Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
Romanos 8:1 – 2 NVI
https://bible.com/es/bible/128/rom.8.1-2.NVI
La Palabra de Dios establece que antes de ser hijos de Dios, nosotros estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, y estábamos condenados al infierno.
En el momento en que reconocemos nuestra condición pecaminosa, pedimos perdón y aceptamos a Cristo como Señor y Salvador, somos trasladados por Dios del mundo de las tinieblas al reino de su amado Hijo. Gloria a Dios por la eternidad.
En virtud de que es en Cristo nuestro Redentor, por su sacrificio en la cruz, que el Padre hace todo esto, el apóstol Pablo afirma en el pasaje de hoy que ya no hay ninguna condenación para los que estamos unidos a Cristo Jesús.
Pablo sigue explicando a los colosenses que en Cristo la ley del Espíritu de vida nos ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
El pecado que reinaba en mi cuerpo mortal ha sido destronado, y ahora ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí.
No hay nada ni nadie que pueda separarnos del amor de Dios, para los hijos de Dios ya no hay ninguna condenación. ¡En Jesucristo estamos confiados, Él es nuestra amparo y nuestra ayuda siempre!
Pr. José N. Corrales
[email protected]
@pastorcorrales
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