EFE/EPA/YONHAP SOUTH KOREA OUT

Seúl.- Varios surcoreanos esclavizados por empresas japonesas durante la II Guerra Mundial rechazan el actual plan de compensación de Seúl y Tokio y siguen exigiendo una disculpa sincera de las corporaciones que los sometieron, aseguró hoy una de las afectadas así como los abogados que representan a parte del colectivo.

En 1944 Yang Geum-deok tenía 13 años cuando el director de su colegio le dijo que se fuera a Japón, país que entonces dominaba como potencia colonial la península coreana, a «ampliar sus estudios».

La adolescente acabó abandonando su Jeolla -provincia agrícola al sureste de la península- natal para ir a la ciudad de Nagoya (centro de Japón), donde en vez de estudiar fue forzada a trabajar sin salario en una fábrica de la rama de industria pesada del conglomerado Mitsubishi hasta que acabó la guerra.

Yang, que hoy tiene 92 años, fue solo una de los millones de coreanos movilizados a la fuerza para trabajar sin salario y alimentar el músculo militar nipón hacia el final de la II Guerra Mundial.

«Nagoya era un sitio del que nunca había oído hablar. Acabé trabajando para Mitsubishi en una fábrica de aviones. Me pusieron a trabajar pintando los aviones y limpiándolos por dentro una vez estaban terminados», contó hoy Yang en el Club de Corresponsales Extranjeros de Seúl.

«Un total de 138 chicas de Jeolla fuimos enviadas desde Corea a trabajar ahí. Trabajé casi hasta la muerte y nunca me pagaron. Y nunca me pidieron disculpas», añadió.

El Supremo surcoreano reconoció en 2018 el derecho de Yang y otros cientos de personas que trabajaron para empresas que hoy forman parte de Mitsubishi Heavy Industries y la acería Nippon Steel a ser compensados por estas empresas pese a que Tokio argumenta que el tratado de establecimiento de relaciones de 1965, por el cual Japón donó 300 millones de dólares a Corea del Sur, zanjó esa cuestión.

La posibilidad de que los tribunales expropien activos de las subsidiarias surcoreanas de estas empresas para compensar a los afectados llevó al Ejecutivo nipón a activar restricciones comerciales contra Corea del Sur en 2019, lo que llevó a la relación bilateral a su peor momento en décadas.

Con la llegada al poder del conservador surcoreano Yoon Suk-yeol el pasado mayo, Seúl y Tokio llevan meses trabajando para mejorar los lazos y tratar de cerrar este controvertido tema, uno de los principales escollos entre los dos países.

Ambos Ejecutivos están barajando un plan que pasa por elaborar un fondo participado por empresas coreanas (supuestamente aquellas que se beneficiaron del dinero transferido por Tokio en 1965) para compensar a las víctimas, algo que algunas de las personas que fueron esclavizadas (o sus familias, puesto que muchos han fallecido) han visto con buenos ojos.

Sin embargo, muchos, como Yang, rechazan esta propuesta, tal y como lo dejo hoy claro la mujer y también Lim Jae-sung, abogado de varios surcoreanos que trabajaron forzosamente para Nippon Steel.

«Los demandantes quieren una disculpa. Incluso aquellos que están de acuerdo con el plan del actual Gobierno», explicó el letrado.

Lim denunció que la Cancillería surcoreana está intentando acelerar todo el procedimiento, lo que incluye el tratar de reunirse con sus clientes sin estar él y otros representantes legales presentes, de cara a sacar capital político de la reparación de lazos con Tokio, pero prometió que queda por delante «una larga batalla judicial». EFE

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