Nuestra capital, siempre se caracterizó por el nombre que identificaba sus esquinas, las cuales eran por motivos de personajes que hubiesen vivido en el lugar o cualquier evento sucedido, hoy traemos el caso de una de las esquinas más famosas de Caracas, se trata de la esquina de San Francisco, donde esta ubicada desde la época de la colonia el famoso árbol “La Ceiba de San Francisco”
Los documentos históricos que nos hablan de la formación de la ciudad de Caracas, señalan que en el año 1575 como la fecha en que llegó el comisario fray Alonso Vidal de Santo Domingo.
El año siguiente para Mayo, llegaron ocho frailes, entre los cuales el comisario Francisco de Arta, quien vino junto con el gobernador Juan de Pimentel. Para esa fecha con la construcción del monasterio de los franciscanos había comenzado, por esa misma calle, hacia abajo se iba a La Vega.
El monasterio de San Francisco se comenzó a construir por el fray Alonso Vidal, en el mismo lugar donde hoy se encuentra el templo de San Francisco que da nombre a la esquina.
La capilla del convento tenía solo una nave y ostentaba las armas de los que ejercían el patronato. Fray Jesús Nazareno Zivardia, escribió en 1774 el libro “Becerro o Protocolo de las memorias perpetuas del convento”, y también puso en orden los archivos y llevaba una cuenta minuciosa de los “legados que se hacían al convento” de las misas y responsos que se decían y de las hachas y velas que se encendían.
El 11 de junio de 1641 el terremoto de San Bernabé arruinó la iglesia del convento, pero luego el capitán Juan de Angulo mandó a reedificar la capilla mayor, para lo cual donó a los franciscanos doce mil quinientos pesos. También reedificó la portada de otras capillas y adornó la fachada del templo con tres imágenes de mármol traídas desde Génova: la de la Inmaculada, San Juan Bautista y San Francisco, en 1665.
Así obtuvo el nombramiento de “patrono de la capilla mayor”.
El templo de San Francisco se inmortalizó por haber sido allí donde el General Simón Bolívar, fue proclamando Libertador y por haberse realizado en su recinto, en el año 1842, el gran funeral organizado por el presidente José Antonio Páez, cuando se realizó el traslado de los restos del más grande de los caraqueños.
En la iglesia de San Francisco se venera la imagen de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, copia de la que se venera en el convento de Nuestra Señora de la Victoria en Madrid, la cual era propiedad de Don Juan del Corro y de su esposa Felipa de Ponte. Esta imagen de Nuestra Señora de la Soledad tiene una historia: la nave que la traía de España naufragó y el capitán la arrojó al mar con toda la carga. La carga fue hallada casualmente por los esclavos de Don Juan del Corro en la playa de Naiguatá, junto a su propia hacienda.
San Francisco como templo tenía sus campanas, las mismas que repicaron para celebrar el 13 de octubre de 1813, cuando fue otorgado el título de Libertador a Simón Bolívar; y las mismas que tañeron dolorosamente el 17 de diciembre de 1842, cuando el pueblo rindió una apoteosis a sus restos. Mas estas campanas fueron silenciadas, diz que porque tocaron aleluya antes que la catedral. Desde entonces fueron bajadas de su sitio y por muchos años estuvieron arrumadas en unos horcones en el patio de la Universidad Central de Venezuela, la cual se encontraba al lado. Ha transcurrido mucho tiempo y se desconoce su paradero, probablemente puedan estar en el Museo Bolivariano.
Por ahora, solo queda decir que en los viejos tiempos celebraron sus sesiones representantes y senadores en el convento de San Francisco, ya desde esa fecha las raíces de la Ceiba estaban dañando al vetusto templo que da nombre a una de las esquinas más frecuentadas por los caraqueños de todos los tiempos.
Las autoridades trataron de derribarla para salvar el templo, encontrándose con la indignada protesta del sabio Ernst, quien pidió se derribara el templo antes que la célebre ceiba.
En la esquina diagonal con la Iglesia de San Francisco existió la Editorial y Librería de Rojas Hermanos (don Arístides y don José María) que después heredaron sus sobrinos, los célebres Carranza-Rojas, editores del almanaque que tiene más de un centenar de años de vida, el “Calendario de Rojas Hermanos” que los agricultores codician, ya que ahí explican con detalles los pasos de la luna y los mejores momentos para la siembra y la cosecha.
Allí estuvo reunida la célebre tertulia literaria y científica de don Rafael de Villavicencio, el sabio Ernst, los hermanos Calcaño, don Felipe Tejera, Marco Antonio Saluzzo, el doctor Víctor Zerpa, el general Pedro Arismendi Brito y los Núñez de Cáceres, polígrafos y poliglotas. Más tarde apareció en la esquina el botiquín de San Francisco de los españoles Juan y Antonio Armada, el cual se convirtió en el sitio de reunión de los hombres de negocios, cenáculos literarios y abrevadero de “parlamentarios mudos” que iban allí a vociferar lo que se callaban en las cámaras. La esquina de San Francisco o la Ceiba de San Francisco es conocida desde entonces como “La Bolsa de Caracas” Allí al pie de la Ceiba, se transan los más diversos y extravagantes negocios, también lugar de los parlamentarios, ya que esta justamente al frente de la Asamblea Nacional, de los visitantes de la Biblioteca Nacional al lado y cercano a la estación del metro con más movimiento ya que es un lugar de transferencia.
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