Madrid, España. Un equipo de científicos americanos y españoles ha encontrado, en un fragmento de resina fosilizada, la primera «avispa amante de las flores», que convivió hace unos 100 millones de años con los dinosaurios.

La nueva avispa descrita ha sido bautizada como «Prosphex anthophilos» o “primera avispa amante de las flores” y es un hito en los estudios sobre la historia de la polinización, destacó el Instituto Geominero.

En la investigación participaron cinco investigadores, dos de ellos españoles, pertenecientes al Museo Geominero del Instituto Geológico y Minero.

Este hallazgo significa una transición en los ecosistemas terrestres: de los dominados por los helechos a los mayoritariamente poblados por plantas con flor.

Lo más novedoso es que, por primera vez, los investigadores se han encontrado ante una avispa en este tipo de ámbar con cientos de granos de polen conservados en su boca, lo que ha permitido su estudio en detalle.

“Se trataba de la primera vez que se descubría un insecto polinizador cubierto de granos de angiospermas de la era de los dinosaurios, y justo cuando estas plantas empezaban a ser muy importantes en los ecosistemas terrestres”, explicó Eduardo Barrón, investigador del Instituto Geológico y Minero de España y experto en polen fósil.

La investigación comenzó en el Museo Americano de Historia Natural, cuando la muestra de ámbar del país asiático ingresó en sus colecciones, y allí observaron una especie de avispa con aguijón cubierta de granos de polen.

Al ser evidente que se había alimentado de polen con sus mandíbulas, Hollister Herhold, uno de los investigadores americanos, obtuvo una digitalización 3D de alta resolución del insecto fósil para estudiar su interior.

Se comprobó que conservaba perfectamente momificados los potentes músculos que movían las alas y una masa extraña dentro de la cavidad bucal, que se ha interpretado como una bola de polen que quedó a medio tragar.

De esta forma, cada uno de los 656 granos de polen encontrados se ha constituido como una prueba en este análisis.

Las plantas con flores de las que se nutriría esta especie se encontrarían en el sotobosque en pequeñas áreas en las que incidiese la luz y en zonas litorales de corrientes de agua y lagunas.

Previamente, en muestras de ámbar de España se habían descrito los primeros insectos cretácicos cubiertos de polen de gimnospermas, pero es en el ámbar de Myanmar, por su antigüedad, el que presenta incluidos animales y restos de plantas, lo que es clave para la investigación.

Además, se encuentra en gran cantidad por lo que se están excavando grandes depósitos que proporcionan miles de fósiles cada año, según el Instituto Geológico.

 EFE

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