El 30 de noviembre de 1803 partió desde el puerto español de La Coruña la corbeta “María Pita”, su misión– en primer término-, llevar a las Américas, por cuenta del todopoderoso imperio español el primer esfuerzo oficial  global para salvar incontables vidas, pues en 1802 había estallado en las posesiones de la corona una epidemia mortal de viruela.  El alma, motor y ejecutor de ese proyecto fue el médico y cirujano militar Francisco Javier de Balmis y Berenguer, acompañado por el también médico José Salvany. 

Juntos encabezaron la  Real Expedición Filantrópica de la Vacuna o expedición Balmis, como también se conoció a esta increíble y hasta hace  poco desconocida epopeya de la medicina, que se realizó en tres años.  A instancias de Francisco Balmis – ya un reputado profesional de la salud que era médico honorario de la corte del rey Carlos IV-, el monarca del aún inmenso imperio español, decidió poner en práctica un innovador y probado avance de la ciencia de la salud que permitía a casi la totalidad de los inoculados estar protegidos contra la viruela, viejo mal que arrasó el nuevo mundo y causaba el 20 % de la muerte de todos los que la padecían en el viejo continente y Asia.

La gripe asiática dejó 2 millones de muertos.

Así Balmis  y Salvany llevaron su vacuna en un grupo de 22 niños expósitos conocidos como “vacuníferos” a los que inoculó el virus y que servían para sacar cepas e inocularlas en vacas del nuevo mundo que no tenían el virus, para generar nuevas vacunas, la expedición salió desde  España a Puerto Rico y de allí  a lugares tan olvidados como los puertos de La Guaira, Puerto Cabello y la población de Caracas, en la poco importante Capitanía General de Venezuela[i], donde sumaron a 6 niños sin padre al grupo de “vacuníferos” y llevaron en sí la cura a la Habana y otros lugares, antes de ser devueltos a su tierra.  Desde Venezuela la expedición se dividió en dos y Salvany fue a Colombia y el resto de Sudamérica, incluyendo la remota isla de Chiloe en la Patagonia chilena. Balmy por su lado fue al virreinato de México y el norte del continente americano, para Luego saltar a Manila capital del virreinato de las Filipinas y en Asia hacia las ciudades chinas de Cantón y Macao, bajo dominio portugués.  Con su vacuna contra la viruela fueron la primera expedición de vacunación de la historia.

El hombre cuyo trabajo «ha salvado más vidas que el trabajo de cualquier otro hombre»

Esta notable primera misión mundial de vacunación estaba basada en el descubrimiento documentado y probado del médico, botánico y poeta inglés Edward Antony Jenner, quien un 14 de mayo de  1796, mejorando el viejo procedimiento de la variolización, inició la lucha sistematizada contra las pandemias inoculando a un niño saludable llamado James Phipps con pus de las ampollas de su madre  que era ordeñadora y había contraído la inofensiva viruela de las vacas.   El pequeño presentó  fiebre y algunos malestares, pero se recuperó y quedó inmunizado contra la viruela que tantas víctimas había cobrado.

Siguiendo el método científico, Jenner postuló que el contacto de las lecheras durante el ordeño con el pus de las ampollas de las vacas (conteniendo el virus de la viruela bovina, una enfermedad similar a la viruela, pero mucho menos virulenta) las protegía de la viruela.[ii]  Posteriormente probó que el pequeño era inmune a la viruela en dos oportunidades distanciadas en el  tiempo y documentó el caso, junto a otros 23 pacientes a los que sometió al procedimiento.  La Royal Society debatió el tema por años y finalmente publicó los 24 casos estudiados por Jenner.  Había nacido la vacunación, y el español Balmis, indudablemente un hombre de avanzada y progreso, tomó esta innovación y lanzó la primera vacunación mundial de la historia.

El Covid 19 que resucitó todos los terrores de las pandemias

A lo largo de la historia la humanidad ha conocido diversas pandemias desde la Peste Negra o peste bubónica, narrada por los bardos Boccacio y Dante, y originada por La bacteria Yersinia pestis que dejó un saldo de cerca de 200 millones de fallecidos;  hasta la gripe española de 1918, causada por el virus de la gripe A del subtipo H1N1, con un saldo de 50 millones de muertos; la gripe asiática del 57’ ocasionada por el   virus Influenza A H2N2 que cobró unos dos millones de víctimas y replica la gripe de Hong Kong en 1968 causada por el virus de la gripe H3N2, para la cual se logró una vacuna que tenía cerca de 10 años en experimentación y apenas dejó un gran susto y un saldo de 8.400 fallecidos.[iii]

Como pandemia también se ha considerado desde 1970  el VIH producido por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) que provoca Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), que todavía sigue sin vacuna ni cura más allá de los antiretrovirales que ayudan a sostener a los enfermos, y ha causado hasta el momento entre 25 y 35 millones de muertos.[iv]

El ébola producido por el virus del ébola, de la familia de los filovirus.  Descubierto en África en 1976 y con una letalidad de entre el 50 al 90 % de los afectados, hasta el momento con una vacuna experimental y sin cura comprobada.  Los muertos por el ébola están poco documentados aunque se calcula en varios miles, en las 5 variantes de cepas de la enfermedad.

El SARS 2002-2003, el antecesor de nuestra pesadilla actual, producido por el coronavirus SARS-CoV; que dejó un total de 774 muertes oficiales y 8.098 infecciones en 29 países de todo el mundo.  A este le siguió la  Gripe A, gripe H1N1 o gripe porcina  en el 2009, producida por una variante de Influenzavirus A (subtipo H1N1), que según la OMS dejó entre 150 y 500 mil muertos.  Y  finalmente MERS, presente desde 2012, originado por  el virus MERS-CoV; o sea otra variante de Coronavirus con un 35 % de letalidad, si bien sus cifras de muertos son relativamente bajas pues no se extiende tan velozmente como otros virus similares.

Así llegamos al villano de nuestros tiempos, el Tanos del siglo XXI como lo han llamado algunos, el Covid 19, causado por el virus SARS-CoV2, una mutación del SARS del 2002 y otras cepas de coronavirus.  Iniciado en Wuhan, China en diciembre del 2019, llega a este marzo con un año declarado como pandemia. Hasta comienzos de esta semana los contagiados superaban los 120 millones de personas, los fallecidos pasaban por encima de 2 millones 700 mil personas, números que  sin ser tan grandes como los de  las primeras pandemias enumeradas en la lista anterior han generado una dimensión de terror mundial que sólo puede alcanzarse en nuestro mundo globalizado gracias a los medios y sistemas de comunicación.  A lo que debemos sumar el manejo poco claro y de la pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la gran mayoría de Estados Soberanos, que han oscilado entre unos niveles económicamente absurdos de paralización de los sistemas productivos, dejando sólo en el 2020 más de 250 millones de desempleados, hasta la irresponsabilidad en el control y manejo de otros donde las cifras de muertos y contagiados lideran las listas mundiales.

Junto a la pandemia del coronavirus 19 se ha desatado una pandemia de terror, azuzada notablemente por la desinformación, desde los fake-news hasta las creencias más absurdas y poco científicas regadas en cadenas de redes sociales por millones de personas, pasando por las informaciones reales manipuladas o tendenciosas y por las posturas oficiales y personales absurdas.   Así el terror se ha instalado en todas partes, muchos se han encerrado y clausurado su vida, mientras otros andan alegremente por el mundo sin tomar ninguna previsión, pues incluso muchos creen que la pandemia no es real y el Covid 19 es un mito.  

Posiciones extremas que no conducen a lo que todos requerimos, cuidar nuestra vida y mantener la calma, tranquilidad y productividad.  Necesidad más extrema aún en naciones como Venezuela, donde a la pandemia mundial del Coronarivus se suma a la destrucción del sistema productivo, la hiperinflación, la desnutrición,  la inseguridad alimentaria y personal, una aguda crisis social, para delinear la emergencia humanitaria compleja que hoy vive la patria que otrora era la nación con mayores perspectivas de crecimiento del continente.

La pandemia vino y debemos aprender a vivir con ella

El Dr. Julio Castro – asesor médico de la Asamblea Nacional legítima-, comentó al respecto del Covid 19 que todas las investigaciones  apuntaban a que este coronavirus tendría un buen tiempo de presencia en el mundo moderno, por lo que todos deberíamos aprender a vivir con él, no desde el temor, sino desde la prevención.  

El Dr. Julio Castro, asesor médico de la AN, invita a seguir cuidándose como primera medida contra el Covid 19

La famosa inmunidad de rebaño, de grupo o colectiva, es básicamente un fenómeno bioestadístico que se da cuando en una población se logra inmunidad contra una enfermedad de contagio, como pasa por ejemplo con las gripes estacionarias, para las cuales ya todos tenemos legiones de anticuerpos en nuestro organismo.   Lo que se logra por el desarrollo de una vacuna o por contagios previos no mortales que rompen la cadena epidemiológica por el aumento de los individuos inmunes, lo que protege a los no inmunes.   Según Castro, para alcanzar esta condición se requiere que cerca del 70 % de la población mundial – pues la pandemia es global- haya sido contagiada, lo que pesar de la elevada tasa de contagios tardará un buen  tiempo, habida cuenta que  el planeta tiene más de 7 mil millones de habitantes.

La esperanza queda entonces en las vacunas, lo que en términos normales sería un proceso lento, pues con los métodos modernos  desarrollar una vacuna con alta eficacia y lo suficientemente probada tarda hasta  una década.   Por lo tanto el médico criollo insiste en que lo primero que todos debemos hacer es mantener las medidas de distanciamiento social, usar adecuada y continuamente los tapabocas y mantener el continuo lavado de manos o uso de antibacteriales en su defecto.

Las vacunas anticovid el mayor logro de la ciencia de estos tiempos

Una vacuna requiere años de investigación, desarrollo e incontables pruebas.   Una larga cadena que después de la declaración de pandemia por la OMS en el 2020 se acortó de forma milagrosa pues los centros de investigación, los médicos y científicos de diversas partes del mundo iniciaron una colaboración intensa que permitió primero identificar la cadena genómica del Covid y luego comenzar a desarrollar vacunas de diverso tipo que por primera vez están listas para salir al mercado en un año o más más de ese tiempo.

En este momento se están probando 82 vacunas en ensayos clínicos en humanos, de las cuales  ya 12 tienen autorización de alguna instancia legal para ser usadas públicamente, y 23 de ellas están  en la fase de pruebas finales o fase III.   Al mismo tiempo se prueban en animales 77 prototipos de vacunas.

Naciones y laboratorios distintos se han puesto de acuerdo para realizar trabajos conjuntos y para sumar sus propias experiencias en la consecución de una vacuna.   Como en la expedición Balmis, la misión es salvar vidas, en este caso desarrollando una vacuna.     Esto por supuesto no niega el millonario negocio de la producción de vacunas, pero el logro de conjunción de esfuerzos parece a todas vistas una mejor noticia.

Tipos y funcionamiento de las vacunas anticovid

Sin tratar de explicar el difícil proceso bioquímico que se oculta detrás de cada vacuna, podemos  de manera muy simple explicar cómo las vacunas funcionan  por distintos principios, unos más tradicionales y trillados que otros, más innovadores,  pero siempre persiguiendo el mejor fin, salvar a la humanidad del Coronavirus.  ¿Suena grandioso verdad?

1.Vacunas genéticas: son las que transportan uno o más genes propios del coronavirus a nuestras células para provocar una respuesta inmunitaria. En este apartado entran las vacunas de Ácido Ribonucleico o ARN y las de Ácido Desoxirribonucleico o ADN.  Las moléculas de ARN, más sencillas, tienen la capacidad de transmitir la vida del ADN, especialmente a través de su modalidad de ARN mensajero, que se escribe científicamente como ARNm, al cual se suman el ARN de Transferencia y el Ribosómico,  ARNt y ARNr –por sus siglas-.   Las más efectivas de las vacunas se basan en estos principios, que operan  desde la premisa que cada dosis de vacuna contiene millones de nanopartículas, cada una con la capacidad de transportar hasta 10 cadenas simples de ARNm.  Es una tecnología relativamente nueva, ya se viene probando hace un tiempo con los otros coronavirus como el SARS COV y el MERS.

2.Vacunas de vectores virales:  Son las  que contienen virus diseñados para transportar genes de coronavirus. Algunas vacunas de vectores virales entran en las células y hacen que produzcan proteínas virales. Otros vectores virales se replican lentamente, transportando proteínas de coronavirus en su superficie.

  1. Vacunas a base de proteínas: Son las que contienen proteínas de coronavirus pero no material genético. Algunas vacunas contienen proteínas completas y otras contienen fragmentos de ellas. Algunos empaquetan muchas de estas moléculas en nanopartículas.
  2. Vacunas de coronavirus inactivadas o atenuadas: Vacunas creadas a partir de coronavirus debilitados o coronavirus que han sido eliminados con productos químicos.
  3. Vacunas reutilizadas: Vacunas ya en uso para otras enfermedades que también pueden proteger contra Covid-19. Las vacunas reutilizadas no están incluidas en nuestro recuento de vacunas.[v]

La ciencia ha obtenido  grandes triunfos en escaso tiempo

La Dra. Angela Rasmussen, viróloga asociada al Centro para la Ciencia y Seguridad de la Salud Global de Georgetown en Washington, D.C.; comentó en el curso de manejo informativo sobre el Covid 19 que adelanta el Knight Center de la Universidad de Texas para comunicadores de todo el mundo, lo siguiente:  “Lo que me sorprende es que este proceso sólo tomó un año, y no sólo en términos de tecnología, esa parte en realidad no tardó mucho en absoluto porque, como acabo de decir, estas tecnologías ya existían y estamos en proceso de ser estudiadas. Estoy realmente sorprendida de la rapidez con la que fueron capaces de realizar ensayos clínicos de fase III con potencia adecuada y llevarlos a través del proceso regulatorio tan rápidamente. Eso, para mí, ha sido una sorpresa muy agradable. Hubiera pensado que conseguir la aprobación reglamentaria, probar las vacunas a fondo para asegurarse de que son seguras y realmente fabricarlas y sacarlas a los brazos de la gente habría tardado más tiempo que eso. Por lo tanto, estoy gratamente sorprendida de la rapidez con que se han desarrollado estas vacunas.”[i]

 

Más allá de establecer una competencia entre la efectividad de una vacuna u otra por su procedencia, como por ejemplo se ha pretendido hacer desde algunos gobiernos de corte totalitario, lo importante es que ya hay una lista de más de una decena de vacunas aprobadas que realmente cumplen su cometido, mantener a la gente viva, disminuir la tasa de letalidad del Covid 19, que en escaso tiempo dan un resultado esperado y que se siguen mejorando en los laboratorios y adaptando a las necesidades de distintos lugares, pues algunas están diseñadas para  unas condiciones y otras vacunas son de carácter más global.

En este punto podríamos decir que los investigadores  hicieron lo que Edward Antony Jenner logró con su vacuna contra la viruela en 1796, crearon no una sino muchas vacunas contra el Covid 19, la esperanza se ha cumplido, en muchas oportunidades con intercambios abiertos y libres como los investigadores que aislaron en Italia la estructura genética del virus e inmediatamente lo pusieron a disposición de todos los centros de investigación, como va sucediendo con algunas de las vacunas desarrolladas.

La incertidumbre de lo que viene ahora con la aplicación y el manejo

Una de las cosas terribles que la pandemia de Coronavirus ha traído al mundo es la falta de calma y cordura a la hora de enfrentarlo desde la mayoría de las instancias, incluyendo a la propia OMS que aún tiene una enorme deuda en el tratamiento inicial de la pandemia y su propia investigación de origen.   Esta semana por ejemplo se  conocieron los primeros informes de la comisión de expertos que se trasladó a Wuham, China, sitio del origen del virus para estudiar su arranque, y resulta que han tenido que trabajar con los datos que les suministraron los investigadores chinos, no han podido recabar la información de primera fuente pues no fue permitido por el gobierno.  Lo que ha detonado las alarmas de numerosas naciones que señalan la falta de transparencia y dificultad para llegar al origen real de la pandemia.

Paralelamente los gobiernos han asumido de diversas formas la pandemia, desde algunos que la han enfrentado desde todos los puntos con relativo éxito, como ocurre con los países escandinavos, e Israel por  ejemplo, mientras que otros han mantenido políticas erráticas y sin coherencia como Estados Unidos, Inglaterra y Brasil.  

Además la pandemia ha afectado más crudamente a naciones mejor preparadas que a otras con sistemas de salud precarios, como ocurre por ejemplo con Italia y Bélgica frente a la India y Venezuela; lo que tiene a los investigadores en un mar de dudas, si bien ya explican algunas cosas atribuyéndola por ejemplo en los países menos preparados a un población más joven, con menores índices de obesidad y todos los trastornos derivados de esta, así como a los factores de mayor aislamiento social o menor movilidad y por supuesto no falta la duda sobre la eficiencia o no de los sistemas de monitoreo de las cifras de contagiados y fallecidos.

En síntesis el mayor legado de la pandemia; más allá de los cerca de 3 millones de muertos a la fecha, es la incertidumbre en que se ha sumido el planeta.  Ese no saber qué ocurrirá mañana ni aunque lo planifiquemos.   La economía mundial oscila entre la recesión a las puertas y las ingentes ganancias de las pocas naciones que han logrado capitalizar la pandemia, como China por ejemplo, o las poderosas corporaciones farmacéuticas que son las empresas más rentables de estos tiempos.

Y aquí entramos en el terreno de las preguntas inciertas ¿Qué va a pasar con el acceso igualitario a las vacunas, cómo se montarán las megacapañas de vacunación y cómo aceptarán las personas  las vacunas?  La propia Dra. Rasmussen –defensora de mujeres en la ciencia y activista por los derechos del género además de notable científico-, manifiesta sus inquietudes “Realmente tengo dos preocupaciones,  algunas de ellas dependen realmente del país, algunas de ellas son más globales. Pero los dos temas principales son la reticencia hacia las vacunas y el acceso equitativo a las vacunas.  Incluso en países que tienen grandes suministros de vacunas en este momento, ha habido problemas importantes con el acceso equitativo a la vacuna. Muchos subgrupos de personas que están en alto riesgo y han sido priorizadas para la vacunación no están recibiendo esas vacunas. Y de nuevo, esto varía de un país a otro, sobre cuáles son las razones, pero esto es algo que realmente va a afectar el tiempo que va a seguir esta pandemia en términos de cómo vivimos nuestra vida diaria.”

Hay una aguda discusión donde se señala el elevado costo de las vacunas y su acceso a las naciones pobres del tercer mundo, incluso la OMS insiste en que las vacunas deben llegar a todas partes.   Pero además de eso y a pesar de los grandes logros de los laboratorios e investigadores en lograr las vacunas, está el problema de la insuficiente capacidad de producirlas para los más de 7 mil millones de habitantes del planeta.  

Además viene el tema de cómo lo acepten en muchas de esas naciones, pues por ejemplo en Venezuela el régimen en el poder encabezado por Nicolás Maduro ha rechazado públicamente el ingreso al país, a través del mecanismo humanitario Covaxx,  de la vacuna AstraZeneca tachándola de peligrosa, aunque por otro lado está ingresando miles de dosis de la vacuna cubana Abdalá que todavía está en fase de pruebas y sin aprobación de aplicación, mientras que comunicacionalmente impulsa procedimientos no comprobados como las góticas milagrosas de José Gregorio Hernández y una larga lista de infusiones vegetales, llegando a tal punto que la red social Facebook eliminó su cuenta por desinformar sobre la pandemia.

Otra pregunta pendiente es como se montarán las campañas de vacunación masiva y las medidas a aplicar luego de estas jornadas.   Estados Unidos, Chile e Israel encabezan los mecanismos de vacunación más exitosos del mundo hasta el momento, pero Norteamérica sigue teniendo la mayor tasa de fallecidos y de contagiados, mientras que en Israel la pandemia sigue  bien contenida.   Esto indica que el manejo de las normas de las hablaba el Dr. Julio Castro sigue siendo el primer escudo contra el coravirus Covid 19, hay que vacunarse, pero se deben seguir usando correctamente los mecanismos de barrera física como la mascarilla (preferiblemente doble en sitios públicos), los face-shield o lentes protectores; se debe mantener en lo posible el distanciamiento social – que no es encerrarse patológicamente en una casa- y continuar la práctica del lavado de manos.  

La pandemia cambió el mundo, ahora tenemos que vivir de otra manera, sin dejar de ser productivos, sin derrumbar la economía, ni caer en miedos patológicos, pero resguardándonos unos a otros, esperando que las vacunas lleguen a todas las partes y personas que deben hacerlo, luchando por que así sea, pues en este punto de la distribución equitativa las respuestas son malas, en Perú altos funcionarios del gobierno se vacunaron a sí mismos y sus familiares y amigos antes que al sistema de salud.  En Venezuela los políticos del régimen fueron los primeros vacunados mientras se ha escatimado en vacunar a todo el personal de salud, a pesar que somos la nación con el mayor número porcentual de muertos del sistema sanitario del globo.

Aún falta por implementar un mecanismo mundial de vacunación, o al menos normas compartidas por todos, y ni siquiera estamos cerca de la extraordinaria expedición del Dr. Francisco Javier Balmis que durante tres años llevó la innovadora vacuna contra la viruela a diversas latitudes del mundo, cuando no existían ni los aviones, ni telecomunicaciones, ni la tecnología  médica actual. Quizá a pesar de los logros maravillosos que muestran la esperanza de conseguir ya vacunas eficaces, nos falte el corazón y la inteligencia colectiva para distribuirlas equitativamente.  Para entender que somos una sola raza en todo el planeta sin importar los colores, ni las fronteras.  Hay tarea pendiente y es de todos, no sólo de los gobiernos e instituciones mundiales.

Queda además el gran capítulo por escribir, como viviremos después del Covid 19.

Gustavo Montaña

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