En las últimas semanas el Gobierno de Venezuela, presidido por Nicolás Maduro, ha adoptado una postura que contradice las líneas discursivas y de acción que tuvo la gerencia del ex presidente Hugo Chávez, con relación al manejo de las empresas básicas y su trato con el sector privado del país.

Con la llegada de la llamada «Revolución», Chávez adoptó una política de intervencionismo en las empresas que pertenecían a la clase privada del país. Según el Observatorio de Derechos de Propiedad Privada de Cedice, el Gobierno expropió 1.359 empresas entre 2005 y 2017.

Todo esto generó una fama negativa en Venezuela para el ambiente de inversión privada y sobre todo extranjera. No obstante, con el paso del tiempo, Nicolás Maduro pareciera apostar por un cambio de dirección en la relación Gobierno-empresarios con el anuncio de ofrecer algunas acciones de las empresas básicas.

En los últimos días, Guayana ha sido testigo de una movida industrial bastante importante, relacionadas con las palabras de Nicolás Maduro, referentes a la llegada de capital privado para las empresas básicas. De allí la visita de parlamentarios mexicanos, con fines económicos, al holding CVG. 

Para el ingeniero químico y experto en Gerencia, Waldo Negrón, las condiciones actuales de Venezuela solo atraerán inversionistas «poco serios» que, a su juicio, son quienes quieren hacer negocios turbios en el país.

«En un país en donde hay tanta arbitrariedad y discrecionalidad del Gobierno, poca credibilidad, una inflación que nadie sabe cuánto es y donde el Estado no sirve… no vendrán inversores serios ¿Quién puede venir? Pues serán los que quieran hacer negocios turbios», aseveró.

-¿Esos «inversionistas poco serios» pueden solucionar los problemas que hoy padecen las empresas básicas de Guayana?

-La respuesta es no. No van a resolver los problemas. Si se aparecen por allá son dueños de empresas oscuras que no cotizan en bolsas. Que sus administraciones no son transparentes, que están en Gobiernos oscuros o de espaldas al mundo.

-Eso puede ser un negocio para favorecer alguna empresa. Pero a la población y al arreglo de las empresas no. Y no serán una solución, porque seguramente serán empresarios que no tienen tecnología, mercado o credibilidad. Será algo muy pequeño. Es algo poco trascendente. Quizá puede aparecer una mejora muy pequeña, pero no más de allí.

«Solución momentánea»

Waldo Negrón aclaró que la inversión privada, en general, es una solución bastante importante para cualquier empresa de las magnitudes que tiene la CVG.

«La inversión privada es la opción principal para las empresas de Guayana. Y en general el mundo ha entendido que los gobiernos son muy malos administradores de empresas, en consecuencia, todos, excepto tres o cuatro países (en el que está Venezuela) ha entendido que las empresas deben estar en el sector privado», insistió el experto en Gerencia, quien además supo trabajar en varias de las empresas que conforman el emporio industrial de Guayana.

Sin embargo, enfatizó en que nada harán las inyecciones del capital privado si estas no vienen con un cambio en la estructura de la economía o en la garantía de que se creará una seguridad jurídica que impida la repetición de la política expropiatoria creada por Chávez y continuada por Maduro.

«La sola actividad privada no garantiza una economía sana, si tu privatizas a Sidor pero mantienes los servicios que no sirven, la persecución a la actividad privada, no hay respeto ni seguridad jurídica, no están las reglas definidas, no hay una Asamblea Nacional o un Tribunal Supremo de Justicia independiente, una administración o no haya corrupción… si esas cosas no se corrigen, no se solucionará nada», puntualizó Negrón.

También expresó que un inversionista «serio», no ven únicamente la compra determinada de manera aislada, sino que observa y estudia el entorno.

Justamente ese entorno en Venezuela, por años, se ha traducido en una pérdida del 70% del Producto Interno Bruto (PIB), hiperinflación, y sobre todo, unas sanciones que limitan su capacidad de acción en el mercado internacional.

«Cuando un Gobierno quiere privatizar una empresa, los inversores no ven la compañía aislada, sino que también ven el entorno y si este es muy desfavorable porque no hay respeto a la propiedad privada… por muy fácil que el Ejecutivo pretenda poner esa inversión, no es atractiva. Los grandes inversionistas buscan reglas de juego claras», concluyó Waldo Negrón.

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