Grupos de personas reaccionan mientras observan una transmisión del partido entre Estados Unidos y Venezuela durante los cuartos de final del Clásico Mundial de Beísbol hoy, en Caracas (Venezuela). EFE/ Rayner Peña R.

Caracas.- La esperanza es lo último que se pierde, y fue lo último que perdió Venezuela mientras veía, desde la distancia, a su selección jugar contra EE.UU. en cuartos de final del Clásico Mundial de Béisbol, de donde el país caribeño se despidió este sábado al caer 9-7 ante los norteamericanos, lo que aguó la fiesta en Caracas, cuyas calles fueron abandonadas con los ánimos decaídos.

De frente a una gran pantalla, de unos tres metros de ancho y tres de largo, unos 600 caraqueños se despidieron, desde una plaza en el centro de la capital venezolana, del sueño de ver a su nación, culturalmente con el béisbol en la sangre, alzándose con la victoria en el torneo internacional.

En el ambiente hubo lamento, rabia y algunos abrazos de consuelo, lo que, sin embargo, no alteró el orgullo que los venezolanos sienten por su equipo.

«Dimos el todo por el todo, (…) Venezuela tiene mucho pa’ dar y ahora, con este reconocimiento que tiene, (…), podemos ganar mucho más, y yo apuesto a Venezuela en todos los clásicos que vienen», dijo a EFE Leandro, un aficionado proveniente de Maracaibo, capital de la región petrolera de Zulia (noroeste), que se encontraba en la plaza caraqueña.

Por casi cuatro horas, las diferencias ideológicas y partidistas que tanto han dividido al país petrolero, sobre todo en la última década, quedaron relegadas a un segundo plano, y los ciudadanos se unieron al verse todos identificados con una misma etiqueta: venezolanos.

Las caras, en un principio apagadas y con expresiones de preocupación, empezaron a cambiar a partir del quinto «inning», cuando Venezuela remontó el partido para luego superar a Estados Unidos, a lo que le siguió un ensordecedor y enérgico grito.

Los vendedores ambulantes, multiplicados en los últimos años por la crisis económica, pasaban entre los aficionados, la mayoría de ellos sentados en el suelo, mirando la gran pantalla, puesta al lado de un inflable de «Súper Bigote», el personaje tipo superhéroe creado por el Gobierno e inspirado en el presidente Nicolás Maduro.

Pero las caras de llanto y los lamentos volvieron a los centenares de rostros cuando Estados Unidos sumó cuatro carreras más en la octava entrada, tras lo que los suramericanos no lograron recuperarse.

Sin embargo, para Gabriel, oriundo de Barlovento, en el céntrico estado de Miranda, Venezuela «hizo un gran trabajo».

«(Pero) el mánager hizo las cosas incorrectas, (…) en dado caso, bueno, dimos lo mejor, y será para una próxima oportunidad», dijo el barloventeño a EFE.

Los aficionados también llenaron las redes sociales de mensajes, que posicionaron la expresión «Vamos Venezuela» entre las principales tendencias en Twitter, donde oficialistas y opositores mostraron su apoyo a su selección, además de personalidades como la Miss Venezuela y virreina universal de belleza, Amanda Dudamel.

Este fue el quinto encuentro entre ambas selecciones, luego de que los venezolanos les ganaron dos veces en 2009 -cuando obtuvieron su mejor posición hasta ahora, el tercer lugar-, mientras que los estadounidenses consiguieron una victoria 15-6 en 2009 y otra en 2017.

En esta edición, los venezolanos conquistaron con su juego a los fanáticos que, al igual que el combinado, apostaban por llegar por primera vez a la final del Clásico, liderados por el toletero de los Tigres de Detroit Miguel Cabrera, el único beisbolista en batear en las cinco citas mundialistas celebradas hasta la fecha.

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