La Atlántida siempre ha sido un enigma para los historiadores y especialistas, sin embargo, existe una ciudad real que algunos han denominado la ‘Atlántida romana’.
Baia es una ciudad situada en las costas del golfo de Nápoles, devorada por el mar hace aproximadamente 2.000 años y se ha convertido en un parque arqueológico submarino.
Baia: la ciudad romana sumergida
Entre los siglos I a.C. y I d.C., Baia alcanzó su auge y se convirtió en el refugio favorito de la élite romana, incluyendo emperadores como Julio César, Augusto y Nerón.
La ciudad era conocida por su clima agradable, sus aguas termales y su ubicación costera. Los romanos crearon en Baia lujosas villas, complejos termales y jardines opulentos.
Los balnearios de Baia eran particularmente notables, aprovechando los respiraderos volcánicos para sus aguas termales con propiedades curativas. Estas zonas no solo ofrecían relajación, sino que también funcionaban como centros sociales para debatir de asuntos políticos y el disfrute de la vida social.
No obstante, la prosperidad de Baia no fue eterna. Construida sobre la península de Cuma, en una región volcánica activa, la ciudad sufrió el fenómeno del bradisismo, que causó su hundimiento gradual.
Con el paso del tiempo, la mayor parte del territorio de Baia quedó sumergido, conservando sus estructuras arquitectónicas de forma extraordinaria dentro del Parque Arqueológico Sumergido de Baia.
Parque arqueológico sumergido
Este parque, que abarca aproximadamente 177 hectáreas, es uno de los sitios arqueológicos submarinos más significativos a nivel global.
Los visitantes pueden explorar los restos de villas romanas, mosaicos y estatuas a través de buceo o embarcaciones con fondo transparente, ofreciendo una inmersión directa en la historia romana.
Dentro de los descubrimientos más destacados se encuentran la Villa a Protiro y el Ninfeo de Claudio, ambos ejemplos del esplendor arquitectónico de la época.
Los arqueólogos han revelado también calles, templos y almacenes, ofreciendo una visión integral de la vida en Baia.
Pese a los retos que implica el mantenimiento de un sitio arqueológico submarino, el trabajo incansable de arqueólogos y científicos ha permitido revelar muchos secretos de Baia, ilustrando aspectos de la tecnología, el diseño arquitectónico y la vida cotidiana de la élite romana de aquel entonces.
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