Ciudad Guayana.-Hace 42 años (1979), una mañana de septiembre, Argentina vivía dos sensaciones contrapuestas de esas que la historia apenas registra en cuentagotas.
El día 7, el seleccionado juvenil que conducía César Luis Menotti se consagraba campeón mundial juvenil en Tokio, casi como un símbolo del fútbol bien jugado y convertido en una bocanada de aire fresco en el marco de una realidad nacional que se tornaba asfixiante.
Para entonces, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) visitaba Argentina con el afán de registrar testimonios sobre el terrorismo de estado de la dictadura que se había entronizado el 24 de marzo de 1976, según escribió el periodista Gustavo Veiga en un artículo publicado.
La política y el fútbol, como había ocurrido un año antes durante el Mundial 78’, volvían a mimetizarse, vinculados por los personajes que difundían aquel eslogan de “Los argentinos somos derechos y humanos”.
El gobierno de Jorge Rafael Videla no era ni derecho ni humano. Pero, como en otras etapas de la historia, desde un gobierno dictatorial se utilizó en aquel momento al deporte en beneficio propio.
La Argentina se llevó por delante a todos sus rivales en el Lejano Oriente. Disputó seis partidos y los ganó todos, marcando 20 goles y sufriendo solo dos.
La formación salía prácticamente de memoria, con Sergio García; Carabelli, Juan Simón, Rubén Rossi y Hugo Alves; Barbas, Rinaldi y Diego Maradona; Escudero, Ramón Díaz y Calderón.
El fallecido ‘Astro Argentino’ Diego, apenas un joven de 18 años con el pelo rapado y toda una exitosa carrera por delante.
El torneo dejó una huella difícil de borrar. En plena madrugaba los argentinos despertaban hace 42 años para ver las gambetas de Maradona, la capacidad goleadora de Ramón Díaz, la categoría de Juan Simón y el despliegue generoso de Juan Barbas. Sí, aquel equipo le ganó al paso del tiempo y un día como hoy aún se lo recuerda.
Este 7 de septiembre se cumplirán 42 años de aquel título mundial juvenil, el primero conseguido por la Argentina. Es un recuerdo tan opaco como lejano. Un acontecimiento deportivo que debe ser evocado, pero que también sirve para refrescar nuestra memoria histórica.
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