En el punto más alto de los volcanes andinos entre Chile y Argentina, se encontraron 13 cuerpos momificados de ratones orejudos, la mayoría con algunas décadas de antigüedad y cuatro contando con más de 350 años, siendo una gran sorpresa por las condiciones de la ubicación, con un ambiente frío y de escaso oxígeno.
Las momias se hallaron en las cumbres de los volcanes Copiapó, Púlar y Salín, sumándose a las investigaciones realizadas en el año 2020 por el equipo estadounidense de Jay Storz, de la Universidad de Nebraska-Lincoln donde se toparon con unos ejemplares vivos a más de 6.700 metros, en el volcán Llullaillaco, creando así una nueva hipótesis.
Entre los años 70 y 80, unos arqueólogos teorizaron que los ratones los utilizaban los incas como sacrificio o alimento, debido a que consideraban los volcanes espacios sagrados, por lo que los restos encontrados serían el resultado de las actividades religiosas de la comunidad, sin embargo, los actuales hallazgos revelan otro panorama.
Los científicos afirman que este descubrimiento amplía los límites fisiológicos de los seres vertebrados en la tierra, ya que al ser un terreno con características extremas no se esperaba que dicha especie lograra crear madrigueras y recorrer en el área volcánica, además de tomar tácticas y energía para evitar a los depredadores.
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