Tras su exitoso estreno el pasado año, el Museo del Futuro (MUFO) regresa a la capital mexicana con una apuesta más plástica que tecnológica, a través de la que busca redefinir el concepto de museo y hacer partícipes a los más de 100.000 visitantes que esperan.

«La edición pasada fue muy digital, piezas con mucha tecnología. Lo que queremos representar en esta edición es una curaduría donde la tecnología no es principal, sí hay tecnología, pero efectivamente el futuro no es solamente digital», explicó a EFE Mariano Montaño, director del proyecto.

En su edición de 2023, el MUFO, que abrió sus puertas el pasado viernes y hasta septiembre, presenta siete proyectos que provienen de México, España, Italia, Alemania e Islandia, eminentemente plásticos y físicos.

«Es un espacio donde queremos que la gente se sienta cómoda y venga a experimentar, a jugar con el arte, a cocrearlo y a entender qué está sucediendo en el ámbito del arte y de la cultura que no vemos en los museos tradicionales», incidió Montaño.

A través de los proyectos de artistas como Shoplifter, Playtronica, Penique Productions, Massimiliano Moro, INTERSPECIFICS o Light Node Cult, el MUFO trata de redefinir el modo en que las personas se relacionan tradicionalmente con los museos.

UNA NUEVA RELACIÓN

Con ese objetivo Montaño empezó el proyecto el pasado año, cuando recibieron a 110.000 personas en los cuatro meses que estuvo abierto el museo, asentado en el Antiguo Hotel Reforma de Ciudad de México, otrora uno de los establecimientos más lujosos de la región.

Esta edición, en la que durante el mismo periodo y lugar esperan llegar hasta los 150.000 visitantes, dan un paso más en su idea de romper con los cánones establecidos.

«Estamos acostumbrados a entrar a los museos con las manos atrás, cuidadosos de los que tocamos, y aquí la idea es sentirse relajados, en un espacio más accesible», dijo.

Esa idea se hace palpable en piezas como la de los barceloneses Penique Productions, un gran espacio rodeado de globos y artefactos inflables con el que buscan hacer reflexionar acerca del afán humano por querer siempre más y que los lugares estén siempre llenos.

«Es un momento de reflexión para que la gente pueda apreciar el espacio gigante, entender qué es lo que tiene y reflexionar sobre esa carrera infinita que tenemos de siempre buscar más», explicó Montaño.

La del colectivo artístico mexicano INTERSPECIFICS, por su parte, es una pieza gobernada por bacterias que, a través de la energía que generan, disparan sonidos y movimientos con láser cuyos patrones jamás se repiten.

«La idea del MUFO no es tanto el museo donde ves cosas del futuro, sino cómo queremos que sean los museos del futuro. Un espacio vivo, donde están entrando y saliendo piezas en todo momento, donde los artistas están creando y el público participa para que la experiencia sea distinta», incidió el director del proyecto.

CARNE PARA LAS REDES

Con sus propuestas llamativas e innovadoras, ideales para ser publicadas en Instagram o TikTok, el MUFO pudo presumir el pasado de una gran exposición y difusión en redes sociales.

En distintos comunicados emitidos antes de su apertura, dijeron que el pasado año «rompieron todas las redes sociales» o que fueron «el museo más compartido» en ellas, y anunciaron que la visita es «una experiencia digna de compartir en tus redes sociales».

No obstante, Montaño subrayó que la viralidad no es un fin en sí mismo.

«Es una consecuencia de cómo están haciendo arte esta personas, que trabajan con medios distintos y las nuevas tecnologías, y llaman mucho la atención, no estamos acostumbrados a verlo», aseguró.

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