Tupperware, la compañía que hace 77 años puso de moda los recipientes herméticos de plástico, se enfrenta a una tormenta que amenaza con poner fin a su negocio.
El precio de sus acciones se desplomó un 50% tras publicar un comunicado en el que reconocía problemas de liquidez y expresaba “dudas sustanciales sobre su capacidad para continuar”.
La caída sostenida de sus ventas y el alto volumen de deuda llevaron a la empresa estadounidense a reconocer públicamente que atraviesa un momento “crítico”, tal como anunció el consejero delegado de la compañía, el mexicano Miguel Fernández.
Para conseguir financiación complementaria, la compañía trata de captar nuevos inversores y de explotar algunas de las propiedades que posee “para posibles transacciones de venta con arrendamiento posterior”.
Pese a la difícil situación —en los últimos seis meses ha perdido más de un 75% en Bolsa— los mercados le dan un respiro. Entre el lunes y el miércoles sus acciones cayeron más de un 40% (desde los 2,45 dólares hasta 1,40), pero en la sesión de este jueves sus títulos crecían alrededor del 30% en la apertura de la Bolsa estadounidense.
Según Bloomberg la compañía ha contratado a los asesores especializados Moelis & Co. y Kirkland & Ellispara para reestructurar su deuda, lo cual ha impulsado su cotización.
El pasivo de la compañía se situó en 704,4 millones de dólares (algo más de 630 millones de euros), lo que supone un ligero descenso con respecto al ejercicio anterior, pero sigue lastrando sus cuentas, de ahí que el anuncio de estructuración haya generado confianza en los inversores.
En 2022, su último ejercicio completo, Tuperware tuvo unas ventas netas de 1.305,6 millones de dólares (1.181 millones de euros), un 18% menos que el año anterior.
Su trayectoria ha sido accidentada en los últimos años, con una caída en las ventas continuada: en 2017 vendió un 2% menos que en 2016, en 2018 un 14% menos, en 2019 un 13% menos y, sorprendentemente, la pandemia les ayudó a vender un 3% más en 2020, aunque no fue suficiente para frenar la dinámica negativa y durante el año pasado volvieron a la racha descendente.
El resultado bruto de explotación (EBITDA) fue de 124 millones de dólares (algo más de 112 millones de euros), un 56% menos que el año previo.
La emblemática marca —cuyo nombre ya se utiliza de forma genérica para designar cualquier envase en el que se transporta comida— fue fundada en 1946 pero consolidó su desarrollo pocos años después.
Despegó de la mano de una mujer de Detroit (Míchigan), Brownie Wise, que comenzó a vender el producto puerta a puerta en pequeñas reuniones. Pero su larga trayectoria, su presencia en más de 70 países y las más de 8.000 patentes que posee, no la han blindado ante los malos resultados. Pese al repunte en Bolsa, la variación interanual muestra que en el último año ha perdido más de un 90% de su valor en Bolsa.
En abril de 2022 su acción superaba los 27 dólares, gracias a un balón de aire que le llegó con la pandemia. A raíz del confinamiento y cuándo sus acciones alcanzaban mínimos, la fiebre de la repostería y la cocina casera les relanzó en bolsa en marzo de 2020, empujando sus títulos por encima de los 30 dólares. Pero la alegría no duró y en noviembre comenzó una caída que tuvo esta semana su descenso más vertical.
En el informe fiscal del año pasado, señalan que los bloqueos en China perjudicaron su actividad. En todos los mercados excepto América del Sur bajaron las ventas, y en Europa, la propia compañía reconoce una “caída del interés en los consumidores” por la marca.
Tan popular se hizo esta fiambrera de plástico, que en 2017 consiguió convencer a la Real Academia Española de que aceptase oficialmente la adaptación del anglicismo tupper, españolizándolo bajo el término táper. Si consiguió imponerse ante tan exigente adversario, tal vez los mercados terminen por rendirse también ante el recipiente de comida por excelencia.
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