Berlín.- El Consejo de Ministros alemán aprobó este viernes un proyecto de presupuesto para 2023 con el que volverá a la senda de austeridad, pese a la inseguridad derivada de la guerra en Ucrania y sus repercusiones económicas.

Por primera vez desde 2019, Alemania quiere cumplir con el llamado «freno a la deuda», un precepto constitucional que exige que en tiempos de normalidad económica el déficit no supere el 0,35 por ciento del PIB.

«No toda crisis puede servir de argumento para no cumplir con el freno de la deuda», dijo el ministro de Finanzas, Christian Lindner, al ser interrogado acerca de si la guerra en Ucrania no podría ser una razón para aplazar el retorno a la austeridad.

En términos absolutos se requiere pasar de un déficit de 140.000 millones de euros contemplado para 2022 a un déficit de 17.200 millones de euros en 2023. El plan deberá ser aprobado por el parlamento en noviembre.

Lindner señaló que, además de la necesidad de cumplir con una norma constitucional, hay razones económicas para retornar a la austeridad como el aumento de los intereses que se está dando en los mercados.

«El aumento de intereses es una clara señal de los mercados a la política de que no se puede seguir como en los últimos años. No nos podemos seguir permitiendo altas deudas. Las deudas de hoy son las alzas de impuestos de mañana», aseguró.

«Las deudas también generan inflación y no quiero generar más inflación», agregó.

Entre las medidas contempladas para la reducción del déficit está un recorte de personal del 1,5 por ciento y recortes en los presupuestos de 7 ministerios.

El retorno a la austeridad, según Lindner, también debe ser una señal para el Banco Central Europeo (BCE) de que Berlín hace su aporte en la lucha contra la inflación reduciendo la deuda y que la política monetaria debe hacer también su aporte.

«Es una señal al BCE. El BCE no necesita tener consideración con nuestra situación presupuestaria al tomar medidas en la lucha contra la inflación», dijo Lindner al presentar el proyecto de presupuesto para 2023.

«Queremos con este presupuesto enviar un mensaje y es que nosotros hacemos nuestro aporte a la lucha contra la inflación con reducción de la deuda y el BCE debe hacer lo que considere conveniente», dijo.

Los planes del Gobierno han recibido críticas tanto de parte de la oposición como de parte de los sindicatos desde diversos puntos de vista.

De parte de la oposición el experto en presupuestos del grupo parlamentario conjunto de la Unión Cristianodemócrata y la Unión Socialcristiana (CDU/CSU), Christian Haase, ha dicho que el cumplimiento del freno a la deuda está sólo sobre el papel y que los presupuestos no son sólidos.

«El ministro de Finanzas se comporta como un conductor que conduce entre la niebla con la esperanza de no chocar con nada y salir de allí a salvo y sin provocar un accidente», dijo Haase.

La CDU/CSU considera que los presupuestos se basan en datos y proyecciones que ya no tienen validez debido a las repercusiones de la guerra en Ucrania y a la fuerte inflación.

Ante ello, según la CDU/CSU, se deberían revisar algunos proyectos de inversión del Gobierno, lo que no se hace en los planes de presupuesto.

La Confederación Alemana de Sindicatos (DGB) también ha criticado el plan de presupuesto y un miembro del Consejo Directivo, Stefan Körzell, advirtió que el freno a la deuda pueden convertirse en «un freno para el futuro» y poner en peligro la paz social en Alemania.

«Lo que se necesita ahora son inversiones para una transición ecológica y social. Lindner en cambio ahoga la demanda y con ello la coyuntura con lo que Alemania caerá en otra crisis en lugar de salir de la crisis actual», dijo.

Körzell también señaló que los otros miembros de la coalición de Gobierno debían procurar «hacer entrar en razón» a Lindner, que es presidente del Partido Liberal (FDP), el más pequeño de la actual coalición de Gobierno.

Una de las señas de identidad del FDP es la austeridad presupuestaria, lo que en el acuerdo de coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD), del canciller Olaf Scholz, y Los Verdes, del ministro de Economía y vicecanciller, Robert Habeck, necesitaba conciliarse con las exigencias de inversiones en la transformación ecológica y en el campo social de estas dos agrupaciones.

 

EFE

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