está convencido de que la pandemia de la COVID-19 no será el único «megadesastre» al que nos enfrentaremos, especialmente en un mundo cada vez más expuesto al cambio climático y a internet.

Por ello, sostiene que esta crisis debe servir para estar preparados para la siguiente catástrofe, que podría golpear en cualquier parte.

«No sabemos con precisión qué desastres ocurrirán, pero sabemos los tipos de desafíos a los que nos enfrentaremos, y sabemos los tipos de relaciones que necesitamos para superarlos, ya sea una catástrofe que afecte a las infraestructuras, o relacionadas con la ciberseguridad o los conflictos nucleares», asegura Schlegelmilch, en una entrevista con Efe a través de internet.

Este experto acaba de publicar el libro «Rethinking Readiness. A Brief Guide to Twenty-First-Century Megadisastres» (Repensando la preparación. Una breve guía para los megadesastres del siglo XXI) donde hace un repaso a las que considera las cinco grandes amenazas que afronta el mundo: las enfermedades biológicas y el bioterrorismo, la crisis climática, el colapso de las infraestructuras, los ciberataques y el armamento nuclear.

Un libro que ya estaba listo en 2019, pero cuya publicación fue retrasada hasta este julio debido a la irrupción de la pandemia, con el objetivo de incluir una introducción dedicada a la COVID-19.

«Creo que este es realmente un momento muy importante para todos para dar un paso atrás y mirar primero a las cosas que han funcionado, aunque sea difícil identificarlas con tantas cosas yendo mal», dice Schlegelmich, que trabaja en el Earth Institute, de la Universidad de Columbia.

LA IMPORTANCIA DE LA COMUNIDAD

El experto identifica la comunidad, que sufre y afronta los desastres sobre el terreno, como uno de los elementos esenciales en los que hay que invertir para reforzar la resiliencia.

«El mundo seguirá girando, tengamos o no suficiente información para tener confianza en nuestras decisiones o no. Entonces, diría que realmente necesitamos involucrarnos verdaderamente con la comunidad e invertir en esas relaciones con las comunidades, y asegurarnos de que existan relaciones que empoderen a las comunidades», asegura el escritor del libro.

Para él, uno de los errores que se han cometido tradicionalmente es imponer soluciones a estas comunidades desde el Estado o desde grandes organismos.

«Elevar las voces de la comunidad y aprovechar y apoyar esa capacidad que existe dentro de la comunidad será mejor que suplantarla desde fuera. Creo que es la mejor oportunidad que tenemos para que esa recuperación sea una oportunidad para desarrollar resiliencia, en lugar de imponer soluciones y luego saltar al próximo desastre», agrega.

¿CÓMO MEJORAR NUESTRA RESILIENCIA?

Por eso, recomienda que, como individuos, más allá de prepararnos para cualquier eventualidad comprando el material que podamos necesitar ante una emergencia, invirtamos en nuestra relación con el vecindario y la comunidad porque en caso de una catástrofe la ayuda que presentan los vecinos puede ser clave para la supervivencia y la recuperación.

Pero además de estas conexiones horizontales, Schlegelmich insta a involucrarse más en política y a acudir a las urnas porque, según sostiene «ahora mismo, el incentivo (electoral) de los representantes políticos es invertir mucho dinero en la recuperación, no en la preparación y realmente necesitamos cambiar eso, realmente necesitamos que los políticos elegidos respondan por la preparación».

EL GOBIERNO FEDERAL Y LOS ESTATALES

Sobre la actual pandemia en Estados Unidos, donde los contagios continúan aumentando en la mayoría de los estados del país, Schlegelmich cargó contra la gestión del presidente Donald Trump, a la que calificó de «desastrosa».

«A nivel nacional, especialmente dentro de los Estados Unidos, ha sido un desastre, se ha politizado, se han utilizado divisiones entre diferentes ámbitos de la vida para separar a las personas por razones políticas», manifiesta.

Esto «realmente está obstaculizando la capacidad (de actuar)», manifiesta el experto, quien, por otro lado, alaba la actuación de algunos estados, especialmente los situados en el noreste del país -Nueva York, Connecticut, Vermont, Massachusetts y Nueva Jersey-, que se han unido para actuar de manera coordinada.

LA FLEXIBILIDAD ANTE LA INCERTIDUMBRE

Schlegelmich, que confiesa que el pasado fin de semana salió por primera vez con su familia a comer en una terraza al aire libre y que se sintió seguro poniéndose la mascarilla cada vez que la camarera se acercaba a atenderlos en la mesa, destaca también la importancia de la flexibilidad a la hora de actuar ante la incertidumbre aparejada a las catástrofes.

«Se trata de aprovechar la complejidad y la incertidumbre, y en lugar de tratar de forzar la certeza y forzar respuestas limpias y claras hay que crear nuevos sistemas y nuevos enfoques que tengan más equipos multidisciplinarios y construir sistemas enfocados más en la creación de diferentes opciones que se puedan utilizar para adoptar la incertidumbre en lugar de intentar expulsarla de nuestro pensamiento», asegura.

En este sentido sostiene que «existen mecanismos para gestionar la incertidumbre» y pone como ejemplo al sector privado de las empresas tecnológicas que no conocen los hábitos de los consumidores cuando quieren desarrollar algo que les atraiga»

También está el militar, asegurando que el Ejército tiene protocolos para decidir «cuándo hay que tomar una decisión, aunque no se sepa qué decisión se va a tomar, porque esta dependerá de todos esos factores diferentes».

Otra de las cuestiones que destaca es la necesidad de romper con la visión cortoplacista en la que vivimos, debido a que los Gobiernos están centrados en las elecciones, las empresas en sus ciclos de producción y sus anuncios trimestrales de resultados y los ciudadanos con llegar a fin de mes y el pago de las facturas.

Esta manera de pensar, que debe romperse con la educación según el autor, hace difícil trabajar en todos los aspectos para prepararse para una inundación u otra catástrofe que pueda ocurrir dentro de 30 años.

LA CIENCIA DE LOS DESASTRES

Por eso, dice Schlegelmich, es necesario desarrollar y financiar las investigaciones científicas en torno a la preparación y el tratamiento de los megaesastres.

Para el experto, la ciencia de los desastres se caracteriza por la «fusión de muchos campos de estudio diferentes» y necesita una gran diversidad de perspectivas, tanto científicas como de las comunidades involucradas.

Esta investigación, sostiene, debe de ser no solo respaldada por entidades públicas o universidades, sino también por empresas, ya que, como se ha visto en este y otros megadesastres, la preparación o no ante el peligro afectará en diferentes grados a los distintos sectores económicos.

«Al igual que los negocios se benefician de la seguridad que proveen los Gobiernos o de las infraestructuras de las carreteras y de las comunicaciones, también se beneficiarán de la resiliencia», declara.

Para ello, pone como ejemplo el huracán María, que azotó Puerto Rico en 2017 y donde a pesar de que muchas fábricas del sector farmacéutico no se vieron gravemente afectadas tuvieron que detener su producción porque hubo cortes eléctricos y las carreteras quedaron destrozadas.

«Cuanto más resiliente es una comunidad, más resiliente es el negocio» que trabaja en ella, concluye.

EL PRÓXIMO MEGADESASTRE

Pasada esta pandemia, Schlegelmich considera que el mundo debe estar preparado no para el próximo megadesastre, sino para los próximos que podrían llegar debido a que las economías, cada vez más presionadas por los desastres, no invierten lo necesario en infraestructuras básicas y porque cada vez aumentan más las tensiones entre potencias nucleares.

El experto suma además entre otras cosas una eventual pandemia de gripe, la crisis climática y los cada vez más comunes ataques informáticos de individuos y estados, como los intentos de Rusia de influir en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016.

Sin embargo, subraya que se siente optimista y comenta, entre bromas, que su objetivo no es atemorizar a todo el mundo.

«Estos problemas pueden parecer abrumadores, pero no son imposibles (de resolver). Realmente son muy duros y complejos, pero también es cierto que contamos con más conexiones disponibles, que el conocimiento disponible es mayor que en cualquier otra época (…) y que contamos con las herramientas necesarias», dice.

Finalmente, asevera para concluir que lo único que se necesita es ponerse a trabajar para «crear un futuro más resiliente para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos».

Jorge Fuentelsaz EFE

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store