Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.
Colosenses 3:12 – 13 NVI
https://bible.com/es/bible/128/col.3.12-13.NVI
Una vida llena de rencores, odio, insatisfacciones, y cualquier otro tipo similar de molestias acumuladas en la mente y el corazón, crean personas que no perdonan, que viven alejadas de Dios, y enojados y llenos de amargura. Ellos traen su insatisfacción a cada relación con un ser humano, y están tan enfocados en las malas experiencias pasadas que no pueden disfrutar del presente.
Yo tengo suficiente experiencia en cuanto a menosprecio, burla y ser manipulado como persona. Desde pequeño y aun después de adulto he vivido esas desagradables experiencias, no es fácil perdonar, pero cuan necesario es; cuando tú perdonas, no lo haces por la persona que te ofendió, lo haces por ti, por tu salud integral, y por mejorar sustancialmente tu relación con Dios y con los demás.
Perdonar no es excusar a las personas que te hayan hecho daño. ¡De ninguna manera! Perdonamos para ser libres de la opresión que causa el rencor. Al hacerlo decidimos seguir adelante sin permitir que otra persona tenga poder sobre nuestras acciones o emociones.
Al perdonar, le entregamos a Dios todo nuestro dolor en oración, confesándole como nos maltrataron y todo lo que sentimos, seguros de que Él, se encargará de hacer justicia en su momento. Al decidir perdonar dejamos que Dios nos transforme, que nos llene de su Espíritu Santo y seguimos adelante confiando en su bondad y dejando atrás el dolor y nuestro deseo de venganza.
En el pasaje bíblico de hoy el apóstol Pablo les indica a nuestros hermanos de Colosa, que como escogidos amados de Dios, deben esforzarse por estar llenos de afecto entrañable, de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, a fin de tolerar y perdonar a quienes los ofendan. ¡Debemos perdonar a los que nos ofendieron, así como Cristo nos perdonó a nosotros!
Pr. José N. Corrales
[email protected]
@pastorcorrales
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