Lisboa.-Si las tachuelas de las sandalias o ciertos elementos metálicos eran hasta hace poco los escasos vestigios que permitían identificar campamentos militares romanos que colonizaron la península ibérica, ahora los satélites y los drones ofrecen más certeza sobre estos asentamientos.

Las imágenes de satélite o las fotos aéreas han sido imprescindibles para localizar el primer campamento militar romano del norte de Portugal, ubicado en un monte del Parque Natural Peneda Gerês, explica a Efe João Fonte, arqueólogo portugués experto en la identificación de estos asentamientos en el noroeste peninsular.

En una zona próxima, un paraje español de la Sierra de Manzanera (Orense), se encontraron en 2018 restos de tachuelas de las sandalias militares romanas, conocidas como «caligas», y algunas piquetas de hierro usadas para fijar las tiendas, lo que demostró la existencia de este enclave militar.

Sin embargo, cuando los campamentos eran temporales, apenas dejaban vestigios, por lo que ha sido necesario recurrir a otro tipo de tecnología para su verificación.

Se trata del proyecto «Lidar», una tecnología que produce mapas de alta resolución con láser y que se viene usando en la comarca lusa del Alto Minho para la ordenación del territorio y la prevención de incendios forestales.

Con el sistema Lidar se logra una descripción detallada de lo que esconde la vegetación y gracias a esta información João Fonte ha logrado identificar el primer campamento militar romano del norte luso, en el Alto da Pedrada del Parque Natural Peneda-Gerês, muy cerca de la frontera con Galicia (España).

Fonte describe que en este paraje están identificados una muralla, tres puertas típicas de la época -que data a finales del siglo I a.C.- denominadas clavículas y el propio foso defensivo.

Aunque son asentamientos temporales, servían, según las hipótesis que baraja João Fonte, para defenderse de la población nativa o para el entrenamiento de sus propios soldados, algunos reclutados entre los habitantes de la zona.

«Son asentamientos de campamentos militares romanos que, a lo mejor, solo duraban un día o una semana», recuerda el especialista portugués.

Por eso, en la zona no han aparecido ni monedas, ni restos metálicos, ni tachuelas, aunque según los datos obtenidos con la tecnología Lidar se trata de un complejo defensivo de hectárea y media a 1.416 metros de altitud que forma parte del entramado militar romano del territorio galaico.

El asentamiento se integra en las veintidós zonas militares romanas que ya han sido identificadas en el noroeste peninsular, entre Portugal y las regiones españolas de Castilla y León, Asturias y Galicia.

Las expediciones militares romanas, apunta João Fonte, comenzaron en el siglo I a.C. y tuvieron su máximo esplendor en las conocidas «Guerras Cántabras», ya que el imperio de Augusto aún no había conquistado los actuales territorios de Asturias y Cantabria.

El objetivo principal era controlar la riqueza mineral y, especialmente, el estaño que abundaba en el noroeste peninsular, muy útil para los romanos a la hora de «fabricar armas o fíbulas de cobre», asegura Fonte.

La próxima investigación, avanza el arqueólogo, se desarrollará a mediados de septiembre durante dos semanas en una zona fronteriza situada entre Melgaço (Portugal) y Orense (España) y denominada Lomba do Mouro, en la que están identificados posibles asentamientos romanos.

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